Con su germen como parte de las celebraciones por el treinta aniversario de la compañía Toho, la primera película en color para los dos titanes titulares tuvo a su vez versiones divididas: la original lanzada en Japón el 11 de agosto de 1962 y la edición estadounidense bajo el brazo de Universal (con el permiso de la RKO para utilizar el personaje de Kong) que llegó a salas durante el verano de 1963.
Si bien la resolución del enfrentamiento en la cinta (aun contando con un “vencedor”) tiende a la ambigüedad, el contraste entre las versiones decanta una clara superioridad hacia las costas niponas considerando su cohesión temática junto a la forma en que abraza su tono cómico y la expresividad de dichas intenciones (con variados lances al slapstick mientras que los reacomodos e insertos noticiosos son demasiado explicativos y solemnes en el corte occidental).
Dicho esto, la trama en ambas bordea la espectacularización mediática de la pelea y hace enfoque al sensacionalismo publicitario para aumentar el índice de audiencias.
Algo curioso para un producto que desde su salida era precisamente todo aquello y que en un 2021 con la lucha siendo relanzada y “rebrandeada” podría decir mucho acerca de las nuevas maneras en que agencias/servicios/empresas ofertantes de “contenido” planifican reuniones colosales.
Eso (y volviendo a la película de los 60’s) sin olvidar el encanto que representa para los espectadores presenciar la destrucción de maquetas en miniatura y la atracción principal con el par de botargas espantosas lanzándose torpemente una contra la otra.
Juan Ramón Ríos