El año está por terminar, la noche fría y el cielo despejado permiten que la inmensa Luna del Demonio ilumine el cielo con su color rojo sangre, sinónimo de muerte y malos presagios. Los aldeanos se encierran y no salen de sus casas, espían desde las ventanas con discreción. Hoy la luna alcanzará su plenitud y todos saben que será una noche de hechizos, brujería y magia negra.

Ambrosia ha vivido ciento setenta y cinco Lunas del Demonio, su descendencia maldita por generaciones completas, acabó con el último de su estirpe hace ya veinticinco años. Mantenerse viva, fuerte, bella y joven le costó entregar a todos los de su clase; ya no hay más sangre de su sangre que ofrecer como tributo a la luna. Su cuerpo viejo y atormentado sube con gran esfuerzo a la parte más alta de la montaña para iniciar su ritual de magia, dispuesta una vez más a intentar convencer a la luna de obtener juventud sin tributo de sangre a pagar; los últimos años su súplica no ha sido escuchada y ella regresa mucho más enferma.

Esta noche la gente en el pueblo observa con morbo y temor su ascenso. Pero la Luna del Demonio es traicionera y guarda sorpresas para todos, lo que nadie imagina es que en esta ocasión la noche se prolongará y la luna se teñirá de Sangre verdadera, la sangre de Ambrosia que pintará la luna del color escarlata de la muerte, haciendo extensiva la locura a los aldeanos y obligándolos a suicidarse. Cuando amanezca, nadie quedará vivo para contar lo que ocurrió en este lugar: la noche en que la bruja Ambrosia cansó a la luna y todos pagaron el precio de su insolencia.

María Del Socorro Candelaria Zárate