Dragones de mar
melenas al viento,
henchido el pecho de azules fulgurantes,
asaltaban la costa,
al rescate de lo ultrajado
por cuadrúpedos humanos.
Dragones ebrios de cólera,
tronaban cegados por la desesperación.
Escribas del tiempo
tomaban notas de la gesta,
dibujando arabescos, con una pluma de calamar
y tinta púrpura de molusco,
sobre hojas de agar-agar.
Ya sabia, yo,
que la naturaleza acorralada,
terminaría por sublevarse.
Francisco Lezcano