Magia externa y profunda
Hace muchos años atrás se soñaba con un lugar donde sólo se respirará armonía y se pudiera sentir la tranquilidad infinita. Cierto día algo parecido al de hoy, en aguas del mar pacífico salió de la nada una gran masa de tierra y arena, la cual recibió el nombre de Amárales, era una hermosa playa donde crecían árboles llenos de sus más jugosos frutos, grandes y verdosos mangles, animales considerados exóticos y llamativos, contaba con un paisaje ambiental sano, limpio y hermoso, dicha playa día a día estaba siendo invadida por seres que se hacían llamar humanos, ellos lograron poblar aquel lugar, construyeron sus casas con material que sacaban de la misma flora que producía la playa, crearon sus fiestas patronales, comidas típicas, se permitieron ser organizados como comunidad. Entre las tantas familias que habitaban en la playa había una en especial, la señora Clementina y Joaquín, ellos eran los Mancilla, los que fomentaban las creencias religiosas en todo aquello que fuese creado por Dios, por ende, hacían rituales que giraban en torno a la naturaleza, muchos pensaban que ellos eran lo que hacían que el ecosistema de la playa fuera bello y agradable. Los Mancilla deseaban tener un hijo, pero no lograban que se diera lo que tanto añoraban.
Desde cierta época la playa Amárales empezaba a decaer ya que los habitantes estaban abusando de sus beneficios, a ellos se les olvida que debían sacar tiempo para cultivar de nuevo lo que gastaban. La playa de tanto ser absorbida de su mal uso, se empezó a desmoronar poco a poco y es ahí donde las personas se empezaron a preocupar, pero desconocían cómo hacer para su cuidado. Cierto día por fin se les hacía realidad lo que tanto deseaba la familia Mancilla y dieron a conocer la noticia que estaban esperando un bebé, la alegría fue tan grande que hicieron una gran celebración por la pronta llegada de un nuevo integrante a la familia. Cierta noche lluviosa y llena de truenos, en la casa de los Mancilla se presenciaba el nacimiento de una hermosa criatura la cual llamaron Anastasia, ella creció y creció viendo cómo la realidad de la playa sólo trasmitía tristeza y desolación por su gran deterioro. Un día Anastasia estaba sentada observando lo poco que quedaba del paisaje cuando de repente empieza a temblar y la playa se fue hundiendo centímetro a centímetro en el mar, la gente asustada corría de lado a lado sin saber qué hacer, en un abrir y cerrar de ojos la playa Amárales dejó de existir sobre la faz de la tierra.
Algo increíble estaba sucediendo, la niña Anastasia respiraba lentamente y miraba a su alrededor con gran asombro, ella no lo podría creer y se preguntaba a sí misma «¿Qué paso? ¿dónde estoy?» Ella se levantó y vio a todas las personas desmayadas, al ir caminando buscando si alguien vivía se estrelló con un enorme bulto de metal que ella desconocía, era un cyborg que estaba dispuesto a darle vida a todos los seres humanos, pero a cambio pedía que se le permitiera vivir a él con su familia en aquella playa que había dejado de existir en la tierra, y que ahora su ubicación era en el espacio cerca a otros planetas que probablemente tenían vida, pero las personas como habían sufrido daños en su físico por el cambio tan drástico por el que habían pasado, ellos dejarían de ser totalmente humanos y pasarían a ser cyborg, efectivamente Anastasia aceptó la propuesta y con un chasquido de dedos ¡zaz! todos estaban de pie como si nada sucediera, pero cuando Anastasia fue en busca de su familia se dio cuenta que ellos no la conocían, pues ellos habían perdido la memoria, sus recuerdos ya no existían eso era algo que también estaba dentro del gran cambio que habían tenido, por ende Anastasia sufrió un gran dolor por esa situación.
Pasadas unas semanas de manera sorpresiva la playa no era playa, sino que se había convertido en una gran ciudad en el espacio llamada Galatronauta, todo fue por el ingenio de los cyborg, cabe mencionar que la naturaleza en aquella ciudad se había expandido debido al trabajo que aportaban los humanoides, se preguntarán ¿de dónde salieron los dichosos humanoides? Pues ellos surgieron de la combinación de semillas que producía la poca naturaleza que tenían y unas partículas que había en el espacio, gracias a su gran trabajo de nuevo se podía respirar aire fresco dentro de la ciudad.
Un día cayó algo extraño, eran unos marcianos de otro planeta a los cuales se les había dañado la nave y habían aterrizado de emergencia buscando quien les ayudara a arreglar su medio de transporte, los marcianos eran bien raros, tenían partes de robots, partes de animales y partes humanas, ellos eran producto de todo lo que desechaban de otros planetas. Anastasia se acercó a ellos queriendo entablar una amistad ya que a ella nada le causaba miedo, ni temor, ella sólo se podía comunicar con ellos por medio de señas ya que no comprendía el lenguaje raro que usaban. Los Mancilla habían tenido la oportunidad de poder arreglar la dichosa nave porque ellos semanas antes habían tomado clases de mecatrónica.
