Aquí inicia el segundo capítulo de esta saga, con un Rodrigo sentado en el trono Papal teniendo a su fiel Micheletto a la derecha, recibiendo a su no menos subordinado Duarte. La pregunta era sí celebraban a un nuevo Papa y no fue así, el pueblo ya no respetaba en ese momento a la Iglesia y en acciones que sólo Alejandro Jodorowsky pudo narrar se ve como dos ladrones hacen a una mujer rica vomitar, pues se había tragado su collar de perlas, en otra viñeta se nota en genial mancuerna una composición de orgía, fiesta y pecado. Todo en la plaza del Vaticano convertida en Sodoma. Para restablecer el orden el Papa pide a su guerrero que visite a los más respetados aún, Giuseppe Bertoli y su familia de yeseros. En una escena que recuerda a la película de “La Montaña Sagrada”, también obra de este guionista, aparecen varios cristos al fondo mientras la familia trabaja. Los padres se van a dormir mientras los hijos dicen que concluirán el trabajo y uno de ellos sale a cerrar el taller, Micheletto está al acecho, lo apuñala por la espalda para hacer lo mismo con el mayor, ahora de frente, subir y degollar a los padres. Al siguiente día toda la familia aparecen crucificados y completamente desnudos considerándose un crimen satánico. Luego un guardián de perros es llevado ante el Pontífice que le promete la indulgencia de su salvación y una bolsa de dinero si se declara culpable de un crimen, con la promesa de que lo dejará escapar y podrá vivir sin problemas en otra ciudad. El pueblo ahora clamaba por el Papa que al ser recibido expresó haber capturado ya al asesino, antes y siguiendo el juego se baña en sangre al cuidador de perros y recita de memoria lo que le han dicho, al salir confiesa ser un asesino que mató a los yeseros porque su amo Satanás se lo pidió, sin embargo, pese al trato lo golpean y le ponen los grilletes, al reclamarle al Papa, éste pide que le corten la lengua. La siguiente escena se sitúa en el coliseo con una fuerte remembranza a los tiempos de emperadores dementes como Calígula o su tío Nerón. Cuatro guardias arrastraron al desdichado y cuatro fueron los caballos que jalaron de sus extremidades hasta extirparlas, finalmente le echan a los perros que quizás él cuidaba. Posteriormente se muestra un posible antecedente de la actual tauromaquia representada en la figura de César Borgia que tanto aduló Maquiavelo. De forma similar a la fiesta brava actual, César se enfrenta a un toro de lidia esquivándolo en su caballo y tomando una lanza se la clava tal como hacen los actuales matadores, la multitud enloquece y grita el nombre de César Borgia. No en su natal Chile, pero sí en México, el guionista de esta obra fue testigo del furor de este espectáculo tan criticado actualmente. Ahora la narración vuelve al convento de San Sixto en donde Lucrecia libera a unos pájaros de su jaula en analogía de su libertad. Luego entra el mismísimo Nicolás Maquiavelo convertido en personaje que adula la belleza de la joven y a su vez ella agradece la inteligencia del Filósofo pues los Borgia no dan un paso sin sus consejos, a su vez el autor de “El Príncipe” le entrega cuatro regalos a la muchacha. 1. Pentesilea, una mujer negra y vestida sólo con una especie de tanga que será su esclava personal y sabrá vestirla, maquillarla y perfumarla. 2. Catarinella, una pequeña mujer de menos de 1.50 que llevaba una especie de instrumento antecesor de la guitarra y sería su musa. 3. Un vestido que no pudo esperar a ponerse sin importar desnudarse frente a Maquiavelo. 4. Un espejo, pues en el convento están prohibidos, aunque con miedo vio su reflejo y vio a la mujer de sus sueños. Y aunque el diplomático habló sutilmente de la importancia de su matrimonio al decir que el destino de Roma está en sus manos, ella lo corrigió muy sabiamente al decir que el destino de Roma está entre sus piernas. Al llegar al Vaticano fue notoria la venta de indulgencias y Lucrecia acertó al ver a la Iglesia como una inmensa puta. El autor de “El Príncipe” lo concretó al decir que los sacerdotes, altares, ritos sagrados y el mismo Dios está a la venta. Luego de ello, la joven entró a los aposentos de su padre en el que sólo pueden estar él y sus hijos. Lucrecia abraza a su progenitor que tiene que separar a César de Juan y luego exponer la importancia de la unión familiar; pues hay peligro, todos los gobernantes le rinden obediencia excepto Fernando de Nápoles que conspira con Carlos VIII para convocar un nuevo cónclave y poner en su lugar al Cardenal Della Rovere. Pues no sólo eran amenazados por Francia y Nápoles; sino también por la España de Fernando de Aragón, por lo mismo requiere de la ayuda de sus hijos. Hasta el pequeño Jofre iba a ser casado con la hija del Rey de Nápoles, Juan con la prima de Fernando de Aragón y Lucrecia con Giovanni Sforza Duque de Pésaro, eso mientras César sería ungido Cardenal