La cita

Sentado en el cuarto del hotel, el hombre, ya molesto por la tardanza de su invitada, se encontraba bebiendo su tercer whisky. Escuchó el sonido de tacones provenientes del pasillo, los cuales se acercaban a su habitación, estos se detuvieron frente a su puerta y después de un momento de murmullos esta se abrió lentamente.
Karime iba un tanto nerviosa, «este es especial» le habían indicado en la agencia, y a juzgar por la revisión que acababa de pasar, seguro se trataba de alguien realmente importante.
—Llegas tarde —fue lo primero que le dijo el sujeto, mientras ella se quitaba el abrigo.
—Lo siento, había mucho tráfico —contestó Karime haciendo su cara de ternura que ya tenía bien trabajada para estos casos—. Te prometo que lo recompensaré —le dijo con su sonrisa pícara.
El hombre apenas y puso atención al rostro de la chica, pues en aquel momento estaba completamente distraído deleitándose con su cuerpo. El diminuto vestido entallado que portaba Karime resaltaba enormemente sus atributos, desde aquellos delicados hombros, sus grandes y suculentos senos, pequeña cintura, caderas pronunciadas y unas largas y bien torneadas piernas. Todo un deleite para la pupila del sujeto.
Durante aquel silencioso momento, Karime, ya habituada a ser siempre vista con miradas de lujuria, sentía como el hombre iba recorriendo cada centímetro de su cuerpo hasta que, por fin, el sujeto la miró a los ojos.
—Ve a prepararte —le ordenó, apuntando hacia la mampara de diseño japonés que había en la esquina de la habitación.
Karime, acostumbrada a ser recibida con halagos y cumplidos por los clientes, extrañada por el comportamiento se dirigió tras el biombo para cambiarse.
—Ver es trampa —le dijo la chica en tono juguetón, guiñándole un ojo antes de desaparecer, esto con la intención de hacer más ameno aquel encuentro. El cliente únicamente volteo a ver su reloj dando a entender que debía apurarse.
El hombre acostumbrado a estar con mujeres hermosas se había sorprendido cuando entró Karime, ya que esta era mucho más guapa de lo que mostraban las fotografías del catálogo. Y ahora, recuperado de aquella primera impresión, comenzó a emocionarse por lo que iban a hacer en unos momentos. Tras la mampara podía ver cómo la silueta de la chica iba desvistiéndose poco a poco, por lo que preparándose para el encuentro se dirigió a sacar a sus compañeros de aventuras. Se tragó las dos pastillitas azules que siempre tenía listas en el bolsillo y se metió la última línea de coca de la tarde.
Al percatarse de que el hombre estaba agitado, Karime comenzó a moverse sensualmente, ¡Ya cayó! Se dijo emocionada mientras agradecía estar en control de la situación.
En base a las indicaciones que le habían dado, sacó la lencería solicitada de su maleta, «Si ahora está emocionado cuando me vea con esto no va a aguantar mucho».
—Espero que te vayas preparando, que en unos momentos más estaré contigo —dijo mientras se subía las ajustadas medias, dejando escuchar el azote final del látex contra sus piernas.
El hombre ya muy excitado, viendo aquella escena y después de lo que se había metido, comenzó a soltarle guarradas a la chica mientras observaba cómo esta se iba fusionando en aquel apretado conjunto.
A Karime no se le hacía para nada atractivo aquel cliente pero el pago ayudaría a cubrir su ya problemática tarjeta de crédito y la mensualidad de su escuela, además, si realmente era de dinero, podría acostumbrarse a pasar tiempo con aquel hombre siempre y cuando pagara lo suficiente.
Mientras afinaba los últimos detalles del body que prácticamente estaba enmicando su cuerpo de lo ajustado que estaba, incitaba al sujeto para asegurarse que estuviera listo.
Sacó su espejo para dar los últimos retoques al maquillaje y agregando un poco más de labial, pensó estar preparada para lo que venía.
Al salir, Karime encontró al hombre en ropa interior, acostado en la cama.
Este quedó asombrado ante la blanca figura que había aparecido frente a sus ojos. Karime, deslumbraba al llevar aquel body blanco de látex que se perdía con el color tan claro de su piel. Las medias y largos guantes que llevaba eran casi imperceptibles y sólo resaltaban sus labios rojos y el sombrero de enfermera que acompañaba a aquel conjunto.
Se detuvo frente a la cama y mirando a los ojos al cliente, le mostró la fusta color negro que llevaba, dándose ligeros golpecitos en la mano.
—¿Está listo el paciente? — preguntó con un tono sensual.
Pero la respuesta de éste la tomó completamente por sorpresa.
El hombre, que se encontraba recostado boca arriba comenzó a balbucear palabras inentendibles mientras agitaba sus brazos y piernas. La agencia le había dado la indicación que sería un roleplay de paciente enfermera, por lo que ver al hombre en aquella actitud la había sacado completamente del personaje que ya tenía preparado.
«Lo que me faltaba, un inadaptado más»
—A ver, a ver, ¿cómo está el bebito? —preguntó con un tono tierno intentando verse maternal con el hombre de cincuenta años que tenía frente a ella.
—¡Mami, mami, popó, popó! —gritaba el hombre, pataleando y haciendo pucheros.
Karime se llevó las manos a la boca al ver aquella escena. «Tenía que tocarme uno de estos idiotas» murmuró mirando asqueada al sujeto; mientras el hombre seguía pujando para terminar con su asunto, llenando la habitación de aquel nauseabundo hedor.
Asqueada por lo que estaba sucediendo, Karime levantó la fusta amenazando al hombre.
—Eres un niño muy malo y yo no soporto a los niños malos— y con todas sus fuerzas asestó el primero de los muchos golpes que le daría al sujeto.

Uno de los guardaespaldas que custodiaban afuera de la habitación del licenciado Pliego, comenzó a ponerse muy nervioso, mirando hacia la puerta mientras aquellos llantos, azotes y gritos de dolor inundaban todo el pasillo. Preocupado, volteó buscando a su compañero en busca de indicaciones.
Este sólo le devolvió un ligero movimiento con la cabeza, haciéndole entender que no había nada fuera de lo normal.
Los gritos y lamentos que salían de la habitación número doscientos quince se llegaron a escuchar por todo el piso del hotel por más de dos horas.


Eduardo Nápoles

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