Marionetas

Una noche los enamorados duermen con la luz encendida.

El sueño es tan profundo que no se percatan que una figura de humo se introduce en la boca del varón, se incrusta en su estómago y desde ahí toma posesión del cerebro. El joven despierta riendo pero no puede moverse, está paralizado, una rigidez inexplicable se apodera de su cuerpo, dejándolo a merced de una fuerza interna que lo agita como si fuera una marioneta. Siente desesperación cuando involuntariamente su cuerpo se yergue, siente angustia por no poder hablar. El espectro ríe a través de la boca del hombre.

La mujer despierta y ve que los ojos de su pareja están fijos en ella como una lechuza sobre un ratón o una serpiente alrededor de un conejo. Los ojos sin pupilas, amenazantes. La piel cobriza. Una sonrisa siniestra deforma su cara.

—¿Sabes quién soy? —pregunta— ¡¿Sabes quién soy?!
No es el joven quien grita, es la energía proterva que tiene dentro y que de un momento a otro explotará en un acto de violencia.

La esposa cree que es una broma bien lograda e intenta ocultar su miedo. Algo mueve las manos de la marioneta, sus piernas se posicionan contra su voluntad y la pelvis truena ante la fuerza descomunal que la penetra.
—¡Sé quién eres! ¡Sé quién eres! —la mujer tiene los ojos negros. Vomita sangre. Ella también tiene un espectro adentro. La esposa también está prisionera en su cuerpo, moviéndose contra su voluntad.

Ambos espectros, un íncubo y un súcubo, se apoderan de los cuerpos de los amantes y a través de ellos tienen un encuentro carnal como desde hace siglos no disfrutaban. La última vez fue en Köln, Alemania, en 1666. Esta vez en Real de Catorce, México.

Los demonios se penetran, se muerden, se lastiman, extenúan los cuerpos, los fatigan, los revientan como caballos desbocados. Los consumen en tres horas de hórridos jadeos. Los destrozan de placer. Los desgarran con orgasmos. Las marionetas mastican su carne, rompen sus huesos entre sus fauces, cortan sus venas. Al día siguiente la administración del hotel donde pernoctaban los amantes informa a las autoridades que una mucama encontró dos cuerpos abiertos como cerdos en canal, uno encima del otro, con los órganos regados por todas partes. Como si les hubieran puesto una bomba, como si Satanás hubiera cortado sus vidas.

Cuento mención honorífica del 1er concurso estatal de cuento de terror «Juan Francisco Benítez».

Isaac Gasca Mata

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