Animación suspendida

Envidio al viejo oso que se retira a dormir

sin tener otra cosa que esperar más que el alumbrón primaveral.

Al despertar lamerá la escasa nieve y se acostumbrará a la mirada del sol.

Envidio al viejo oso que se retira a dormir

sin tener otra cosa que esperar más que el alumbron primaveral.

Al despertar iniciará su camino al río e irá de pesca.

Hace mucho que no voy de pesca ni escucho

cómo gorjean los gorriones alrededor de su nido.

Envidio al viejo oso y su abrigo de fuego

sin tener otra cosa que esperar más que el alumbrón primaveral.

Al despertar iniciará su camino hacia las dulces abejas.

Hace tiempo que la miel no es mi alimento ni la amistad es mi abrigo.

Envidio al viejo oso que tiene como amigo al atoño y se retira a dormir

sin tener otra cosa que esperar más que el alumbrón primaveral.

Al despertar iniciará el camino e ingnorará a los hombres

porque antes que ellos un pájaro pasará y el oso

sabrá que está en el lugar que la naturaleza le concedió.

Admiro al viejo oso que se cubre de hojarasca y se tiende a dormir.

En tanto yo, sostengo entre mis manos una animación suspendida

donde los restos de mi sueño se revuelven como agua silvestre

y no escucho al otoño y sus cartas secándose sobre el suelo

no escucho al pez ni a la abeja y lejos estoy de la primavera.

Soy como una máquina en la que alguien elije el modo hibernar

y solo siento que la nieve del silencio cubre mi cuerpo.

Hortensia Carrasco Santos

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