CIENCIA FICCIÓN, ANARQUÍA Y LA CONSAGRACIÓN DE UN GUIONISTA.
La narración gráfica se fundamenta en un dibujo secuencial y no siempre tiene que llevar globos para que funcione como tal. Por lo mismo, con frecuencia se ha comentado que la principal labor en el desarrollo de la misma recae en el dibujante, al respecto, estas son las palabras de un emblemático guionista del cómic europeo René Goscinny, bien recordado por su trabajo tant en “Asterix y Obelis” como en Lucky Luke:
“…yo trabajé primero como dibujante en Argentina. Pero no era muy buen dibujante y siempre sería de segunda fila. Además es una verdad que lo que un guionista hace en dos horas, al dibujante le lleva 20 horas hacerlo en imágenes. De ahí que yo considero que al dibujante hay que pagarle lo doble mínimo.” (Del Río, Eduardo, “La Vida de Cuadritos”, (2010). Ediciones de Bolsillo. Pág. 203.)
Al respecto, es notorio como algunos autores y sólo por mencionarlos dentro del estilo americano, como Will Eisner o Milton Caniff funcionaron perfectamente como dibujantes y creadores de sus propias historias sin nunca necesitar de algún guionista. Por lo que viene la pregunta de si vale o no la pena pagarle a un escritor o dejarle todo el trabajo sólo al artista. La respuesta se puede encontrar en varios maestros del cómic europeo como Enki Bilal que al prescindir de los argumentos de Pierre Christín y pese a su incuestionable calidad gráfica, llegó a crear auténticos disparates. Mismo le ha ocurrido a otras vacas sagradas del viejo continente como Milo Manara o Jean Giraud “Moebius”. En el otro extremo, el tan criticado estilo japonés del “Manga”, por lo normal siempre es creado por una sola persona, esta es una de las características que lo ha marginado tanto ante la crítica. Y volviendo al mercado en Europa, se ha comentado que los ya mencionados “Asterix y Obelis” junto con Lucky Luke, tuvieron su tan notable éxito, no gracias a los dibujos de Uderzo y Morris, sino precisamente a los guiones de Goscinny. Y en un polo opuesto, precisamente en el tan criticado estilo japonés dos obras fundamentales del llamado buen manga o de culto, son “El Lobo Solitario y su Cachorro” y “Golgo 13” que rompió con el notable cliché de ser realizado por un solo mangaka, de igual forma su notable aceptación ante la crítica fue gracias al guionista Kazuo Koike. Y al respecto de la mala calidad que se le atribuye a este estilo, se ha comentado que sólo mejorará cuando tenga buenos guionistas dedicados únicamente a la redacción de la historia que dibujará otra persona. En América Latina, el caso más concreto fue sin duda el argentino Héctor Germán Oesterheald, en específico con la novela gráfica “El Eternauta”, cuya trascendencia fue más a su labor como escritor, que a los buenos dibujos de Francisco Solano López. Incluso en la época dorada de la historieta mexicana, que en su tiempo fue tan criticada como actualmente lo es el manga, en donde al igual que el estilo Shojo enfocado para un público femenino, toda la trascendencia corrió a cargo de las historias de Yolanda Vargas Dulché por encima de sus notables dibujantes en estilo sepia, aunque sin duda, el que mejor hizo mancuerna con sus escritos y el más destacado fue el también emblemático Sixto Valencia Burgos, ambos padres del tan querido “Memín Pingüín”.
Ahora pasando al estilo americano, es muy notoria la fama que ha alcanzado cierto guionista, a tal grado de ser considerado por muchos como el mejor de la historia: Alan Moore. Ahí comienzan las ironías, pues para empezar este autor no es norteamericano sino inglés, tiene fuertes tendencias esotéricas que aunque no se ha establecido tal cual; parece que las utiliza a manera de religión y una ardua ideología anarquista. Lo increíble es que ya es un referente del cómic comercial estadounidense, conocido por lectores, no lectores e incluso enemigos del noveno arte. Es necesaria aclarar la clasificación, ¿por qué el cómic británico se cataloga dentro del americano y no dentro del europeo? La razón es muy evidente: el idioma. No es posible competir contra una industria tan poderosa como la estadounidense, por ello siempre ha estado ligada a dicho estilo y nunca ha tenido la autonomía de países como Francia, Italia o España. También es de mucha mención que los británicos, no sólo han impuesto su sello historietístico dentro de su país en las pequeñas ediciones locales, sino que han reformado toda la parafernalia en los Estados Unidos. Tampoco hay que negar la existencia de títulos meramente ingleses como “Tank Girl” y “Judge Dredd”, sin embargo, estos nombres han trascendido gracias a editoriales norteamericanas.