Al marcharse los marcianos le han regalado el rose de un gran polvo mágico a todos los habitantes de la grandiosa ciudad, y ¿quieren saber qué se lograba con ese polvo mágico? Pues sí, eso mismo que están pensando, eso permitía que todos tuvieran de nuevo sus más bellos recuerdos desde su infancia, y es ahí donde Anastasia recuperó de nuevo el amor de su familia.
Lilian Marcela Paz de la Cruz
La isla misteriosa
Erase una vez una isla donde habitaban muchos animales feroces y muchos árboles. Un día fue visitada por una familia que debido a la biodiversidad que tenía la isla decidieron quedarse a vivir en esta región.
Al trascurrir los días la familia Aragón quisieron remodelarla, hacer de esa hermosa isla misteriosa una vereda que llamaron Amarales, con esfuerzo y dedicación la cuidaron y la convirtieron en un lugar donde se hacia un buen uso de residuos sólidos, su brisa fresca y maravillosa naturaleza, esto hizo eco en todas las regiones del mundo.
Al escuchar sobre lo que hacia la comunidad muchos turistas empezaron a llegar y en la medida que visitaban dejaban montones de basura, la playa colapsó, la familia se sintió decepcionada porque sus habitantes ya no hacían por cuidarla si no que tiraban más basura, los peces, camarones y conchas que daban fueron desapareciendo y las olas llegaban hasta más adentro de donde se encontraban las casas de los habitantes de la región, quemando los cultivos que tenían, pero nadie hacía nada, la basura iba creciendo más y más de tal manera que la playa se fue hundiendo y con ella la población, quedaron en el fondo del mar con el peso de la basura acumulada, del infinito cayó un rayo y sacó a la población del mar dándole una oportunidad para retomar las buenas prácticas de cuidar el medio ambiente y el entorno, de ahí sus pobladores ahora reciclan y reutilizan toda clase de deshechos y sus cultivos son 100% orgánicos y están en paz con la naturaleza, agradeciendo a Dios de la flora y fauna que existe en su región.
Lucía Aguiño.
El pasado, presente y futuro de nuestro entorno Amarales.
Había una vez una isla ubicada en el océano pacífico. Es una playa hermosa llena de plantas y muchos animales, donde se respiraba aire puro y no había contaminación en ella, pero no tenía nombre hasta que un día llega la primera familia a esta isla, Teresa la madre y sus dos hijas Teresita y Virginia, se quedaron a vivir en la playa.
Pasaron los años y un llegó barco lleno de españoles que llegaron a la isla buscando refugio por unos días, entre los ocupantes se encontraba un chico llamado Alex el cual se enamoró de Virginia y ella de él, pero este amor no duró mucho porque llegó el día en que Alex debía regresar a Europa con sus compañeros, Virginia triste y desconsolada al ver que su amado se iba, lloraba y decía: ¡Yo amo a Alex! Es así como se originó el nombre de Amarales. Virginia esperó año tras año y murió esperando a Alex.
Y poco a poco fueron llegando algunas familias, en esa época la gente no podía salir de sus casas a las seis de la tarde porque salían visiones como: la Tunda, el Ribel, Cucuraga, el diablo, el Duende, el Descabezado, el Embotado, la Pata Sola que salía a la orilla de la playa en la noche para llevarse a la gente o para asustarlos.
Había mucha abundancia de conchas, se encontraban a granel y tiradas por todas partes, no era necesario cavar, se llenaban de tres a cuatro canastas y la misma cantidad de cangrejo.
Es una vereda muy grande donde habitaban muchos animales como iguanas, venados, pericos, loros, gallinas, vacas, puercos y muchas frutas como la guanábana, noni, caña, coco, mamey.
A la playa llegaron las familias de los Guerreros, Salazar, Anchico, Torres y los Ramos Rodriguez, de tal manera que la población creció aproximadamente en quinientos habitantes. Para construir sus casas cortaron muchos árboles de tal manera que esto hizo que la playa no se vea tan hermosa como antes. Se encuentran tiendas, discotecas, un colegio, un polideportivo, tres iglesias donde el 70% son católicos, el 28% son cristianos y el 2% pentecostales, llegan muchos turistas, sobre todo en diciembre para ir a la playa, nuestra economía es la pesca, el camarón y la concha de esta manera conseguimos dinero para subsistir a la llegada de algunas aves y mamíferos gracias a la riqueza de flora y fauna de la región.
