En un ardoroso día de estío
pedí a Rockdrigo su nave cibernética.
En cuenta regresiva despegué
despedida por los ciberpunks del Chopo.
Echaría de menos la espuma de cerveza
las librerías de viejo y los parques con estatuas.
Pronto formé mi escuadrón de mutantes
poetas, mendigos, feministas y vendedores de la calle
viajaban conmigo cantando el verso de Gabriel Celaya:
“La poesía es un arma cargada de futuro”.
Con esa fuerza deseábamos derrocar a los narcorobots
que querían formar un imperio en nuestra Tierra.
Ellos invadían cada espacio con sus naves sembradoras
desaparecían niños y niñas, mujeres y ancianos
manipulando la voluntad al deshojar las amapolas.
Quisimos refugiarnos en el retrofuturismo
para hacer de las artes nuestros escudos espaciales.
Que nuestra astronave llegara para liberar al mundo
y volver a escuchar el trinar de las flores
la germinacion de las aves en el aire, el grito de los sapos,
la dúctil voz del fuego y los sollozos del agua.
Pero estábamos a años de luz del objetivo
genios del mal aparecían con discursos destructivos
la oscuridad se volvió tema para la poesía.
Luchamos contra el androide Capitalismo XXI
y casi no tenemos tiempo para cambiar la vida.
Hortensia Carrasco Santos