«Más allá de una utopía» – Entrevista a Leopoldo Laborde (Primera Parte)

En 1988 y tras un fallido paso  por el Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC) y el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC / UNAM) Lepoldo Laborde tomaba una decisión  que definiría su futuro, convertirse en autodidacta.

 El adolescente aspirante a director no se imaginaba que al paso del tiempo  se transformaría en una referencia muy importante del cine independiente y en un obligado ejemplo de que  bajo  presupuesto, no es necesariamente, sinónimo de mala calidad.

De esta manera , utilizando un guion creado por el mismo ,a sus 18 años  inicia la filmación de su  primer trabajo ,una película de horror  llamada “El Gato” ,obra que concluiría hasta el año de 1992, después vendrían en cascada otros títulos grabados en video,  “Natahel” y “Perseguido”en 93 , en 95 “Juego de niños” y un corto llamado “La extraña presencia” aparecían junto a “Utopia 7” una película de cyf que con el tiempo se convertiría en objeto de culto en el underground mexicano. En 1998 filmaría  “Angeluz” (una de las escasas cintas de terror que el país produjo en toda la década de los 90s), luego en 1999 “Inesperado amor” y en 2000 “Recompensa”

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 En 2002 , su película    “Un secreto de esperanza” protagonizada por la primera actriz Katy jurado en la que sería su última aparición en la pantalla grande , arrasaría  con los premios internacionales de la 17 edición del Festival de Cine Latinoamericano de Trieste   al obtener tres de los seis galardones que anualmente se entregan a lo mejor de la cinematografía latinoamericana en Europa. Entre ellos El Premio del Público.

También en 2002 llegaría “Sin Destino”  obra imprescindible de su filmografía.

En 2014  durante  el festival Macabro  estreno la impactante  “Piel Rota” ,una película con guiños al “giallo” italiano donde Laborde explota  esa, su visión desprejuiciada y desparpajada  de cómo se debe hacer cine. Volviendo a dar de lleno en la diana, impactando al espectador curtido en este tipo de cine, con unas imágenes simplemente antológicas.

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Esa fue su manera de avisar que el Quijote  estaba de vuelta, listo para seguir pelando contra los molinos de viento de la burocracia en el cine nacional.

Hecho que a quedado más que demostrado al ser estrenada  su más reciente obra “Memorias de lo que no fue”, hace tan solo unos cuantos meses.

El trabajo de este guerrillero del celuloide, es en sí,  un valioso ejemplo de que aun en las circunstancias más adversas, teniendo siempre una idea clara de lo que se quiere, pero sobre todo siendo honesto en el esfuerzo, se puede  crear cine de calidad en nuestro país.

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 El Ojo De Uk:¿Cuáles fueron las motivaciones  de Leopoldo Laborde para hacer cine y quiénes han sido a lo largo de este periplo sus cómplices?

Lepoldo Laborde: Amé El Cine desde que mis papás me llevaron a ver “Blanca Nieves y los 7 Enanos” de Disney al Cine Ópera a mis 4 años. Desde ésa tarde, la pantalla “me llamó”. Hoy, imagino escenas, vivo con la óptica del Cine, pienso películas, invento proyectos. Cuando El Cine entra en tu sangre, jamás sale. En cuanto a los cómplices, la cosa siempre es igual en todas las épocas, cineastas o países: cuando podía conseguir cámaras (soy clasemediero y además, a mi papá nunca se le ocurrió comprarme una cámara de cine o video), en quien buscas apoyarte es en los amigos. Y resultó que un horroroso individuo que particularmente no era mi amigo ―pero sí vecino― es quien decidió acompañarme en ésta aventura desde 1993 hasta el día de hoy: Roberto Trujillo.

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El Ojo De Uk: se dice que renunció al CUEC por la pose y el lado negativo del cine, se ve que es un tipo de ideas claras, no se dejó absorber por el sistema. ¿Cómo hizo para encontrar la manera de hacer cine, evitando esos lugares comunes?