Aclarado este punto podemos seguir con la biografía de Alan Moore, nacido en 1953 en Northampton, Inglaterra en los tiempos en que el movimiento punk estuvo en su máximo apogeo, a la fecha sigue siendo un anarquista y al menos en esa época, no dejó de consumir LCD, de hecho fue expulsado de su institución. Comenzó haciendo dibujos underground para revistas musicales, su primer publicación fue Maxwell the Magic Cat en el periódico Northants Post, pero se salió de ahí luego de una notable tendencia homofóbica por parte de dicho diario. Luego de eso, tomó la decisión de no ser dibujante y comenzó poco a poco a escalar en publicaciones británicas de cómic. Hasta ser contratado por DC para escribir Swamp Thing, levantando al personaje e incluyendo ahí a su célebre John Constantine que más tarde tendría su propia serie en “Hellblazer”, para crear la famosa novela gráfica Watchmen, considerada la segunda mejor de todo el cómic estadounidense sólo superada por “Maus” de Art Spiegelman. La mencionada obra de Alan Moore cambio la perspectiva de los súper héroes y para muchos fue el final de los mismos, al menos a cómo eran conocidos hasta entonces. Sin embargo, por causas muy evidentes (como el hecho de ser ambientada en su natal Reino Unido), en esta ocasión se reseñará su segunda obra más prestigiada, “V de Vendetta”. Todo comienza con un prólogo del autor en donde comenta que “V de Vendetta” originalmente era un intento de serie regular como lo fue “Miracleman”, por lo que se disculpa de su poco conocimiento político a la hora de escribir los primeros capítulos, así como de lo que él llama ingenuidad, al plantear que una guerra nuclear es lo que llevaría a Inglaterra al fascismo. Iniciando la obra que en esta ocasión es dibujada por David Lloyd, aparece su típico plano general que poco a poco nos sitúa en un Londres distópico ambientado en 1997 seguido de una secuencia que alterna a los dos protagonistas a la hora de que cada quién frente a un espejo se preparan para salir a la calle a enfrentar su destino. Los globos son de una emisora de radio muy propia de un régimen fascista. La joven se arregla hasta parecer una auténtica prostituta, al mismo tiempo en un escenario lleno de libros, cárteles de películas, sobre un tocador propio de los que se usan en los camerinos escénicos, este personaje al que nunca se le verá el rostro ni el cuerpo desnudo, se pone guantes, una máscara, peluca y toma una rara apariencia. Por su parte, la jovencita sale a la sombra del Parlamento y se acerca a un hombre para preguntarle si le gustaría acostarse con ella por dinero. Evidentemente es su primera noche, ella tiene un trabajo que no le es suficiente y ese individuo debía de ser su primer cliente, pero resultó ser “Un Dedo” (Agente de Vigilancia Activa), por lo que él podía decidir lo que haría con ella antes de matarla, al instante aparecen sus colegas. La siguiente escena, en un estricto sentido de la palabra, es aún más escénica que propia del estilo súper heroico. Aparece este personaje enmascarado con una apariencia similar a la de los puritanos que comenzaron a colonizar las 13 colonias norteamericanas. También es muy notable que comienza a recitar un monologo de Shakespeare, de hecho, Alan Moore también es actor de teatro. Uno de “Los Dedos” lo toma de la muñeca para quedarse con una mano falsa, al mismo tiempo el personaje emana gas de su manga y escapa cargando en brazos a la muchacha, el hombre que se quedó con su extremidad falsa explota y se quema vivo ante sus sorprendidos compañeros. De ahí viene la pregunta de la joven sobre la identidad de su salvador, él no responde con claridad, utiliza metáforas y es ahí en donde radica la genialidad de este personaje, amalgama de toda la larga trayectoria de las puestas en escena británicas. Ese día era un cinco de noviembre en ese momento explota y son derribadas las casas del Parlamento para que sigan otras pequeñas explosiones con fuegos artificiales que dibujan una “V” en el cielo de Londres. Se lleva a la muchacha para preparar lo que él llama el primer acto. El líder de dicho régimen observa desde su trono frente a varias pantallas, por lo que nos recuerda un poco a Ozymandias. La máscara hace imposible la identificación retinal y como en todo gobierno