Este año trataré de regalarle a Uk reseñas de obras de ciencia ficción provenientes de diferentes formatos, medios, regiones, subgéneros y temáticas. Advertidos.
La presente obra a reseñar la conocí por medio de un space de twitter organizado por el usuario twitero @refresco_. El espacio tenía como tema el Cyberpunk en general, por ello me llamó la atención. En él se proponían obras literarias, series y películas principalmente, para consumirlas y comentarlas. El space duró poco pero me fue muy provechoso, ya que tuve acceso a obras por mí desconocidas, tal vez más adelante regrese el space.
Pre empezamos.
Aunque ha sido un sabroso y constante debate entre los coeditores de esta revista en cuanto a la vigencia del subgénero, recordemos que este ya va en camino para alcanzar su buen medio siglo de vida, es verdad, el subgénero nació a inicio de los ochentas, la postura que yo defiendo es que el viejo y *buen* cyberpunk aún tiene cosas que advertirnos. La contraparte argumenta que es un tema ya muy visto y nos estamos ciclando y anclando en el punto de vista pesimista de la ciencia ficción. Le concedo algo de razón. Pero mientras nos seguimos peleando analicemos esta película.
Por definición, okey, okey, para *mi* definición, el cyberpunk debe contar con ciertos elementos para que *yo* lo considere así:
- Generalmente es un mundo distópico.
- El planeta está a nada de colapsar ecológicamente.
- Es eminentemente un entorno urbano.
- Las megacorporaciones mandan sobre los gobiernos si es que no son los gobiernos mismos.
- La tecnología está bastante más desarrollada que la que tenemos el día de hoy.
- Existe un mundo virtual, de ahí lo “cyber”, al que accedemos con conexiones físicas principalmente neurales.
- Contiene colores neones al muy emblemático estilo de Blade Runer.
¿Clichés? Sí, sin miedo al éxito, papi, como cada género tiene los suyos.
Ahora sí, empezamos.
Sleep Dealer (2008), o “Traficante de sueños” pa´la raza, es la ópera prima del director Alex Rivera con el actor mexicano Luis Fernando Peña, sí, el de “Amar te duele”.
Su trama te narra la vida de Memo Cruz que vive de este lado de la frontera del imperio, en este tu México lindo y jodido, pero que sueña con tener una vida mejor que la que su país le puede ofrecer. ¿Cliché? No, la pura realidad. La diferencia está en que él vive unos añitos en un futuro tecnificado en el que no se nos ha quitado la idea de perseguir el “sueño americano”.
Esta película la vi en pleno 2022, en junio para ser más exactos, en Monterrey para ser más precisos, y justo por esos aciagos días esta metrópoli sufría una de las crisis más severas por la falta de agua, ¿y qué crees?, la película te narra un mundo donde el agua de este lado tiene dueño de aquel lado y si no tienes dinero no puedes acceder a ella. ¿Pesimismo? No, puro costumbrismo. De ahí mi afirmación de que el (buen) cyberpunk aun tiene muchas cosas que advertirnos para que evitemos llegar a ellas.
Nuestro protagonista se harta de vivir así, al mexican way of life, es un hackercito en ciernes, y decide “irse” al gavacho a probar fortuna. Las comillas en el verbo son porque ya no necesitas cruzar la frontera de Tijuana para entrar a trabajar en alguna explotadora compañía transnacional gringa, en su lugar debes franquear la frontera digital y ponerte a trabajar como mojado. Chidopuntocom.
En el camino se cruza con una chava que escribe historias para sus redes sociales y las monetiza, bien black mirror style, u Onlyfans, qué sé yo, punto para el guión, y que lo sigue para hacer sus centavitos. Y sin espoilers, chavo conoce chava.
También se va a topar con un gringo primera o segunda generación de origen, adivinaste, mexicano, que se alista en el ejército, no recuerdo si privado o no, perdón, estoy escribiendo la reseña de memoria (vi la pelí gratis en youtube pero ya la quitaron por los derechos de autor, sorry por ello, gracias, capitalismo rabioso), y este es quien le pondrá sabor al caldo al hacernos ver los intereses que defiende el imperio: “Su” agua, “su” mano de obra, “sus” ganancias, su american way of life.
Sí, hay tropos comunes (viste qué elegante manera de llamar a los clichés), pero no debemos ser tan severos con esos aspectos del film, e incluso del subgénero, finalmente si la ciencia ficción nos hubiera propuesto, que no lo hizo, que todos nos íbamos a comunicar por medio de unos espejitos negros, tal vez en todas las obras de un pasadofuturo no lejano se hubieran puesto de moda los celulares y los consideraríamos clichés de la CF pre cel, y mírate, de seguro estás leyendo a Uk en tu black mirror personal.
La trama es entretenida, el final un poco cursi, ese mundo está muy bien ambientado, pero, he aquí lo valioso de la obra, la crítica social es severa y mordaz; aún este cyberpunk propuesto nos advierte que nuestro mundo, que ya se mezcla con el de la pantalla, puede alcanzar esas cotas de abuso empresarial, de modos neocoloniales, de mundos más, si cabe, que sí cabe, distópicos que el que ya habitamos. Por ello hay que aprender a discernir entre el cyberpunk propositivo y el de los clichés de colores neones y monas chinas, diría mi coeditor.
Puedes encontrar la pelí en aplee TV si eres capitalista honesto, vaya oxímoron.
O si eres punk pues ya sabes qué hacer.
No me preguntes a mí.
Line off.
Samuel Carvajal
23/ene/23