Coda

“El hombre no vive únicamente su vida personal
como individuo, sino que también, consciente o
inconscientemente, participa de la de su época
y de la de sus contemporáneos”.

Thomas Mann

¿Un papel en una película? Qué va ser.

—¡Es en serio, iba pasando por la calle y un señor me hizo señas para que me acercara! Me dijo que estaba buscando gente para una película que iban a grabar en una semana , que yo estaba perfecta para el papel —le contesté a mi padre.
—¿Y luego? ¿Le dijiste que sí? No, hombre, no pierdas el tiempo con eso, mija —me dijo mientras le daba una mordida a la tortilla moviendo la cabeza.
Yo no le hice caso. A la semana siguiente me presenté al lugar donde me habían citado, un mar de gente inundaba el recinto. Mientras veía asombrada al gentío que pululaba de un lado para otro pensaba «¡Ahora sí! De aquí de jodido salgo directo a una telenovela». Mi fantasiosa mente me imaginaba siendo invitada a los programas de farándula y a grandes fiestas, uyyy la cara que pondrían mis vecinos, cuando me vieran convertida en una estrella.

La cosa fue que pasaron los días y nomas no veía claro de qué iba la cosa, don Pablo me dijo que el director se llamaba Alejandro y que él me diría en su momento qué tenía que hacer.

De cine conocía poco y nada, así que cuando vi las cosas que estaban grabando el señor ese con finta de hippe se me hacían muy raras, sapos vestidos como soldados de la conquista peleando contra camaleones vestidos de indios, gente llevando en lo alto cabritos despellejados como si fueran santos cristos, y muchas monas encueradas, sólo pensaba «hay, dios, qué gente tan rara, no me vaya decir el hippie este que me encuere también, se me hace que andan todos mariguanos».

Total, un día don Pablo me gritó apurado que pasara al área de maquillaje —Ya vas —a filmar me dijo.
—¡¿Cómo, si don Alex ni me ha explicado qué tengo que decir?¡ —pregunté nerviosa.
—No te preocupes, ponte este vestido y ve a que te maquillen, cuando estés lista Alejandro te va decir qué tienes que hacer —me lo dijo apresurándome con ademanes desesperados.

Mientras caminaba rumbo al vestidor admiraba el vesuario que me había entregado don Pablo, era hermoso de un blanco inmaculado, ojalá pudiera quedarme con él, pensaba. Cuando las chicas de maquillaje terminaron su trabajo, inmediatamente pedí un espejo, ¡cuál fue mi sorpresa al ver el maquillaje blanco llenándome el rostro y unas ojeras de panda alrededor de mis ojos.
—Oigan, no la frieguen. Así no voy a lucir nada —les reclame.
—Mira, así nos especificaron que te maquilláramos y apúrate que ya están llamando a filmación —me contestaron,
No muy convencida me encaminé al lugar de filmación.
—Ándele, tenga esta espada y súbase a ese árbol —me apresuró don Alex.
—¿Qué? Oiga, no la amuele, el árbol está lleno de gallinas, me van a picotear el vestido.
—Usted súbase al árbol, rápido y cuando yo diga acción, usted esgrima la espada y haga gestos amenazadores con su boca, así mire… —me dijo mientras hacía muecas y carantoñas, tuve que morderme el labio para no soltar una carcajada.

Pues bueno, hice de tripas corazón, subí al árbol como pude y me acomodé tratando de no aplastar a las gallinas que estaban amarradas al árbol, minutos después escuché la orden ¡Acción! Así que comencé a zarandear la espada y hacer gestos amenazadores como me habían dicho.
«Que bueno que me pintaron las ojeras estas, he de parecer pendeja» pensaba cuando de repente escuche el «¡Corte!».
Mientras bajaba del árbol don Alex me decía: «muy bien, quedó perfecto, ya se puede retirar».
—Ah, chinga, ¿apoco que ya fue todo? —pregunte.
—Así es.
—Oiga, ¿y cuánto me van a pagar?
—Ehmm, no, mire, esta es una película experimental, estamos creando arte aquí…
—Uuuuh, ya valió, ósea que no me van a pagar…
—Mire, cuando se estrene le prometo que se le pagará algo, por mientras llévese algunas gallinas del árbol si gusta.
—Újulue, mejor un cabrito, ¿no?
—Ok, ok, llévese también un cabrito, pero no me moleste más por favor.

Cuando llegué a mi casa estuve a punto de matar de un susto a papa, en las prisas se me había olvidado quitarme el maquillaje.
—Entonces con esto te pagaron, mija.
—Pues sí, que hasta que se estrene me van a dar dinero.
—Mmmh, te dije que esto no me olía nada bien —me contestó adelantando lo que tiempo después confirmaría.

La película se estrenó en algunos festivales donde fue criticada al punto que el gobierno la prohibió, a don Alex hasta lo corrieron del país.

Así de rápido terminaron mis sueños de fama, me ofrecieron un papel de marciana en “Keiko en peligro“ años después pero yo ya estaba curada de espanto y les dije que no, ¿qué tal que ahora me quisieran pagar con pescados? Mi papa siempre decía “a dónde va el buey que no are” y pues al final termine entendiéndolo.

—Ay, abuelita, qué cosas dices, jajajaj, pues fíjate que en Europa recibió muchos premios, que incluso ya están por sacar un dvd especial.
—No, mija, qué va ser —contesta incrédula la anciana desde su lecho, siente que se le escapa la vida y aunque no lo diga, le duele demasiado no haber recibido nunca el reconocimiento que pensaba le daría por participar en esa película, sabe que le queda poco tiempo, el doctor se lo dijo en su última visita, por eso vuelve a contarle a su nieta la historia de su fallido ascenso a la fama.

Meses después su nieta llega corriendo a visitarla con una laptop, gritando emocionada: «¡Abuelita, abuelita! No lo vas a creer, en esta página alguien escribió un cuento sobre ti, hasta pusieron una foto de tu participación en la película», sólo para darse cuenta que la vieja ya no puede escucharla pues ha partido de esta vida hacia su montaña sagrada.

Gabriel Carrillo

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