Son ya tres años de la muerte del Maestro “Rius” que dejara de existir un ocho de agosto del 2017. Mucho se ha dicho de Eduardo del Río, aquí se dará una reseña de su obra historietística más conocida. Para comenzar, es bien sabido el origen de este autor en Zamora, Michoacán en el año de 1934, pero se crió en la Ciudad de México en un período de fuerte crecimiento urbano por parte de la capital mexicana. Esta urbe también albergó de muy corta edad a Gabriel Vargas oriundo de Tulancingo, Hidalgo y a Sergio Aragonés como refugiado del Franquismo español. Por lo tanto, pese a que fue el máximo representante de la historieta mexicana pueblerina, todo lo realizó desde una visión urbana; pues él no se educó en un pueblo.
Segundo aspecto, se ha dicho que todo lo logró habiendo cursado sólo la primaria, aspecto que en su lenguaje humorístico tiene sentido; pero en el literal no es así. Cursó estudios en el Seminario Salesiano, que como muchos otros recibían desde muy jóvenes a estudiantes y que en esos tiempos para muchas familias eran la única alternativa para que sus hijos se cultivaran, sobre todo a los que vivían en rancherías o en las situaciones precarias que históricamente ocasionó el crecimiento de la urbe mencionada en sus inmediaciones, muchas de ellas que aún no formaban parte de la ciudad y que poco a poco se fueron anexando. Por lo tanto, siempre fue muy notoria la formación que ahí adquirió sobre todo en el dominio de la historia de la Iglesia, la Filosofía y que todo ello fomentó su posterior ateísmo, en sus palabras “aprendió a no tener fe y mejor pensar”. Por lo que al salir de ahí llevó su documentación a la UNAM; pues deseaba ser Arquitecto en ese entonces (como dato interesante, Sergio Aragonés es el que sí tiene la Licenciatura en Arquitectura por la Universidad Nacional Autónoma de México), fue ahí donde le dijeron que para a la universidad tendría que volver a estudiar la Secundaria y lo que había cursado de Bachillerato, pues los estudios del Seminario no tenían validez oficial. Ahí es notable otro aspecto muy notorio en “Rius”; siempre formó parte de la clase trabajadora, por lo que al laborar de telefonista en una funeraria en la que había la necesidad de matar el tiempo, él leía, resolvía crucigramas y dibujaba, ahí fue donde se le presentó la oportunidad al recibir la tarjeta del editor de la revista “Ja-Ja”.
—Sí se le ocurre un buen chiste mándenos algo.
Aunque en este aspecto es conveniente aclarar que este no fue su único trabajo antes de ser caricaturista, entre muchos otros es de mención que también fue cantinero. De hecho en su madurez, pese a volverse vegetariano nunca dejó de tener el placer de visitar la cantinas, un buen ejemplo de ello eran sus tours por las de Guadalajara cuando hacía acto de presencia al “Encuentro Internacional de la Caricatura y la Historieta” dentro de la Feria Internacional del Libro.
El resto es ya bastante conocido al haber publicado sus primeros números en “Ja-Ja”, ahora es necesario hacer hincapié en su faceta como historietista que fue lo que consagró su carrera. En abril de 1965 fue despedido de “El Universal” por sus caricaturas demasiado críticas, ello con la presión de la Embajada de los Estados Unidos. Más los problemas editoriales que tuvo en las revistas “Siempre” y “Política”. Por lo que decidió dejar la caricatura y dedicarse a otra cosa, ahí fue cuando su colega y amigo Rafael Viadana le propuso hacer una historieta. Aún existía en ese tiempo una industria en el cómic mexicano, pese a que en sus palabras, era la peor historieta del mundo. Sin embargo, fue lo que analizó para finalmente publicar en 1965 el primer número de “Los Súper Machos”.
