La pandemia fue lo mejor que pudo habernos pasado, desde entonces, hace ya décadas, el orden se aclaró, el mundo devino una zona limpia y transparente. Nada oculto. Cada uno en su casa en su departamento en su torre o su castillo, pergeñó con soltura una ruta clara a través de la pantalla primero y luego de los sucesivos aparatos, que cada vez más pequeños, más sencillos, más precisos construyeron eso que después vino a ser el metaverso. Una verdadera maravilla.  

Hoy en día, en realidad el término día ya no se opone al término noche puesto que da lo mismo. Bueno, decía que ahora la familia se obtiene por algoritmos virtuales para no contaminarse. El resultado es el desarrollo de la vida, bueno ahora vida no se antepone a muerte, es otra cosa. Quiero decir el organismo de cada uno está bien conservado en su sitio, en su caja, no, mejor en su micro universo donde no falta nada. Por eso no necesitamos de prójimo, pues sí, ese otro ser humano, me explico, esa suerte de ser parecido a mí ¿dije ser? Preferiría ente, o algo parecido, quien provisto como yo de la totalidad de sus necesidades primarias, secundarias y terciarias, por decirlo de algún modo, se encuentra en la perfecta integridad de sus partes, ¿qué quiero expresar? que cada uno, que no sé quién es, tampoco es aclara nada, al contrario, confunde, porque creo que ya no somos lo que éramos, en fin, lo que quiero decir, tampoco funciona eso de querer decir, para eso están los dispositivos, y los sistemas configurados en la nube, de modo que nada. Por eso siempre, nada, así sale la palabra todo el tiempo, nada. Porque la nada se aviene mejor con lo que hemos llegado a nada,  ¿existir? quién sabe. 

Coral Aguirre