—Pasa adelante, siéntate aquí, toma mis audífonos, mira fijamente la pantalla y escucha esta canción, wey.
Agrando la pantalla, no muevo el mouse, se disparan las ondas del mar de neón, un flash que han hecho arder tus coloridos ojos apenas tus pupilas se contraen. Los audífonos empujan los ecos, ecos diferentes, cortos, largos, altos, bajos, electrificados todos, vibrantes, energías que vibran dentro de ti, llegan a tu corazón latente tratando de reventarlo. Te veo temblar, veo como tu pecho se hincha y se encoje, se hincha y se encoje, se hincha y se encoje… sudas. Te tomo de los hombros.
—Tu alma se desprenderá de tu cuerpo durante los minutos que dura la canción. Sigue viendo la pantalla, y si ves una palmera solitaria en una isla únicamente cubierta de arena, relájate, es parte del viaje; no olvides concéntrate también en la canción, se escucha distorsionado pero poco a poco se volverá nítido… ¿lo oíste? ¿lo viste? ¿No es hermoso?
Presiono los audífonos sobre tus oídos
—El más allá es digital ¿ya checaste?
Karla Janith Carrizales Rodríguez