fascista, se trató de opacar lo ocurrido ante los medios para comenzar con la búsqueda de este nuevo revolucionario. La jovencita queda muy asombrada por el refugio, él nombra a su hogar como “La Galería de las Sombras”. Construida por él mismo, ella no sabía que existiera todo eso, pues se ha erradicado la cultura. No conocía nada de música que ahora estaba escuchando, sólo identifica la voz del amo en la radio, por lo que su anfitrión comenta que habrá que hacer algo al respecto. La escena brinca al tren ligero de Londres en donde viajan militares, en específico uno de mayor jerarquía que comenta que colecciona muñecas, justo antes de entrar al puente, este hombre enmascarado salta a vehículo y literalmente viaja arriba del mismo para detener el metro y saltar a la cabina del conductor. El líder de los milicianos que se apellidaba Prothero al apagarse las luces y tomar su encendedor de Pipa, sólo descubre a sus guardaespaldas muertos. Hasta notar la presencia del enmascarado junto a él y sólo notarse el caminar del tren. La siguiente página fue el interrogatorio del chofer y es evidente que el atacante fue el mismo que bombardeó el parlamento. Descubren su marca y una rosa extinta, el Jefe del nuevo Scontland Yard cuyo nombre es Eric Finch, deduce que este terrorista tiene habilidades físicas muy peculiares; pero por encima de eso le preocupa su evidente genialidad intelectual. De ahí hay un salto a “La Galería de las Sombras”, el protagonista tiene un rehén que de momento deja en el sótano y sube con la joven que dice llamarse Evey Hammond, este personaje por fin se presenta, sólo le pide que lo llame “V”. Ella cuenta la historia de su vida, solía vivir con sus padres en Shooters Hill al sur de Londres, fue hija única le tocó vivir la Tercera Guerra y el pavor que sentía Inglaterra de ser bombardeada por los rusos debido a su lealtad a los Estados Unidos. En este universo posible no sufrió ataques nucleares, pero sí fue víctima de las consecuencias ecológicas de las radiaciones, como el hecho de que su río Támesis se reventó, a la vez nada les llegó de comida del resto de Europa pues se había ido al igual que África. Los siguientes cuatro años de su vida fueron catastróficos, se juntaron con algunos vecinos en un comité de protección que no ayudó mucho, se inundó el drenaje y todos enfermaron, además de que escaseó mucho la comida, su madre murió en 1991 de una enfermedad provocada por la contaminación, hubo disturbios y gente con armas, al final los que llegaron al gobierno fueron los fascistas que se llevaron a los de raza negra, paquistaníes, homosexuales y gente blanca que fuera anarquista o liberal, entre ellos su padre. Ella fue llevada a trabajar en una fábrica con otros niños, así fue durante cuatro años, evidentemente no le alcanzaba y al igual que otras chicas que ganaban dinero extra al acostarse con hombres, ella lo intentó como una última alternativa. “V” limpia el maquillaje de su rostro y le recuerda que su pesadilla terminó. Pero al final sólo comienza para su cautivo, Lewis Prothero. Su voz es fundamental en las trasmisiones de “Destino”, utilizando un biombo este enmascarado toma una nueva apariencia y le dice a Evey que todo el mundo es un escenario y todo lo demás es vodevil. Aparece Prothero con un uniforme peculiar en un escenario a oscuras, detrás de él hay un letrero que dice: “CAMPO DE REASENTAMIENTO LARKHILL”. Aparece “V” con su nuevo disfraz a reclamarle su participación en el mismo, desde ese momento su cautivo lo reconoció como el tipo de la habitación cinco. Y le mostró su colección de muñecas vestidas con un notorio uniforme a rayas, de ahí pasó a la representación de las celdas en donde hacían experimentos con seres humanos y de hecho, uno un escenario de su ya mencionada habitación cinco. Además de su buena voz para dar indicaciones, por la cual lo escogieron para las transmisiones de “Destino”, se encargaba de quemar vivos a los reos en los hornos al más mero estilo nazi, eso fue lo que el enmascarado hizo ahora con sus muñecas. El salto fue al nuevo Scotland Yard en donde con una notoria rapidez, este terrorista dejó lo que quedó del presentador, maquillado como muñeca que no dice otra cosa que Ma-má. Esa noche hubo algo raro en las trasmisiones de “Destino”.
