Corto Maltese: Un marinero es siempre un marinero

 Por muchas razones es casi un cliché nombrar al cómic europeo como el mejor del mundo. Y de forma curiosa, pese a ser el más adulto de todos, siempre ha sido más difundido e identificado a través de personajes infantiles y juveniles. Francia es más un referente para “Astérix y Obélix” que por cualquier otra de sus bastas publicaciones, cuando quizás el segundo más recordado sea también “Lucky Luke”. Bélgica inminentemente tiene por sello a “Tin Tin” para luego mover la mirada a “Spirou y Fantasio”. Incluso haciendo la balanza, quizás España es más emblemática en sus viñetas por “Mortadelo y Filemón” que por sus tan importantes héroes medievales “El Capitán Trueno” y “El Guerrero del Antifaz”. Una notable excepción es Italia, pese a un antecedente tan importante como lo fue Jacovitti que habrá que comentar que pese a estar en el mundo del humor no sólo fueron enfocadas a todo público como si lo fueron los mencionados títulos de arriba, mucho de su enfoque ya fue meramente adulto como el que siempre ha caracterizado al “Fumetti” (como rasgo muy irónico el estilo de dibujo de este italiano es arduamente parecido al del mexicano Gabriel Vargas).
A todas luces el país de la pasta tiene a un personaje serio de aventuras como el más representativo de su también vasta producción: Corto Maltese de Hugo Pratt. Ya de por sí la vida de su creador fue muy similar a la de su personaje teniendo una vasta cantidad de residencias, entre ellas es notable la que tuvo en una Etiopía ocupada por el Fascismo Italiano en donde se dice que aprendió lengua swaidi. Pero quizás ya como historietista, su estadía más interesante fue en Argentina al ilustrar guiones del también legendario Héctor Germán Oesterheald.
Posteriormente es interesante que también fungió sólo como escritor de su coterráneo Milo Manara en dos de sus más importantes obras, “El Gaucho” y “Verano Indio”. No por nada el mencionado dibujante originario de la provincia de Bolzano en varias ocasiones lo incluyó como personaje, en específico como el mentor de su también personaje más personal, Giuseppe Bergman. Y centrándonos en Corto Maltese, que no se puede decir de este personaje, habiendo nacido en Malta en 1887, siendo hijo de un marino de Cornualles, Inglaterra y de una gitana de Sevilla, España a la que llamaban “La Niña de Gibraltar”. Teniendo una infancia entre Córdoba, Gibraltar y Venecia. Al darse cuenta que en su mano no tenía la línea del destino, él tomó la navaja de afeitar de su padre y se marcó el suyo propio. El Maestro Umberto Eco también habló mucho de él al escribir el prólogo de una de sus aventuras más destacadas, “La Balada del Mar Salado”. Sin embargo, en esta ocasión se reseñará “El Secreto de Tristán Bantam” y “Cita en Bahía” dos obras que en sí es una en continuación de otra y a punto de vista de los críticos, no menos importante. La aventura comienza en Paramarimbo, actual capital de Guyana y que en su tiempo fue de la única colonia que Holanda tuvo en Sudamérica, con un Corto Maltese descansando y fumando su típico cigarro, que nos recuerda las poses de Clint Eastwood en las películas de Sergio Leone, un referente muy fuerte en cuestión cinematográfica para este personaje (a la par que es todo lo contrario al ya clásico análisis que el ya mencionado Umberto Eco, hizo de Steve Canyon en el ya clásico libro de “Apocalípticos e Integrados”), en la primer viñeta vemos al personaje y tal como aparece en la voz on off, es evidente de que se trata de un aventurero. Luego en un típico juego de diálogos con una de las pocas secuencias en el mundo de la narrativa gráfica en donde hay un buen uso de la repetición del primer plano en donde Pratt fue innovador, Corto defiende a un hombre viejo de dos vulgares marinos con fuertes clichés de piratas, pero que el estilo de dibujo de este autor los hizo verse de tal forma que el lector llega incluso a olvidarlo. Se establece que el viejo fue un importante catedrático de Praga y que ahora vive sumergido en su adicción al ron, todo esto este conocimiento es gracias a Madame Java, la dueña de la pensión en la que Corto está hospedado. Mujer asiática con ese estilo propio de sólo tener dos rayas en sus ojos rasgados, pero que funcionan de maravilla en estas narraciones gráficas. En ese momento aparece un adolescente que dice llamarse Tristán Bantam al mismo tiempo que el maltés, sale a ver su barco caminando por las calles de Paramarimbo con ese típico caminar que lo inmortalizó. Al llegar al muelle, vence con astucia a uno de los piratas, no por nada llamado “Ojos de Sapo”,  con prepotencia tomaba del pelo al mencionado profesor superándolo en juventud y corpulencia, exigiéndole disculpas, en el momento preciso Corto dijo, ¡déjalo! Se notó una sobresaliente diferencia de estatura de este villano en comparación al protagonista que muy tranquilamente encendía su típico cigarro largo para de forma muy serena y sorpresiva a la vez quemarle el rostro con el susodicho cigarro. En la siguiente página vienen unas de esas secuencias de pela muy propias del cómic europeo (para muchos especialistas y lectores, están muy por encima a las del manga y el estilo americano), Corto no sólo vence a su nuevo enemigo, sino a otro con fuertes clichés del pirata con garfio en la mano y parte en el ojo. Ahí viene la pregunta del viejo. ¿Por qué lo has hecho? La respuesta de Corto es muy propia de su sarcasmo, aún se considera el rey de los imbéciles que creía que la generosidad… ¡En el heroísmo!

