Logicómix: Viñetas filosóficas al estilo bande dessiné

  1. ENTREACTO.

Antes de comenzar con la segunda parte como tal, se puede decir que hay un entreacto en donde luego de discutir con Apostolos sobre que “La Lógica Deriva a la Locura”, Christos acompaña a Anne Bardy a un ensayo en donde él presumía de estar en su ciudad y conocer sus barrios. Con todo y que evidentemente ya tenía bastante tiempo sin visitar Atenas, no pudo menos que sorprenderse al toparse con lo que en México se denomina “Zona Roja”, llena de prostitutas e inmigrantes, aspecto muy notorio al bajar del metro. De hecho, él cayó en el viejo engaño de alguien que le pide prestado su celular para hacer una llamada de emergencia y al instante salir corriendo con todo y su teléfono. Pese a todo, encontraron el lugar en donde se ensayaba “La Orestiada” de Esquilo. Al siguiente día regresó a Berkeley, California y le envió un correo a Apostolos sobre dicha experiencia. Y su punto de vista sobre los lógicos y la locura. Él tenía un mapa mental de la urbe en la que se crió  y lo confundió con la realidad. Quizás en un caso muy extremo, los lógicos también tienen una cartografía en su mente a tal grado de creer que esa es la vida real. Al respecto hay que añadir algunos aspectos para establecer el contexto de lo ocurrido. Antes de formar parte de “La Unión Europea”, Grecia era uno de los llamados países pobres de Europa, tal vez no al extremo de Portugal o Irlanda; pero sí en una situación muy distante de ser una potencia del viejo continente como Alemania o Reino Unido. Con la imposición del Euro como una sola moneda para los miembros de la UE, su economía ha mejorado arduamente, pero aún es un punto muy estratégico para la entrada de emigrantes y todo lo que esto conlleva. Sin embargo, nunca ha perdido su herencia cultural de ser la cuna de la civilización occidental. A todas luces este breve intermedio, estableció un contexto actual de lo que ha ocurrido con la patria de los autores en esa fuerte anécdota urbana y muy propia de un mundo global.

  • GUERRAS LÓGICO-FILOSÓFICAS.