Aquí comienza el tomo dos, de nuevo en un plano general de Londres. Ahora la voz en off es de Adam Susan el líder, defiende ser todo un fascista, comenta sobre el símbolo de dicho régimen inventado por los romanos, mismo que posteriormente utilizó Benito Mussolini, él no tolera la libertad. Continua con un diálogo interno hasta colocarse frente a las pantallas, de ahí la narración dirige al lector a la azotea en donde “V” lanza otro monologo a la estatua de la Justicia a diferencia del diálogo del dictador, el recital del anarquista es magistral. Este personaje en toda la novela nunca tendrá globos de pensamiento, sólo de diálogo. El líder dio a entender que su único amor es la justicia, “V” le reclama que también fue su amante, pero él le declara haberle sido infiel con su amada anarquía que le enseño que la justicia no tiene sentido sin la libertad. Se despide de la dama y le deja lo que parece ser una caja de chocolates en forma de corazón. No es difícil adivinar para el lector, que en realidad es una bomba que posteriormente hace explotar la estatua. Ante dichos actos, Finch intenta sin éxito hacer reaccionar a Prothero hasta que menciona la palabra cinco y él por fin dice otra cosa diferente a mamá… “cinco, cinco, habitación cinco”. De vuelta a “La Galería de las Sombras”, Evey hace un trato para ayudar a “V”, posteriormente en la Abadía de Westmnester en una especie de misa no de la religión católica, sino de la Iglesia Anglicana que es arduamente parecida en cuestión de ritos, además de ser parte de la cultura británica en donde están presentes Finch y el resto de los políticos fascistas, sobresalen dos parejas Conrad y Helen de “El Ojo” junto a Derek y Rosemary (esta posteriormente tendrá un papel fundamental en la novela) de “El Dedo”. De ahí las acciones pasan a lo que en México se denomina curato, donde el Obispo Lilliman recibe a una sexoservidora que no es otra que Evey vestida de niña con dos trencitas. Hay guardias a la entrada, se ha reforzado la seguridad a causa de los atentados de “V”, éste previamente tomó rosas de su jardín antes de salir de su guarida. Mientras tanto, su joven aliada está a merced del religioso, a manera de ritual erótico, ella le pide primero abrir la ventana para divisar la sombra del enmascarado que se acerca y luego pedirle que le lea algo religioso en sus aposentos, sin duda como parte de un plan. La habitación del canónigo es arduamente lujosa y extravagante como crítica a la enorme relación que han tenido las religiones en las dictaduras de este tipo. Le pide a la adolescente que se siente en la cama mientras él lee una especie de salmo, al mismo tiempo que “V” acaba con los guardias y sube por un tubo para entrar por una ventana, esto ocurre al mismo tiempo que el Obispo termina su lectura y pidiéndole a la chica que se desnude, ella aterrada le rompe una lámpara en la cabeza, el religioso sale muy molesto y se encuentra frente a frente con el terrorista. Por accidente, “La Oreja” quiso escuchar las perversiones del Obispo, pero se toparon con la voz de “V”, al instante se notificó a Eric Finch y encontraron a los guardias muertos, la marca y la rosa sellos de este anarquista, además de la grabación de un cuarto que no detectó la mencionada “Oreja”, al ritmo de Beethoven descubrieron que la chica era su cómplice, sólo pudieron escuchar lo que el asesino quiso, como el momento en que aparece el mozo o sacristán con un revólver y luego de forma magistralmente metafórica le da una hostia de cianuro al Obispo. Aquí termina el segundo capítulo.
Gerardo Martínez Acevedo
(Continuará)