para después convertirse en el próximo Papa. Como siempre, él prefería la milicia, pero al considerar que en esos tiempos el Pontífice era líder del ejercito accedió al mandato de su padre. Por su parte Lucrecia comentaba que nunca había estado con ningún hombre mientras César ya había estado con muchas mujeres, por lo que citando a los faraones su propio padre promueve el incesto entre hermanos en ese preciso momento. Mientras tanto en Florencia, Savonarolla proclama nuevas visiones y la invasión a Roma. El mismo Maquiavelo le expone dichas noticias a Rodrigo, Lorenzo de Medici a quien se le dedicó la ya mencionada obra, sabía mantener a raya a Savonarolla; pero su sucesor no, por ello era importante el matrimonio de Lucrecia, pues con dicha fuerza podrían mandar a la hoguera a ese monje fanático. Luego de que Micheletto asesinara a la esposa embarazada de Giovanni Sforza y a su amante, se pudo anunciar que ella y su hijo habían muerto en el parto. En el palacio de Santa María in Porticu, Lucrecia sacaba a relucir su belleza ante los romanos, esperando a su prometido un viejo cuarentón y homosexual que nunca se atrevería a tocarla. La acción continua ahora en la ciudad del Vaticano, los soldados de Sforza habían perdido los estribos; por lo que Rodrigo irrumpió en los aposentos en donde César y Lucrecia dormían desnudos, por lo que él baja con su futuro cuñado a calmarlos, precisamente era un soldado gigantón quién los lideraba y ofendió a su amo para enfrentarse mano a mano con César Borgia llamando la atención del resto de sus subordinados. Esta es una de las mejores secuencias de pelea jamás vista en el cómic europeo. Aunque Jodorowsky vivió en México de 1960 a 1974; no hay que olvidar que regresó a dicho país a filmar Santa Sangre en 1989, en donde incluyó elementos de Lucha Libre, por lo que es muy probable que haya estado al tanto de aspectos de dicho deporte, como el caso en que “El Príncipe Maya Canek” derrotó a “André el Gigante”, ya que estas secuencias tienen cierta influencia muy notable del “Pancracio Mexicano”. Sin problemas el gigantón fue derrotado provocando que el resto de los soldados se tranquilizaran, todo mientras su padres y hermana (que permanecía completamente desnuda) observaban tan acción. La boda estuvo plagada de comentarios arduamente guarros y hasta aberrantes para muchos criterios, pero eso sí, arduamente verosímiles. La orgía para celebrar la boda confirmó que sólo Jodorowsky hubiese podido escribir tal cosa y sólo Manara ilustrar con una composición tan a su estilo, que irónicamente sí parece un cuadro renacentista en donde todos disfrutaban los excesos del vino, la comida y el sexo, saliendo a relucir la importancia de unificar Italia para hacerle frente a Francia e Inglaterra. Y todo terminó con la ceremonia de desflorización, coto nupcial que debía ser público; pues fue una costumbre establecida por los visigodos en donde los invitados asistirían a la penetración y aplaudirían la sábana ensangrentada. Al desnudar por completo a su ama, la negra Pentesilea le entrega un huevo lleno de sangre de paloma para que lo rompa al fingir un orgasmo y a su vez, Juan Borgia le hace un asqueroso sexo oral a su cuñado para que tenga erecto su miembro. Y tal cuál, todos disfrutaron de la exquisita desnudez de Lucrecia para que todo ocurriera como lo planeado, consumiéndose así su matrimonio. Para concluir este episodio Duarte llega agitado con Rodrigo que aún tenía resaca por la festividad de la boda de su hija, las noticias eran alarmantes, el rey de Francia se preparaba para invadir Italia, llegar a Nápoles y establecer ahí su base contando con el apoyo de Inglaterra y España. Además de que Julien Della Rovere envía un astrónomo a Carlos VII para convencerlo que él es el verdadero Papa. Con esta intriga tan fugaz que es propia de la narrativa gráfica europea concluye este capítulo.
Con anterioridad ya se ha reseñado tanto la obra de Jodorowsky como la de Manara y se ha hecho énfasis en sus estilos, por lo mismo ahora se puede concluir que en esta novela gráfica se nota un 50% de guion y 50% de dibujo en una de las mejores mancuernas del cómic europeo vista en los últimos tiempos. Ya también se ha comentado que en el caso del “Incal” fue más notorio el dibujo del difunto Moebius y que en “El Gaucho”, el argumento del también finado Hugo Pratt fue indispensable para una coherencia narrativa. Pero lo interesante en este caso, es que la riqueza gráfica y literaria fue totalmente a la par y esta primera parte de su análisis puede concluir que nadie hubiera podido escribir un guion sobre los Borgia como lo hizo Alejandro Jodorowsky, a menos que en otro tiempo lo hubiera escrito el mismísimo Nicolás Maquiavelo. Sobre que pintor renacentista los hubiese podido ilustrar en su momento se hablará en la siguiente entrega.
(Continuará)
Gerardo Martínez Acevedo