Van varios días que sueño con duendes, como si masticaran con sus dientes partes de mi cerebro y no quisieran regresarlos, como un diente partido que tuve cuando me aventé con papá: mi cabeza pegó en su cráneo y de ahí ya no quise moverme, y todo desde ahí me llevó a que me sintiera entumida. Trato de decir esto a papá, como si creyeran que lo que les digo no es algo que puedan creer porque no tengo las palabras para expresarlo, pero todo se me queda en el pensamiento y no hay forma de que puedan ver lo que yo misma veo, y por eso es por lo que amanezco con sudor y aliento agitado, la respiración es fuerte y tengo que recuperarla. Sé que a veces los puedo ver como lo que son, su cabeza pelona y de color amarillo, sin los gorros y con una piel amarilla, como si fueran algo que mis ojos no pueden ver, y otras veces los veo como si corrieran por el estacionamiento del vecino que tiene un jardín con nochebuenas; podría jurar que al aparecer corriendo en ese lugar se habían comido todos los conejos blancos que habían criado para la cena, pero tampoco es como si supiera cómo se daba todo. No es que fueran del montón, a veces eran pura piel blanca y ojos negros, y miraban y chillaban fijamente, y cuando digo que sus ojos eran negros es como el color que tienen los ratones o los hámsteres, no alcanzas a ver si tienen la iris marcada, es puro negro pero es algo que pertenece a lo tierno, como el huevo, y no sé decirlo, pero a diferencia de ellos la forma en que esos seres se aparecían en sueños es que ellos lo que tienen es amenazante, sus ojos son como sombras, y su expresión es de enojo, y a eso agrega los dientes afilados como gatos, sabes que un gato es amenazante porque suena durante las noches con maullidos que lastiman tus oídos y no sabes porqué hacen eso, aunque estoy con la seguridad de que es para asustar a los niños, incluyéndome, y que por eso debería de fingir estar dormida para que los regalos aparecieran sin que me enterara de ello.
Pero no sé si sepas que para poder hacer eso necesitaba estar callada y calmar todo, esto viene desde lo visto en el vidrio, como si vieras por ese vaso y todo está torcido pero parece cercano. Solamente recuerdo que el frío estaba tan fuerte que no había forma de que se fuera hasta que me envolví en las cobijas, y recuerdo mis calcetas de un color azul chillante que me calentaban durante las noches y que me daban espacio para sentirme protegida, pero ese día amanecí sin una calceta, y puedo asegurar que es por esos mismos duendes que aparecen en mis sueños cuando quieren que encuentre algo. No puedo decir mucho de esto porque han decidido que el perder una calceta sólo es señal de mi descuido, y no de algo que pasa cerca. Además, parece que todo lo que les importa es que salgamos.
Este viaje, dicen mis papás, nos conviene porque nos reconecta con nuestras raíces, y todos los que alguna vez vinieron a este espacio se reencuentran con las mismas cosas, pero no saben cómo. Dicen que vine alguna vez cuando bebé, ¿pero yo cómo voy a recordar eso si ni siquiera recuerdo lo que pasó ayer? Pero juran que fue así, que conviví con gente y que pasaron cosas. Cuando nos habíamos acercado a aquel altar con la virgen vi que las luces eran muchas y que estaban unidas a los vasos por algo que mantenía el calor, y sin saberlo quise agarrar ese calor para que brotara de donde se encontraba atrapado, es que quería compartir la luz, pero pareció que esta quería iluminar de más, sólo recuerdo que todo se hizo amarillo y rojo y se llenó de humo, y usaron mangueras para llevar el agua, y no recuerdo más porque no entendía lo que pasaba.
Después de lo ocurrido, cuando trataban de apagar el fuego y solamente quedaba el humo, en algún momento sentí como que me pesaba el cuerpo y me dejé caer, sabía que vendría el mal o la luna a llevarme. En algún momento me platicaron de ese maldito gordo vestido de rojo, un vídeo que hablaba sobre cómo es que había que envenenarlo llenando la leche con veneno para ratas y que cuando hicieron eso el papá amaneció muerto. Era como la rata que encontré cuando tía me llevó a pasear y vimos una tirada en el piso mientras me contaba que existía una película que hablaba sobre el impostor antes de que el videojuego existiera. No sé si quiera eso, o por lo menos matar el miedo. Cuando no quiero pensar en ellos, es que insisten en estar ahí, como si pudieran saber que necesito calma y quieren atormentarme.
En la noche, cuando era mucho mi sueño, llegué a ver una cara en la puerta, me veía enojada, no era humana, simplemente tenía dos ojos y un hocico, pero esos ojos eran suficiente para entrar en mi alma y juzgarme por mis pensamientos, como que quisieran convertirse en una taladro de todo lo que llevaba dentro, como que mi mamá no estuviera viva para los regalos o para la cena, y quizá yo comerme algo de lo que estaba en el refrigerador sin cocinarlo, no podía decir que fuera parte de ellos, pero su mirada era tan juiciosa, con los ojos tan abiertos, que no les podía asegurar nada. En algún apagón de cabeza dormí debajo del árbol sin que lo notasen, para que sintiera un poco el calor de los focos que destellaban, tratar de agarrar alguno me cortó la mano, y recuerdo que cuando ello pasó pusieron medicina violeta para que no doliera tanto.
Esa sensación me despierta y no quiero que sea así. Tengo antojo de jugo y trato de cortar naranjas con ello, pero al momento en que quiero cortar tengo un accidente con el cuchillo y comienzo a sangrar sin saber que sango mucho y no tengo ni idea de porqué ocurre ello. Quiero que sepan que están cerca y que necesito que sepan que ahora los veo. Sé que el árbol se guarda sus regalos bajo las luces que prenden y apagan, y no puedo esperar, pero ahora hay un nacimiento, lo sé porque abuela me dijo que había uno, sé que tiene una historia porque abuela me dice sobre ello y cómo es que debe de ir, pero no lo comprendo del todo. Aun así la cortada duele y con su dolor me duele también la cabeza porque no puedo dejar de pensar en aquel corte agudo que entraba por mis dedos pequeños y que los van a alimentar si los dejo, y no debo dejarlos. Pero sé que debo dormir, aunque papá esté en otro lugar, de algún modo mi sangre los calmará, pero quizá querrán un poco más.
No hay manera de que deje de pensar en ellos porque soy un genio, ahora que justamente estoy en cama con esta fiebre, pensando que esa silueta de hombre está al pie de la cama, tal vez lo enviaron los duendes ¿Entiendes? Es posible que sea junto con otros de esos hombres pequeños de orejas largas, viendo como mis padres le suplicaron a una tía que hiciera una limpia para quitarme este susto mientras me siguen pasando plantas y humos que desconozco, en lo que voy cerrando los ojos, sudo, respiro agitada, me pesa el cuerpo y me voy preparando para que me lleven a otro lugar pero no te puedo decir dónde porque no sé, solamente duermo porque me cansé de llorar.
Laura Elena Cáceres