Cenizas

Hoy,
sé muy bien
cuáles son las cosas muertas.

No me vengan
con oscuras
bendiciones.

Nada espero ese día
en que me vaya,
hacia la otra mirada
de la vida.

Gustosa montaré
en la barca de Caronte,
y conversar con él,
procuraré.

Sobre las cenizas
de su nave,
hundiré los pies.

Con el barquero,
hablaré de flores,
de mis plantas,
que ya nunca regaré.

Seguro las habré dejado
en buenas manos.

Atónito, me mirará
Caronte, al ver
lo poco que me importa
dónde vamos,
ni el puerto en que, al final,
atracaré.

Que me interesan más
los besos
que no he dado,
las palabras que, en su día,
me tragué,
los abrazos, piel con piel
que escatimé.

Y que sólo espero
un beso tibio de la vida.
Sin recuerdos,
de torturas,
de ambiciones.

Irme en calma,
complacida,
de haber vivido,
mi vida,
conforme a los valore
que, en su momento,
siendo aún muy joven,
exhaustiva y profundamente,
medité.

Manuela Pernil Gómez

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