Luego de dos viñetas en el estudio de Atenas, luego de recibir el correo de Christos, la historia de Russell se ambienta en los períodos que pasaba en la playa de Brighton para pensar. Ya se había divorciado de Alys y luego de 20 años, “Los Principia Mathematica” iban a ver la luz para la pequeña porción del mundo que podía entenderlos. Fue en esos momentos de la vida del filósofo en que un joven extranjero tocó a su puerta en la universidad, pues Frege le dijo que él le podía enseñar Lógica, ese alumno no era otro que Ludwig Wittgenstein, aquí el manejo del movimiento en el personaje fue fundamental, pues a todas luces debió de tener Déficit de Atención con Hiperactividad, fue de los pocos que había leído, entendido e incluso estaba confrontando el ya mencionado libro de Russell. Apasionado profundo e intenso, fue un reflejo de la juventud de su maestro, en cierta forma llegó a su vida en el momento preciso en que requería de un alumno. Ante el comentario de que podría terminar loco, el joven austriaco respondió, “Dios me libre de la cordura”. De nuevo es importante mencionar la forma en que fue dibujado este personaje con diferentes poses que denotaban su emotividad. Quizás fue el máximo logro de Alecos, al hacer sentir en el lector lo hiperquinético que era Wittgenstein. En comentarios de los autores en su estudio de Atenas, la niñez de Russell le dio razones para mitigar las emociones por lo que fue su carácter e inseguridades las que lo llevaron a dedicarse a la Lógica, por lo que un alumno tan expresivo y a la vez igual de comprometido, le produjo una fuerte reflexión. Luego de un falso ataque cardiaco a su amada Evelyn que en realidad no fue sino una indigestión, Russell comenzó con su faceta de utilizar el pensamiento a favor de los asuntos humanos, para bienestar del prójimo, así fue como inició a dar charlas. Todo esto en el verano de 1914, es decir con el inicio de la Primera Guerra Mundial. Eventos que Bertrand Russell denominó hechos ilógicos, que poco a poco fueron desatando otros. He ahí la viñeta que además es portada de la edición castellana, en donde el protagonista empuja con su dedo unas fichas de dómino en hilera. Por ello entró en acción con su postura pacifista, el 4 de agosto de 1914 asistió a una manifestación en pro de la paz, cuando Reino Unido de acababa de declarar la guerra a Alemania. Por un momento comentó que se sintió nacionalista y apoyo al rey, pero que luego de ese delirio volvió a la razón. Y más por el hecho de que su ya mencionado alumno ejemplar, se alistó en las filas del ejército imperial austrohúngaro. Primero como Ingeniero, con apoyo de su acomodada familia, sin embargo, no dejó de racionalizar sobre la lógica y su nueva pasión, la Lingüística. Esto al momento de ver como los cañones y soldados de juguete representaban un batallón de infantería y los cañones un regimiento de baterías, tal cual una referencia lógica. Sin embargo, se fue al frente a vivir dentro de las ya mencionadas trincheras, dormir en el barro y de hecho fue voluntario para denotar una bomba, lo que a todas luces sólo puede hacer un verdadero héroe de guerra. Y lo mejor es que regresó de dicha odisea, de Eric Whitehead no se pudo decir lo mismo al ser derribado por otro avión. Quería mucho a ese joven, pero no pudo estar presente en su funeral, por lo que le lloró a su manera. En ese cronotopo narrativo, de nuevo se hace referencia a la conferencia de Russell en los Estados Unidos ante la situación que se repetía, su postura pacifista ante la inminente “Segunda Guerra Mundial”. Y la petición de reanudar su postura ante el hecho de que todas las guerras son irracionales. En su juventud por mantener dicho ideal fue expulsado de la Facultad y fue llevado ante un juez que lo sentenció a seis meses de prisión, en ese encierro volvió a la Filosofía. Meses después de terminada la “Primera Gran Guerra” recibió una carta de Wittgenstein. ¡Había terminado “El Tractatus”! De nuevo hay un salto  espacio-tiempo para situar al lector en el estudio de Atenas. En donde Apostolos les explica al dibujante Alecos y a la colorista Annie sobre el hecho de que la primera frase de dicha obra, se refiere a la realidad del mundo y el mundo es modelado por el lenguaje, eso es lo esencial de lo que llama teoría de la imagen (tan utilizada en el análisis y la semiótica del cómic). De ahí se regresamos a un 1919 en el “Encuentro Seminal en la Haya”. Tras la guerra, un austriaco no podía ir a Inglaterra por lo que se vieron en tierra neutral, pasaron una semana hablando sobre los argumentos del Tractatus. No fue fácil para Russell asimilar la total aniquilación de la obra de su vida. Este capítulo tan complejo termina en un escenario nevado en donde Russell y Wittgenstein dialogan sobre sus respectivas obras y su confrontación, el joven austriaco de nuevo se valía de una nueva herramienta, la Lingüística.

  • INCOMPLETITUD.

