El oficial de policía me miraba fijamente a la cara, mi corazón latía fuertemente, mis manos temblaban, entonces el hombre que estaba parado a unos cuantos metros delante comenzó a acercarse.
—Dígame qué fue lo que ocurrió —aquel uniformado seguía de pie estoicamente y ahora ponía una mano en mi hombro.
Su voz era tranquila, parecía que estaba acostumbrado a este tipo de casos; mis ropas estaban hechas trizas, mi cara llena de heridas y todo mi cuerpo estaba cubierto de lodo; carecía de ganas de hablar puesto que mi mente no podía concebir lo que mis ojos vieron, aun así reuní valor para hablar al tomar un poco de aire.
—Verá, oficial, mis amigos y yo encontramos una casa abandonada hace días, para unos veinteañeros sin quehacer como nosotros pareció un buen lugar para ir a tomar cerveza.
Tomé una pequeña pausa para poner mi mirada en el rostro del oficial y seguí diciendo —Ni siquiera habíamos destapado la primera cerveza cuando sentí la necesidad de ir al baño, así que salí de la casa.
Mi voz comenzó a quebrarse pero el oficial seguía viéndome fijamente, las lágrimas inundaron mis ojos y continúe mi relato.
—Oí un grito que venía de la casa, entré corriendo y cuando prendí la luz de mi celular y pude observar esa figura humanoide, noté cómo de su espalda unas extrañas formas comenzaban a escurrirse como si de agua se tratase, ¿¡ojos!? ¡Ojos! ¡Eran ojos! Miles de ellos recorriendo su cuerpo de manera grotesca y amenazante, estaban posando su mirada en mí, no pude evitar mojar mis pantalones, terminé huyendo, ¡no pude hacer nada por ellos!

Cuando terminé de contarle el oficial él sólo dijo: Entonces tú también nos viste…
Mientras miles de ojos comenzaban a escurrir por su cuerpo.

Netzahualcoyotl Arano Juárez