Al respecto y a manera de dato interesante, lo mismo comentó haberle ocurrido al chileno Alejandro Jodorowsky, que casi diez años después también vivía en la Ciudad de México, que por causas muy parecidas tuvo que hacer un paréntesis en sus espectáculos escénicos para comenzar con las ya también famosas “Fábulas Pánicas” que publicará en el diario “El Heraldo”. Volviendo con “Rius”, es también muy conocida la radical importancia de esta publicación, los Supér Machos, en la historia de la narración gráfica mexicana, por el hecho de que fue inteligente, subversiva, que tenía la capacidad de hacer pensar al pueblo y que criticaba arduamente al gobierno. Por lo que también es famosa la forma en que el editor de dicha revista, de apellido Colmenares, se quedó con el título para que otros dibujantes y guionistas la continuaran luego de que “Rius” renunciara por presiones, luego de un pleito legal, él se pudo ir a otra editorial. Por lo que es de mucha mención otro paréntesis. Ya que en un principio su intención pese a lo que muchos piensan no era continuar con otra historieta similar, primero intentó hacer una totalmente diferente ambientada en el México Prehispánico que llevó por nombre “México a Través de los Popolucos”. No estaba mal, ya para entonces había pulido su estilo de divulgación que tanto utilizaría en sus libros, pero no tuvo éxito por lo que ahí fue cuando fue necesaria la realización de una saga muy parecida a la de los “Súper Machos” y nacieron “Los Agachados”.
A continuación habrá una leve reseña de la recopilación de “Los Súper Machos” publicada por Editorial Grijalbo que a todas luces es la más conocida:
Para comenzar nunca quedó establecido el estado de la república en donde se encontraba San Garabato de las Tunas. Sólo se comentó que en el centro, pero a todas luces se ha especulado que el lugar más idóneo no es otro que Michoacán. Tomando en cuenta que desde este primer número se establecía una mayor población indígena y que el que se convirtió en personaje protagónico y alter ego del autor, es Juan Calzónzin. En notable referencia al Señorío Tarasco, en la actualidad aún hay un barrio que se anexó a la ciudad de Uruapan con dicho nombre y de población meramente autóctona. Además de personajes que son perfectamente verosímiles en una población mexicana de dicha época, como el Cacique Don Perpetuo del Rosal, impuesto por el partido R.I.P. (En evidente referencia al Partido Revolucionario Institucional que estuvo más de ochenta años en el poder); Don Lucas, un boticario leído y escribido que por lo tanto era un auténtico alborotador; Chon Prieto, escudero de Calzónzin y amante del pulque; Doña Emerenciana, mujer consagrada a estar día y noche en la Iglesia; Don Fiacro, cantinero español del pueblo y el cuerpo de vigilancia compuesto por Arsenio (con una notable apariencia que hacía referencia a Hitler) y Lechuzo. Son doce los números que se recopilaron en esta buena edición y por cuestión de espacio sólo se reseñarán brevemente los seis primeros:
La primera aventura narra cómo una estadounidense llegó al pueblo y Don Perpetuo escondió a toda la población indígena en el cerro para que sólo los blancos la recibieran mientras que Calzónzin, que era un indio que sabía demasiado, Chon y Don Lucas permanecían en la cárcel. El problema fue la decepción de la turista que precisamente iba a San Garabato a ver indios, por lo que se retiró y hubo que buscar a quien echarle la culpa.
La segunda historia es importante pues es cuando Calzónzin obtiene su emblemático sarape eléctrico que nunca supo conectar. Regalo de Don Ticiano, el dueño de la miscelánea, cuando el mencionado indio estaba en la cárcel junto con otros obsequios de navidad como una botella de tequila, estaba totalmente desnudo pues comenta que una cabra propiedad del revolucionario y ahora latifundista Plutarco Iturbide se comió su sárape, por lo que su delito y motivo para estar tras las rejas fue comerse también a la chiva.
