La niña y los visitantes nocturnos

Hace unos doce años empecé a buscar casa en alquiler por Parla y sus alrededores ya que necesitaba un lugar donde vivir yo solo; y de Getafe para arriba hay unos precios que te cagas. Buscaba y no encontraba hasta que por fin encontré un pisito frente al Parque de las Comunidades, y más o menos cerca de donde vivían mis dos hijos (con mi ex y ese apolíneo Dios de ébano por el que me dejó). El piso no era muy grande, dos habitaciones, comedor y cocina, para una persona que iba a vivir sola, estaba bien. Lo malo es que estaba en un estado de abandono total, estaba deshabitado, los vecinos a los que pregunté por el dueño y nada más. Ellos me «informaron», con cara de estreñimiento, que escuchaban lamentos en las noches provenientes del piso «embrujado» (así lo llamaban) y que no me fuera a vivir ahí, pero como yo ya había tenido experiencias paranormales muy intensas, (sobre todo con administradores de fincas poseídos por el demonio) pensé, ¿qué más puedo ver que no ya haya visto ya? ¡Cojones, qué equivocado estaba!

Investigué hasta dar con la dueña, una maestra muy amable que me dijo: Rubén, tengo la casa sola porque yo vivo con mi madre y sus cinco gatos, pero es muy tranquila la urbanización…. (¡La urbanización dijo la cabrona! Nunca me dijo: «el piso»). Le pedí que me lo alquilara y accedió, el piso era color mierda por fuera y torrezno por dentro, la pintura muy descuidada, se veía muy fea, sin rejas en los patios pero me urgía un lugar donde meterme y lo hice.

Ya habitándolo, con ayuda de mis hijos y amigos lo pinté de colores menos catetos, aunque la pintura la compré en el Carrefour y no soy muy bueno con los acabados, pero realmente se veía bien, le puse en el descansillo de la escalera muchas flores de varios colores, y un cartel de Mahou (porque soy Mahouista) y ya tenía un hogar muy bonito por fuera y por dentro y totalmente seguro tras poner las rejas, (eso creía yo).

Un día que me estaba cocinando unas hamburguesas para desayunar (que estoy a régimen), salpiqué la pared de la cocina con mucho aceite y pensé «joder, con el pedo que tengo ya lo limpiaré, me voy a dormir la mona» (Al modo hombre de las cavernas, no lo limpié y así se quedó). Debo decirles que el piso ya lo tenía amueblado y decorado, con su póster de Héroes del Silencio y su cenicero con forma de calavera. Era realmente acogedor, las visitas pensaban que vivía una mujer ahí, por lo limpio y bien arreglado que lo tenía, pero conforme lo fui amueblando pasaban cosas extrañas. A veces se escuchaban llantos desconsolados en las noches en el salón; estando yo acostado en mi habitación, se caían los platos, y pensaba: ¿otra vez los putos platos en el suelo? Los habré colocado mal seguramente, pero era una burrada, todos los días se caían platos o amanecía la puerta de la cocina abierta, se encendía el estéreo a todo volumen con la canción de Los Caños, esa de «dulce niña», o el ordenador, televisión y todo eso con el volumen muy alto, se escuchaba en todo el piso, aunque lo tenía bien asegurado, estando cerrado, no había forma de entrar sin llaves.

A pesar de todos estos ruidos, y sucesos me fui acostumbrando a vivir con ellos, muchas veces tomaba tranqimazil, valium o anfetas con lo que no le daba mucha importancia, suponía que era un efecto secundario de mis drogas, escuchaba abrir y cerrar puertas, se encendían luces en la noche, ruidos como voces en el patio de luces, de niños, risas en el salón, de niñas o niños, no sé, o susurros casi inaudibles en mi oído como si fueran amenazas. Ya acostado en la noche, veía sombras en la sala, o al salir del baño veía bultos en la oscuridad cruzar el pasillo y meterse a la otra habitación, estando yo en la mía veía todo eso y, como siempre, asustado, pero me entretenía fumando porros, o poniendo música. La masturbación también era un entretenimiento habitual.

