En la orilla del silencio
infinita sea tu palabra
que rellena las cuerdas (invisibles)
del universo
y trasgrede la luz de tu mirada.
A galaxias de distancia,
busca alcanzar mi materia
tu esencia etérea, tu partícula vacía,
tu “yo”.
Colisiones de mi mundo pasado
partieron hacia ti,
atravesaron el tiempo sin reloj
que parió horas negras de dolor,
de desgracias
y quantums de energía.
En el mar de estrellas rojas, llego a ti,
Sol de la media noche de las eras,
de los eones,
que ruge con sonidos afónicos.
Voraz, abrazas y recibes con destellos.
Mas me consumes
con tu atracción fatal de belleza indómita.
Salvaje oscuridad
para transformar, para bendecir.
Y todo de ti se deshace, se propaga
en calor que abriga
cuanta realidad se te antoja.
Sol —dragón enfurecido—,
te alimentas de la destrucción lejana
de lo que alguna vez fui.
Entonces, fundes mi destino
con el tuyo, y yo desaparezco…
Pero no, una esperanza de viento brillante
nutre mi mortalidad perenne:
Soy polvo solar
de energía reciclada,
que nace, crea y se desvanece
en la infinitud de los ciclos cósmicos.
Esperanza Angeles Soto