La tercera es de ardua importancia pues da a conocer un elemento importante en el protagonista. Su personalidad de galán con las mujeres, en este caso con Tomasa la esposa de Arsenio el policía, que al ver que Calzónzin hablaba solo, lo siguió junto con Doña Eme hasta el llano en donde quedó en evidencia que tenía un radio de importación que estaba vendiendo. Ella promete comprárselo con la condición que le enseñe a bailar cha cha chá, por lo que quedó impresionada por su personalidad. Aun cuando llega su esposo con Doña Emerenciana nada pudo hacer, pues ella en vez de acusar a su maestro de baile, obligó a su marido a pagarle el radio, pues en ese matrimonio quien manda es la mujer.
La cuarta muestra una muy divertida historia en donde Don Lucas se lanza a llevar serenata a Enedina, la hija de Don Perpetuo. Su padre esa misma noche atendió a un Diputado y esperaba la mencionada música, sin lentes dispara cuando ya se habían marchado Chon y el Boticario, pues Calzónzin lo hizo entrar en razón y al que escarmentó fue precisamente al político que había albergado y llegó a hacer lo mismo. Al darse cuenta terminó persiguiendo con el rifle a Doña Pomposa que fue la que le advirtió de la presencia de “Los Súper Machos”.
La quinta entrega no deja de ser arduamente divertida pues ya profetizaba las olimpiadas que iban a celebrarse en México en 1968 y ya se mencionaba también a los granaderos. Pese al descontento de las típicas mujeres santurronas de la vela perpetua, se organiza una carrera en San Garabato en donde los hombres correrán en calzoncillos, en una serie de obstáculos del llano. Una vez llegado el gran día, Juan Calzónzin pudo participar gracias a un paliacate que utilizó como tanga, pero fue gracias a un raro remedio que previamente le proporcionó Don Lucas, que pese a los pronósticos logró ganar la carrera empatando con Chon, pues un enjambre de abejas lo comenzó a perseguir por usar ropa interior con flores. ¡No se supo quién llegó primero pues luego de cruzar la meta siguieron corriendo! ¡Ni siquiera se supo a quién le dieron el premio!
La sexta historia es para muchos la mejor que se recopiló en este libro. Juan Calzónzin financiado por Don Ticiano para consumir pulques curados en compañía de Chon, cuenta su versión del mito biblíco de “Adán y Eva”. A decir verdad y tal como él mismo lo admitió, “Rius” nunca fue un muy buen dibujante; pero aquí es de mucho mérito que con su no muy fino estilo logró presentar a una muy sensual y excitante versión de Eva en su total desnudez, sólo cuidando la censura de ciertas partes que en otros trabajos como “La Kama Nostra”, pudo mostrar sin esas limitantes. En un estilo humorístico que sólo este autor pudo tener, muestra a la bíblica pareja que no podía enfatizar pues nadie los había presentado, además de que en el jardín todo estaba prohibido. Hasta que Adán rompió el hielo, pese a que Eva le proporcionó una fuerte cachetada proponiéndole dejar de vender manzanas al “Güero” que se las compraba muy baratas y buscar otros mercados para el PARAISOEA. ¡Una metáfora de la situación de América Latina en los sesentas! Y de hecho, sí aparece “El Güero” que no era sino la típica versión en que “Rius” siempre representaba al “Tio Sam”. En este caso, hizo hasta lo imposible para que la pareja le volviera a vender manzanas como él quería, a tal grado que les mandó una plaga de gusanos que Eva fue la que tuvo la gracia de repeler con un moderno insecticida. Hasta que finalmente lleva a un grupo de simios atados que corroboran que los que se suponen son el primer hombre y la primera mujer sobre la tierra son comunistas. Por lo que finalmente son expulsados del PARAISOEA. Luego de contar esta historia, salen ebrios de la pulquería y no dejan de esconderse en la cárcel al descubrir a la esposa de Ticiano con un rodillo y dispuesta a darles una reprimenda. Y de hecho, ni siquiera por golpear a Don Perpetuo es llevada a la prisión, el cacique la lleva hasta decir abiertamente que es comunista. ¡Ahí hace su fuerte castigo a los otros presos! Hasta aquí se reseñarán los tomos contenidos en el primer tomo recopilatorio de “Los Súper Machos”.