Amarales queda al frente de la isla de la Gorgona, isla que hace unos años era la prisión más temida y de alta seguridad y el Bajo Palomino. El Caimanero es otro lugar donde solemos ir de paseo, llamado así por que antes vivían Caimanes, otro lugar que se encuentra en la punta de Amarales es Mulatos.
Nuestra institución hace jornadas de aseo y pedagógicas haciendo carteles y avisos de no tirar basura, para mantener la vereda limpia.
Para el futuro me imagino un Amarales donde se aprenda a reciclar y reutilizar, que toda la población hable un segundo idioma, el inglés, que exista una fábrica de alimentos y reciclaje, paneles solares en todas las casas y energías limpias, todo tipo de transporte y un puente para que los habitantes y estudiantes del bajo puedan llegar a estudiar con facilidad, un hospital para todo tipo de emergencias, una universidad pública para continuar nuestros estudios y llegar a ser profesionales para aportarles todo nuestro conocimiento en beneficio de nuestra región y sobre todo tener acceso a servicios públicos y más que todo de agua potable.
Un llamado urgente cuidemos la naturaleza, nuestra riqueza, nuestra flora y fauna, porque pronto se acabará, las olas nos están llevando y nuestra playa desapareciendo, ¿cómo ayudaría usted? ¿Cómo sería su vida si viviera en el agua a expensas de animales desconocidos y gigantescos, con la fuerza y furia de las olas?
Jessica Ramos Portocarrero
Icacalandia Amarales
En un lugar muy apartado de Colombia existe una isla llamada “Icalandia Amarales” donde la fauna y la flora era su mayor encanto, todo el que llegaba se maravillaba y se sentía atraído de su belleza, en ella se encontraba variedad de plantas y frutos tales como: mangos, guayabas, piña, caña, mamey, iacacos entre otros. Donde las aves con su hermosos colores y cantos anunciaban el amanecer y el atardecer, sin dejar atrás el mar las olas que viene y van dando así un sonido maravilloso que hipnotizaban a cada una de las personas que llegaban al lugar observando desde la arena grandes estrellas, caracoles, mari cacos y delfines, los niños encantados se montaban en los mari cacos y delfines y dentro de su imaginación decían conocer lugares maravillosos debajo del mar. También las personas que habitaban en ese lugar trataban de conservar la belleza natural.
Los primeros habitantes de antes mencionada comunidad eran tan tradicionales que llevaban a cabo sus fiestas patronales como la de la virgen del Carmen donde arrullaban toda la noche con alabados, pescaban con luciérnagas y las herramientas que utilizaban era la atarraya, la vara el calandro y el volantín. Las mujeres en la elaboración hacían variedad de platos de una manera suculenta y exquisita tales como: arroz atollado, ceviche de camarón, el buzandado, la bala canosa la cual es preparada con el tollo también conocido como cecina y deliciosos aros de coco. Anteriormente en la labor del hogar como lavar ropa era con el almidón y restregada con una tusa, las niñas hacían muñequitas de masa de pan, las asaban y luego las bautizaban con las compañeritas y entre ellas mismas se llamaban comadres.
Ya pasando el tiempo la comunidad se vio preocupada porque desde arriba empezó a caer basura y nadie se explicaba cómo sucedía aquel acontecimiento, pero no se daban cuenta de que eran atacados por la bruja basurera y sus secuaces donde a los niños los convertían en plantas de icacos y su objetivo era apoderarse de la comunidad, poco a poco aumentó tanto la población como los espacios de la localidad. Los habitantes se actualizaron y debido a eso la playa se ha ido transformando; cuenta con una cancha de gomas, un colegio donde los muros y paredes son de chocolate con crema de helado y los niños van encantados al colegio y se saborean cada vez que llegan, tienen distintos salones para reuniones, con red de wifi que cuando quieren comunicarse de una vez se trasportan de un lugar a otro. Una junta de acción comunal la cual está conformada por algunos de los miembro de la comunidad. También la población cambió la modalidad de llevar el agua a través de un grupo de hormigas que por medio de hojas transportaban el agua de un lugar a otro para el suministro de todos. Transcurrió el tiempo y Icacalandia Amarales cambió enormemente, tiene unas calles de barriletes donde los pulpos y ballenas son las encargadas de la administración, un estadio en el aire, aeropuerto en el fondo del mar, hoteles en algunos de los árboles, energía por medio de la fotosíntesis de las plantas entre otros.
Icacalandia Amarales es una población que creció, tiene universidad, puerto con pesquera y así se buscó la manera de acabar con la contaminación iniciado por combatir con la bruja malvada y destruirla por completo utilizando un plan de reciclaje donde la hormiga, caracoles, caballos y persona ayudan a clasificar las basuras y conservar el maravilloso lugar siendo así visitado y reconocido como la isla más esplendorosa y maravillosa de Colombia y colorín colorado este cuento se ha acabado.
Kevin Wisamano Salcedo