Sin contar con los vecinos, que eran un poco cabrones y cotillas, y se encargaban de recordarme casi diario, que ellos escuchaban lamentos cuando yo salía de viaje, o simplemente cuando no estaba en casa. Recuerdo muy bien que a los dos o tres días después de haberme preparado las hamburguesas, iba yo a cenar, serían las ocho de la noche y me senté en la barra frente a la cocina, tenía todas las luces encendidas, miré hacia donde no limpié el aceite que había salpicado en la pared y al ver bien el área manchada pensé, ¡Hostia puta! ¿Cómo? Estaban formadas tres aterradoras caras demoníacas, ¡increíblemente bien hechas! ¡Como fotos en la pared! Sólo de verlas daban miedo, una tenía una risa siniestra y se parecía a Federico Jiménez Losantos, parecía que alguien las había dibujado con mucha precisión o parecían fotos tomadas y puestas ahí, la segunda se parecía a Cristina Almeida, y la tercera no sabría decir si era Ramoncín comiéndose un chupa chups o el Fary hablando de la mandanga, ¡así de reales eran! Sentí recorrer un frío por todo mi cuerpo, sentí mucho miedo al ver los ojos de esos rostros.
Llamé a una vecina y le dije: ¿puedes venir unos minutos, Manoli? Ella vino a casa y le dije ¿qué ves en la pared? y al verlas, exclamó: ¡Joder qué guarrada! Son las caras del diablo ¿Por qué las pusiste ahí? ¿Estás loco? ¡Guárdate la polla asqueroso!… Yo le respondí: No las puse yo, se crearon solas con el aceite, fíjate bien. Las vio de cerca se dio la vuelta y me dijo; no es cierto, trae un cura, no puede ser eso posible, yo mejor me voy, que tengo que limpiarle el culo a mi gato. Muy asustada se fue, yo me di cuenta que de esta forma lo mismo no ligaba, me di la vuelta nuevamente para ver los rostros y los ojos de las tres imágenes parecía que me estaban viendo divertidos, como si dijeran «qué flipado, el truco de sacarse la polla» puedo asegurarlo.
Me dio mucho miedo, dije: «mañana pinto nuevamente y borro esas imágenes», me fui a acostar con las luces encendidas, cosa que nunca hago siempre apago todo, sólo dejo la luz de la escalera para joder a los vecinos, dormí bien unos días gracias a las drogas. Finalmente ya había pintado nuevamente la cocina y borrado los rostros.

