Robot G3.1

«La mente es el reino de las mil posibilidades.»
Ek. McAstroudint

Figuraciones electrónicas
al principio
del cuento psicotrópico
indujeron el camino de aquel
láser inteligente superficial
de enamorantes imaginarios,
inter dibujantes magnéticos
con espectros luminiscentes de adrenalina ficticia.
Son transistores mecanicistas aceitados
en ternuras de fibra óptica
que bien se entienden.
Programaciones algorítmicas sentimentalistas,
caricias metálicas que jamás oxidan.
Chocan bocas plúmbeas en movimientos previstos
bajo asteroides poli cromáticos en fechas siderales injustas.
Los veo
en la pantalla
del tiempo
narrar
otra historia.
Robots enamorantes
que en naves impropias
concilian la emoción ilusoria
de saberse rendidos.
Prototipos encendidos,
dioses nebulosos
que levitando anuncian
anillos estelares en el combate
de la noche cósmica.
El amor no cambia,
la evolución continúa
el curso indivisible,
la motricidad invariable,
el modo preciso.
El amor es gen,
código, cifra,
micro impulso inoculado
que ha de perdurar
cuando el ser humano no pueda
contenerlo en carne y hueso.
Qué esperar del futuro,
cómo será un beso en cuatro mil años.

Incuben profundo amor
para clonarlo alguna vez y
difundirlo en forma masiva
en robots lejanos:
quizás
una
máquina
una
máquina
quizás
de
otra
galaxia
pueda
amar

amar
pueda
lo
que
yo
amo.

 

Víctor Orduña

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