Lepoldo Laborde: Pues… en realidad, más bien fue que en el CUEC me renunciaron; eran los tiempos de Joskowicz. Hay un culto a ése personaje que incluso hoy, años después de muerto, continúa. A mí, los dogmas y lo académico como que nunca me entran y el andar de lamebotas, tampoco; entonces mi episodio del CUEC fue más bien anecdótico. El día que me di cuenta de que “hacer cine” en realidad significa estudiar las escenas de tus películas preferidas y tomar una cámara y tratar de emularlas, fue cuando decidí de plano brincarme el asunto de la burocracia en el Cine. Hacer “cine profesional” es burocracia, y ello entra en otro saco: hacer Cine es ejercitarte con base a un acercamiento estético y disciplinario.

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El Ojo De Uk:  Hoy en día existen un montón de festivales en todo México, donde se puede exponer los trabajos al público, algunas de esas películas llegan a tener estrenos comerciales, incluso los sistemas por cable han arropado cintas de extractos independientes como el caso de “México Bárbaro”, por nombrar un ejemplo. ¿Cómo era lidiar con esto cuando comenzó su carrera? Es decir, ¿cómo hacer cine de manera independiente y lograr que este llegara al público?

Lepoldo Laborde:  La verdad es que fue virtualmente imposible. De entrada, precisamente el problema que tuve tanto en el CUEC como en el CCC fue cuando les expuse la idea de que yo presentara como examen final mi propia película filmada con mis recursos pero en formato de video. Los “miembros del sanedrín cuequero/cececero” se rasgaron las vestiduras, literal. Su argumento: video no es cine. Yo repliqué: “Cine es un lenguaje, no un soporte material”. Desde entonces, me cerré las puertas de las instituciones, sólo por contradecirlos. La verdad, es que sólo me tomaron en cuenta los mirones e institucionalistas del “cine mexicano oficial” cuando pude estrenar en el Festival de Guadalajara mi primer filme industrial en 35 mm, “Angeluz”. Sólo hasta entonces me pelaron. “Sin Destino”, filmada en Súper 16mm y estrenada en el Festival Mix 2000 ―cosa que estaré eternamente agradecido a Arturo Castelán por pasar la película ahí― fue la que me descubrió con el Maestro Jorge Ayala Blanco y, a partir de él y sus críticas en su abecedario del Cine Mexicano, ya fui reconocido “oficialmente” como “cineasta”. Creo que fue cosa de haber llegado a los tiempos adecuados: hace 18 años no estaba tan saturada la cosa de los festivales ni los canales de exhibición y por ello pude dar el “salto”. Pero precisamente, hoy hay una sobresaturación de festivales, y la verdad es que todos están insoportables… por ello mismo no he podido estrenar “Fabiola”, “La Puerta”, “Enemigo” y “Hasta Encontrarte”… ¡no me las aceptan los programadores! Intenté hasta en el FICUNAM y no me pelaron (aunque tuviese yo entonces una carrera de 20 años atrás). El canal del cine independiente aún está en pañales, fuera de YouTube o Vimeo, no le veo otra salida. Pero, ¿qué pasa cuando una vaca necia como yo insiste en estrenar en pantalla grande y no en streaming…? La parte “romántica” se desploma, para mí se ha convertido en una bronca tremenda ―al menos, para “estrenar”, pero no para seguir filmando. O entras al “mainstream”, o no existes en una sala.

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 El Ojo De Uk: En su cine, los niños y los adultos cambian frecuentemente de roles, los infantes nos muestran madurez y los adultos lo infantil que se puede llegar a ser, esto es una constante en la mayoría de sus películas ¿cuál sería la definición de niñez para Leopoldo Laborde?

 Lepoldo Laborde: La niñez para mí es la definición de nuestra vida. Lo que ahí ocurre nos marcará por siempre. No sólo creo que la niñez es algo que no se maneja de manera adecuada social y psicológicamente, si no que ello también se refleja en el cine: aventuras babosas con personajes arquetípicos. Si cada uno de nosotros filmara nuestras más simples ―pero honradas― anécdotas de nuestra niñez, encontraríamos historias de una belleza brutal en cuanto a su espiritualidad, magia, asombro, dolor, esperanza pero, sobre todo, valentía: todos sobrevivimos triunfantes a la niñez porque cuando fuimos niños supimos el arte y la belleza de saber ser niños… hasta que “nos empezamos a sentir y a creer adultos”.