No sé y no supe bien cómo pasó lo que les contaré pero tres o cuatro días después de eso, una noche ya estando acostado y dormido, ¡escuché golpear la puerta de mi habitación cerrándose! Yo sobresaltado abrí los ojos, todo estaba en total oscuridad, pero con la poca luz que entraba por la ventana vi a una niña de unos diez u once años con una batita larga hasta el suelo de color azul claro, sucia, y la ropa se veía muy usada, como manchada, estaba de pie a un lado de mi cama. Detrás de ella estaba el tocador con un gran espejo. La niña tenía unas ojeras impresionantes, negras, alrededor de los ojos, estos no tenían iris ni pupila, eran totalmente blancos y ella era extremadamente blanca, pálida, despeinada, con el cabello negro, lacio, largo, ¡eso se veía en la penumbra de mi habitación! Me asustó muchísimo, volteé a ver el reloj eran las tres de las madrugada y cuando reaccioné le iba a decir ¡Qué haces aquí, vete a calentar pollas a una guardería! Pero no pude hablar… La niña hizo un movimiento con su brazo tembloroso, parecía no tener fuerzas para señalar con su dedo índice hacia la entrada de mi habitación y murmuró estas palabras sonriendo, y con una voz dulce pero no sé, aterradora, dijo: «te vas a morir…. ya vienen ellos hoy por ti…»
¡Qué hija de puta! Me quise incorporar pensando ¿se me subió el muerto? Así se dice en México cuando tienes un sueño lúcido, ¿ésto es real? ¡Yo estaba despierto! Estaba a punto de sacarme el pene para masturbarme por segunda vez esa noche (cosa que relaja mucho) cuando de pronto, de la cabecera de la cama sale muy rápido, medio cuerpo de un hombre, era una forma humana que tenía la cara desfigurada, muy fea, no parecía piel, no se le veían bien los ojos, eran totalmente negros como los de un reptil o un pez, figura que nada más salía la mitad del cuerpo, todo estaba oscuro, me apretó y me volvió a bajar, acostándome nuevamente con sus manos, sosteniéndome del hombro, casi del cuello y de la frente y me dijo: hoy te voy a matar… Lo tomé de sus muñecas ¡estaban heladas! Le dije: ¿Por qué? ¿Quién eres? ¿Me vas a violar analmente? Y me dijo: ¡Soy tu administrador de fincas! Pensé: ¡hostia puta, estoy jodido!, y le dije: ¡Tú no eres administrador de fincas, enséñame el número de colegiado! ¡Tú no me vas a hacer nada! Y empecé a forcejear contra su descomunal fuerza, yo no podía vencerle, en este forcejeo vi a la niña que anduvo dos pasos y abrió la puerta de mi habitación, alcancé a ver el pasillo muy oscuro, sólo se escuchaban risas escalofriantes y pasos de alguien acercarse, pero ¡eran varios! La figura humana me seguía apretando, entonces entran tres siluetas humanas grises como si fuera gente con piel de elefante, horribles de verdad, a mi habitación, rodeando mi cama, viéndome. Yo ya pensaba que me iba a salir lechecita por el culo, el susto fue tal, que no sé porqué no se me paró el corazón pero me puse a gritar groserías y les decía: ¡No me vais a hacer nada! ¡No tenéis el poder de hacerme nada! ¡Mi culo es mío hijos de puta! No recuerdo bien cuantas palabrotas les gritaba pidiéndoles que se fueran, parecía que escupía mierda por la boca cada vez que gritaba, yo estaba a punto de dejarme vencer de tanto terror que estaba experimentando, os lo juro, pero por último les grité ¡Vosotros no sois más poderosos que Dios! ¡Y Dios está conmigo, él me protege! ¡Mahou, ven y llévate estos seres! Sé que lo grité muy fuerte y seguía forcejeando con el ser que salió de mi cabecera, que ahora ya me estaba chupando el cuello, generándome sensaciones encontradas, porque hacía muchas cosquillitas. De repente, la presión desapareció sobre mi cuerpo y ¡me sentí liberado! La forma humana me había soltado. Muy, pero muy asustado salté de la cama como si me hubiera sentado en un cactus, me levanté y las cinco siluetas, como si fueran de humo, se metieron en el espejo grande del tocador, eran las tres y doce de la madrugada, me di cuenta que era como un sueño pero fue real, estaba sudando y temblando descontroladamente como si me acabara de despertar. Muy rápidamente en cuanto se metieron por el espejo, encendí las luces, ¡pero fue inmediatamente! Lo extraño es que cuando me di la vuelta hacia el espejo del tocador de mi habitación, el espejo se estaba balanceando de adelante hacia atrás como si hubiese sido empujado, haciendo que el reflejo de mi imagen subiera y bajara. Estaba tratando de asimilar lo ocurrido buscando alguna explicación lógica, pero no la había, pensaba que si fue una pesadilla ¿por qué se mueve el espejo? Estaba muy asustado seguía temblando cuando el ruido del timbre hizo que saltara del susto… Y obvio me sacó de mis pensamientos. ¿Alguien llamando a esta hora? Con mucho miedo salgo de la habitación hacia el pasillo prendiendo cada interruptor de luz a mi paso, voy a ver quién era, abro, era el vecino de enfrente, que me dice; ¿todo está bien, vecino? y le dije; sí, vecino… ¿Por qué? ¿Qué paso? Yo muy atento y cortés. A lo que responde: bueno, el administrador de fincas ha amenazado con otra demanda, pero como eres alquilado, mejor díselo al propietario y por otra parte, desde mi casa en tu habitación parecía que algo estaba haciendo corto, como un cortocircuito, vi luces como relampaguear, si no me abrías iba a llamar a la policía o a los bomberos… Yo le dije: «es la televisión, vecino, gracias», acto seguido se fue (porque le cerré la puerta en las narices) y ya os digo yo que la tele siempre estuvo apagada.

He seguido viviendo ahí unos seis años más y aunque pensé en tirar a tomar por culo el espejo y el cabecero de la cama, luego los vendí por wallapoo por unos diez euros cada uno, con todo y con eso, seguían sucediendo cosas raras, paranormales, aunque esos seres jamás regresaron, tampoco la niña, estoy seguro que Mahou los castigó.

Rubén Luque

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