Este capítulo comienza de nuevo en el estudio ateniense con un Christos recién llegado que ahora luce una llamativa camisa hawaiana. Hablaban sobre “El Tractatus”, en relación de que el académico de la Universidad de Berkeley, California lo considera un libro sobrevalorado. De ahí al volver con la vida del filósofo Bertrand Russell, aparece en el ambiente de la postguerra y en específico en una exposición y performance de Dadaísmo, en donde no es sorprendente su comentario de que prefiere quedarse con las matemáticas y a su vez dentro de su ambiente académico hubo una fuerte trascendencia del “Tractatus”, como parte de ese mismo ambiente de reconstrucción post bélico. Para entonces nuestro protagonista se había vuelto a casar y se enteró junto a Dora, su nueva esposa que Wittgenstein le dejó su fortuna familiar a las ya ricachonas de sus hermanas para trabajar de maestro en una escuela en una aldea de los andes, todo eso mientras él, Bertrand Russell se convertía en padre por primera vez. Aquí llama la atención “El Círculo de Viena”, pero dentro del ámbito de la Lógica y la Matemáticas en donde sobresale la figura de Kurt Gödel, un joven que aportó arduamente a las teorías del entonces tan popular Wittgenstein, al que pese a ser uno de los más jóvenes, ya lo llamaban anciano. La propuesta de Gödel es que la verdad o la falsedad, si es el caso de toda proposición lógica, en teoría pueden demostrarse. Las preguntas de aquel joven le devolvieron a Russell sus días de embrollo filosófico y comprendió que en su búsqueda existía un vacío, un vacío que había fracasado en llevarlo todo en su vida. De aparece un falso encuentro con Frege en donde salen a relucir sus ideas anti semitas y muy racistas, para posteriormente pasar a una cuestión arduamente interesante en la vida tanto del protagonista como del su máximo discípulo que ya ejercía la docencia.   Wittgenstein no tenía tolerancia con los pequeños y utilizaba su regla no sólo para trazar sino para flagelarles las nalgas, por lo que no tardó en ser despedido. Por su parte Russell intentó poner su propia escuela para innovar en una educación sin reglas en donde todos los niños se le salieron de control siendo un total fracaso. Estos dos aspectos en términos modernos pueden compararse con el conductismo y el constructivismo. El primero tal como se refleja en el autor del “Tractatus” es una imposición salvaje de la información, por lo tanto al final de cuentas y sobre todo, precisamente en la enseñanza de las matemáticas, es un fracaso, el segundo reflejado en el protagonista es dejar que los alumnos construyan su propia educación, pero al no haber una regla que los modere, genera un descontrol y también es un fracaso. Al respecto y en específico en Bachillerato se manejaba una fuerte educación conductista, a partir de la imposición del llamado Bachillerato por Competencias, se impuso el constructivismo. Si bien, pese a todo sí han surgido cambios interesantes, el problema radica en que tampoco es correcto negar aspectos básicos de la conducta como son las sanciones, las reglas, el reprobar al alumno cuando verdaderamente lo merece y no regalarle la calificación, entre otros aspectos. Por muchos características muy presentes en el adolescente actual, es necesario encontrar un equilibrio entre estas dos posturas, aspecto que les faltó a dos titanes del pensamiento como los aquí mencionados, pues ambos fueron un fracaso como educadores.

Luego de esto aparece la famosa anécdota del hijo de Hilbert, otro lógico fundamental de esta época, en donde su hijo diagnosticado con la típica esquizofrenia fue llevado a la fuerza a una clínica psiquiátrica mientras él daba una clase al aire libre, sin sentir remordimiento y sin nunca haber vuelto a visitar ni a ver a su hijo. 

En el nuevo “Congreso de Lógica del Círculo de Viena”, luego de que un aparentemente lúcido Hilbert se valió de la entonces novedosa tecnología de la radio para la difusión de sus propuestas, tal cual la herramienta de una nueva Lógica para demostrar todo enunciado matemático o su negación. Ahí apareció otra importante mente de su tiempo, Von Neumann, sin embargo, la estrella volvía a ser Kurt Gödel con la siguiente postura: “¿Todo enunciado matemático es demostrable, ya sea el enunciado en sí o si éste afirma algo falso, su contrario? ¡La respuesta es no! ¡Siempre habrá preguntas sin respuesta! ¡No sin responder! ¡Sin respuesta!”. Ante esta desilusión Von Neumann dijo, ¡Se acabó!

Para muchas personas “El Teorema de Incompletitud” era el fin de un sueño. “El Círculo de Viena”, malinterpretó también “El Tractatus” y les desconcertó la postura del que descubrieron aún era un joven autor. A partir de ese tiempo aparecieron los nuevos movimientos cada vez más irracionales, el nazismo, el anti semitismo. Incluso el asesinato del Professor Schlick del mencionado círculo que veía llegar su fin y la liberación de su asesino por “El Tercer Recih”. Luego de cerrar su fallida escuela y separarse de Dora, esta meta historia vuelve a la conferencia que un viejo Bertrand Russell impartía en Estados Unidos ante el estallido de una, “Segunda Guerra Mundial”. En palabras del protagonista tanto el nazismo de Hitler como el comunismo de Stalin eran sistemas extremos que coincidían en algo, la abolición de la libertad. Para concluir su charla, que más bien era la historia de un hombre que espera encontrar el modo de conseguir respuestas perfectamente correctas, esta meta historia concluye con la contribución de su relato en la decisión de cada quien de entrar o no en la guerra. Cada quien en la conferencia tiene que formular su propia respuesta. La última viñeta de este capítulo termina con los autores en su estudio en Atenas y la invitación de Annie di Donna para ir todos a ver “La Orestiada”.