A todas luces Juan Calzonzin es el alter ego de “Rius”, al ser ateo, comunista (de esa época, que era más un romanticismo que otra cosa) y tener un sentido del humor muy desbordado. En las aventuras arriba mencionadas que fueron el inicio de la historieta, se cimentaba el posterior estilo que continuó también en sus libros, al difundir temas y que eran la mayoría de las veces explicados por Calzónzin a Chon Prieto. Al iniciar con “Los Agachados”, la batuta quedó en Gumaro, hijo natural del indio, que ya se presentaba de una manera más evolucionada y verosímil, siendo Profesor Normalista. De hecho la única película sobre la obra de Don Eduardo estuvo dedicada precisamente al personaje de Calzónzin interpretado por Alfonso Araú. La locación también fue la de un pueblo de Michoacán. Con todo y que posteriormente se convirtió en una especie de ironía que un indígena fuera tan culto, faceta de esta saga que, como ya se mencionó, no corresponde a los números analizados. Y que pese a todo, rompió con todos los estereotipos posibles de la historieta que se hacía en ese tiempo, por lo que no dejó de ser presa de la ya famosa Comisión Calificadora y Descalificadora de Revistas Ilustradas, además del mismo gobierno que en una ocasión se dice que tenían encañonado a este autor y que fue salvado por el ex presidente Lázaro Cárdenaz. Y pese a todo lo que siempre se le criticó en vida, como un no muy buen estilo de dibujo, el desarrollar temas imponiendo su punto de vista sin dejar que el lector pensara por su cuenta, el dar versiones de los hechos demasiado fuera, no sólo de un punto de vista académico, sino hasta de una manera que parecía puramente fantasía, entre otras muchas críticas que siempre recibió que en esta caso no fueron tanto por envidias, sino por el hecho de que sí era verdad todo lo que se le decía.
Es necesario llegar a una latente conclusión sobre el Maestro “Rius” a los tres años de su muerte. Eduardo del Río, pese a todo lo que se le ha criticado tiene muy bien ganado su lugar en la Historieta Mexicana, además de ser irónicamente el más internacional de todos los autores aztecas. ¡Pues fue el que con su estilo rebelde hizo frente a la censura! ¡Logró hacer una narración gráfica inteligente y a la vez divertida que logró educar a un país! ¡Fue capaz de salir victorioso de la llamada Dictadura Perfecta Mexicana! Y posteriormente aprovechando su éxito, logró publicar lo que muchos escritores sólo conciben en sueños: editar una centena de libros. Muy cierto es que no todos son del todo buenos y que muchos no valen la pena comprarse, como aquellos en que sólo satiriza obras de arte o aquellos otros en que la imaginación de Don Eduardo fue demasiado lejos como en el de “El Mundo del Fin del Mundo”. Pero también hay otros que verdaderamente valen mucho la pena y se han convertido en auténticos clásicos de la divulgación, como “Filosofía para Principiantes”, “Marx para Principiantes” o “La Vida de Cuadritos”. Y que se han convertido incluso en herramientas pedagógicas para temas tan complicados como las ciencias filosóficas. Por lo que a todas luces, con dichas publicaciones continuó con lo que empezó sólo en las viñetas de “Los Súper Machos” y posteriormente en “Los Agachados”. Por lo que fue caso ejemplar no sólo en la historieta, sino en la divulgación educativa en un país como México. ¡Por eso y por más! ¡Gracias, Maestro “Rius” en donde quiera que esté! ¡Gracias por haber sido quién fue! ¡Gracias por haber servido de inspiración historietística en un país que perdió su industria gráfica a causa de la censura! ¡Gracias por demostrar que se puede lograr lo imposible en un país como México! ¡Gracias por ser un “Súper Macho”!
Gerardo Martínez Acevedo.
“Efrén Bantú”