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El Ojo De Uk¿Qué edad tenía cuando filmo “El Gato” su primer trabajo ¿Cuánto tiempo le llevo terminarla?

Lepoldo Laborde: “El Gato” es el proyecto más pesadillesco y horrípilo que jamás he tenido en mi vida. Desde 1984 y tras obsesionarme con “La Bella Durmiente” de Disney, preparé 2 “grandes proyectos” de animación de 20 minutos cada uno. Sólo llegué a filmar un un rollo de Súper 8 con pruebas de las animaciónes, jamás pude filmar los cortos completos. Ya resignado a la idea del video (mi sueño era proyectar “con grano y textura de cine” y en la gran pared del hall de la casa mis películas), en 1986 quise hacer un largo inspirado en “Excalibur” (???) de Boorman, pero hasta para el ingenuote adolescente imberbe/granoso que yo era, aquello estaba imposible (llegué incluso a hacer vestuarios de las armaduras con papel aluminio). Otra vez, resignado por la escasez de medios, me fui al siguiente género que más amo: el terror ―pero particularmente el gótico y de fantasmas, el “elegante”: “El Gato” había nacido. “The Innocents” de Clayton (obviamente “La Otra Vuelta de Tuerca” de James), el arte y la foto de “The Omen” de Donner y “Más Negro que la Noche” de Taboada fueron mi inspiración. Entonces, en 1987 planeé la trama y el cómo hacerla, pero el problema en ésa época es que casi nadie tenía cámaras de video y, lógico, quien las tenía no las aflojaba ―estamos hablando del México de la fayuca, de que la alta tecnología era carísima y además de importación. Entonces con cámaras que me prestaban 1 o 2 días empecé a filmar “El Gato” desde septiembre de 1988. Desde ése año hasta 1990, todo esfuerzo era en vano, llegué incluso a estar convencido de que la película estaba maldita o que nunca llegaría yo a filmar una película en mi vida… horrenda época, de veras. Y luego en 1991, a mis 20 años y justo cuando acababan de rechazarme del CCC ―yendo en el metro de Tlalpan―, tomé la decisión más importante de mi vida, a partir de un simple pensamiento. “¿Qué es lo que realmente deseo…? ¿Chutarme 4 años aquí para ver si salgo premiado con el ‘Concurso de Ópera Prima’… o filmar mi propia película ―’El Gato’? Deja de hacerle al pendejo, Polo: no puedes filmar ‘El Gato’ por la única razón de que no tienes una cámara”. Llegué a casa y le pedí a mi mamá que me pasara el dato de una agencia de colocaciones que ella alguna vez me mencionó. En menos de una semana estaba chambeando en la oficina de Banca de Inversión de Banamex con el plan ya trazado: “Junto los 2,500 pesos que me cuesta la cámara V8 en 4 meses de chamba, renuncio y al siguiente lunes comienzo ‘El Gato’”. Pero la pesadilla apenas empezaba: coseguí nuevo elenco, usé tomas que logré con las anteriores cámaras, el rodaje transcurrió sin broncas ya siendo yo el dueño de la cámara y así ajustándome a los tiempos de todos… pero hasta cuatro años después de haber iniciado la aventura me di cuenta cuando editaba ése esperpento de más de 4 horas de duración (¡editada!) que se trataba de una película malísima. La estrené el día que cumplí 22 años, el 6 de noviembre del 92. Ésa noche definió mi vida, porque accidentalmente y sin imaginármelo entendí el verdadero ciclo de crear cine: filmar y estrenar ―experiencia que, por cierto, trato de compartir con mis alumnos en mis talleres y seminarios: filma y estrena con público. El Cine se hace para proyectarse. “El Gato” fue la decisión más importante de toda mi vida. Hoy estoy aquí por ésa decisión: dejé de ser “espectador” para convertirme en “hacedor y espectador de Cine”… dejé de creer en lo de “graduarme en una escuela de cine” por un “agarra una cámara y filma tu película”. Resumo: la empecé a los 17 años y la estrené la noche que cumplí los 22.