  • ESCENA FINAL.

   En este epilogo por llamarlo así, Apostolos y Annie caminan por las calles contemporáneas de Atenas mientras él, cuenta de manera general lo que son las dos partes primeras de “La Orestiada” de Esquilo antes de ir a ver la puesta en escena de la tercera y última entrega de la misma. En el camino se cruzan con Alecos y Christos, que aún cuestionaba el final de “Logicómix”. Esto en relación a los acontecimientos que siguieron durante la “Segunda Guerra Mundial”, en específico a partir de 1936 con la “Máquina Teórica” que mutó en lo que hoy es el ordenador. Annie es sorprendida por Anne con máscara de “La Furias”, antiguas diosas de la venganza también conocidas como “Perras Sedientas de Sangre”. Su expresión de equidad de género es clave en estas viñetas: ¡Qué bella! A su vez hablan de otros acontecimientos posteriores acaecidos a los lógicos. Como el caso de Turing que también fue precursor de la Informática pese a ser condenado a un tratamiento para su homosexualidad que lo llevó al suicidio.

Es curioso como la última escena de esta novela gráfica, es en realidad una representación en cómic de una obra de teatro con los autores en calidad de espectadores. La representación escénica fue con todos los elementos de vestuario, en donde Atenea la diosa de la sabiduría da su voto a favor de Orestes para que “Las Furias” se convulsionen ante su derrota, por lo que la mencionada diosa invita a las humilladas “Perras Sedientas de Sangre” a quedarse en esa misma ciudad que ahora es el escenario de esta obra y que en su tiempo también fue la capital del mundo helénico. En ese momento Anne es la que se quita la máscara en símbolo de que se ha ido su furia y aceptan vivir en dicha metrópolis. Tanto la escena como este cómic terminan con diálogos del ya mencionado trágico griego en un plano general de “La Acrópolis”, lugar donde fue este ensayo general, tal cual como se llevaba a cabo siglos atrás. Aquí termina “Logicómix”.

CUADERNO DE NOTAS.

 Un aspecto propositivo de “Logicómix”, es que al final de esta novela gráfica se incluye un apéndice que en esta ocasión lleva el nombre de “Cuaderno de Notas”. Son diferentes definiciones de términos utilizados a lo largo de la obra. Entre ellos y por no citarlos todos: algoritmo, autorreferencia, axioma, cálculo de predicados, demostración, fundamentos de las matemáticas, lógica, una breve biografía de los lógicos que aparecieron, etc. Y de hecho, este glosario es un aspecto muy útil al momento de utilizar esta historieta como herramienta didáctica.

A MANERA DE CONCLUSIÓN.

“Logicómix” fue una innovación en la forma de difundir la filosofía, en este caso por medio de la narrativa gráfica secuencial. A los que han seguido otros títulos similares o diferentes en su estilo gráfico y filosófico. Por lo que de nuevo es una evidencia de los arduos alcances del noveno arte, no sólo en la ficción sino en la divulgación del llamado “amor a la sabiduría” que fue el origen de todas las demás ciencias. Por lo que de nuevo hay una invitación a filosofar, pero ahora a través de este mundo a cuadros.

Gerardo Martínez Acevedo.

                                                                                                               “Efrén Bantú”

NOTA: En este 2021, todavía saliendo de la pandemia de este siglo y después de una ardua preparación que aún no termina, por fin impartiré un taller de “Cómic y Filosofía”. Fue un largo proceso y esta reseña completa de “Logicómix” es un adelanto a esta nueva pedagogía historietística y filosófica. Ante esta larga espera que tuve que aguantar sólo me resta citar a Aristóteles: “la paciencia es amarga, pero su fruto es dulce”.  

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