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 El Ojo De Uk:Para usted no fue una utopía el realizar un film de ciencia ficción , con naves espaciales y sociedad distopica incluida, algo que era impensable para el México de los años 90s , aún más para una producción independiente ¿Cuánto tiempo le llevo realizar “UTOPIA 7”? ¿Cuáles fueron los obstáculos con los que lidio, particularmente en esta producción? Y ¿cómo convenció al actor Claudio Brook, en unírsele a esa aventura?

Lepoldo Laborde: es un pedazote de mi corazón: en ella está no sólo mi amor por el género y estilo abordados ahí, si no también mi concepto de “hacer Cine”: ingéniatelas, juntémonos a hacerlo, hagámoslo. Mis “llamados a la aventura”, citando a Campbell, fueron “Amadeus”, “Excalibur”, “Indiana Jones y el Templo de la Perdición” y “Blade Runner”. Cuando las vi, ya no me aguanté las ganas por agarrar una cámara. Entonces, ya contando con mi propia cámara, la dinámica era muy clara: filo y estreno; así hicimos “El Gato”, “Nathael”, “Perseguido” y “Juego de Niños”. Listo para filmar la próxima, no me decidía entre hacer mi “Blade Runner” o “La Historia Sin Fin”. Por los VFX era más sencillo hacer mi “Blade Runner”, así es que escribí el boceto de guión ―en ésa época nunca hice guiones, hacía storyboards― y manos a la obra. Ya tenía el reparto y el concepto visual: filmar estilo “Terminator”: textura de imagen de Cine B, trabajar de noche en el Centro Histórico y sus edificios derruidos post-sismo. La fotografía principal tomó 3 meses, en el verano del ’94, los VFX tardaron más de un año. Lo de Claudio Brook es motivo de un libro, fue algo mágico; trataré de resumir: conseguir a un actor adulto (la mayoría de los actores de mis películas de ésa época eran amigos, sus hermanos o niños) y entonces, aún con el sabor de boca de “Dieter de la Guarda” de “Cronos”, me dije: “Brook es el mejor Doctor Eldon Tyrrell: Del Toro acaba de comprobármelo”. Con el desparpajo propio del niñote de 23 años que yo era, busqué con un amigo de la industria el teléfono de Brook y cuando lo conseguí, neta que me dio miedo llamarle. Preferí entonces buscar otros actores “más rockeros” o, al menos, no tan enormes como Brook. Todos me mandaron a la goma. Me dije: “no hay quinto malo”. Le marqué a Brook. Su inconfundible voz me contestó. Le mentí: le dije que era un trabajo escolar. Parco y directo, me pidió el guión. Yo pensé: “¿Cuál guión? ¡Yo sólo hago storyboards!”. Le dije que le iba a entregar sólo las páginas de con sus escenas. Pasaron dos días, le marqué, me citó en el Sanborn’s de San Ángel. Quien me recibió fue un enorme, afable hombre quien se puso de pie luciendo su hermosa sonrisa. Filmamos 4 días. No me aceptó ni un quinto, sólo las comidas. Jamás lo olvidaré. Y jamás me alcanzará la vida para agradecérselo.

(CONTINUARÁ)

 

Sobre el autor: Gabriel Carrillo – Nacido el 06 de Noviembre de 1976, originario de Apodaca, Nuevo León. Coleccionista, Lector Compulsivo y Cine fago irredento. En el año de 1989 participo en un taller de redacción organizado por la Facultad de Filosofía y Letras de la UANL, en 1990 la Facultad de Filosofía y Letras publico uno de sus relatos llamado” El Boxeador” en su revista “Forma”, ocasionalmente se han publicado algunos de sus cuentos y escritos en fanzine, así como algunas publicaciones de aficionados.Recientemente participo con un relato llamado ” motus dormientis deus” en relatos entre calabazas y calaveras;pequeñas historias de temporada para eliminar el terror a la lectura de Frecuencia Tec. Su relato “una pelea de gallos en cuba” obtuvo una mención honorífica en el concurso Nyctelios 2015 organizado por el circulo lovecraftiano y de horror.

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