El profesor acompaña a Corto a ver su barco y le invita una copa dentro del mismo, es evidente que ese viejo borracho algún secreto esconde y lo cobija en un catre de su navío. Vuelve con Madame Java a hacerse cargo del niño británico, Tristán Bantam que le muestra cartas que le dejó su padre con símbolos que Corto identifica como similares a los que encontró en una isla del Océano Pacífico y que el muchacho dice que también coinciden con los de una zona de Brasil. En ambos casos, pertenecen a una cultura llamada “Mu” que se hundió en el mar, las cartas hablan de una serie de documentos pertenecientes a la Srita. Morgana Días Do Santos, de San Salvador de Bahía, hermanastra de Tristán, que explica una extraña maldición que tuvo su padre al escuchar voces que al morir le fueron transmitidas a él. Aquí vemos toda la capacidad de Pratt para desarrollar un misterio literario basándose en la semiótica, tal como su ya tan mencionado coterráneo Umberto Eco también lo hace en su otra faceta ya no de teórico, sino como novelista en “El Nombre de la Rosa”. La siguiente escena muestra la silueta de Madame Java y otra mujer ahora de raza negra que al sentarse muestra unas cartas escritas en portugués de la hermanastra del joven, Corto al leerlas descubre que Morgana es una “Macumba Brasileña” y se ve a “Ojos de Sapo” al mismo tiempo que la mensajera a detectado el peligro, el sicario le dispara al muchacho. Madame Java al instante saca de su pelo un prendedor que en realidad es un cuchillo y lo lanza magistralmente al agresor. Maltese atiende al pequeño al que sólo le rozó la bala y pide disculpas pues dice que era para él. La mujer mensajera lo niega y dice que ese horrible hombre quería matar a Tristán, pero también hay un peligro para el marino, Java descubre que el agresor sigue con vida y Corto le da uno de sus cigarros al moribundo “Ojos de Sapo” y le hace saber que el adolescente sólo está herido, este responde que en su bolsillo está lo que le dieron por anticipo, no podrá cobrar el resto así que pide que se lo entregué al Profesor para que se tome una copa a su recuerdo, no tenía nada en su contra, estaba enfadado por no poder hacerlo su amigo y muere sin confesar quién le pagó. A eso llega otro hombre negro que advierte que su barco se está incendiando. ¡Corre a su navío ardiente golpeando incluso a un teniente que trató de impedirlo para salvar al Profesor Steiner! Una vez que lo logra, nada con el viejo por otro lado para evitar a los oficiales y son recogidos en una canoa, a lo lejos se ve al hombre del garfio amigo de “Ojos de Sapo” que fue quien incendió el barco. Al siguiente día de forma un tanto agresiva, Corto llega a la oficina de un abogado siguiendo la dirección que encontró en los bolsillos del difunto, el jurista de nombre Kerster que resulta ser quien le pagó para dispararle al muchacho, por detrás aparece el hombre del parche y el garfio, para que en una magistral secuencia de combate Corto le haga un movimiento de Judo, antes de eso una bala del mismo asesina al hombre de leyes y el pirata confiesa para que Corto lo entregue a la policía. La siguiente escena es en casa de Madame Java, pero con una voz en off de que cronológicamente es paralelo a lo que ocurría en el despacho del Abogado, en donde con un juego gráfico y semiótico en la narración, el Profesor Steiner descifró los jeroglíficos que posee el muchacho y se pacta la cita en Bahía, luego se corrobora que el tutor del chico, que evidentemente radica en Londres, tenía contacto con su colega que fue quien contrató a “Ojos de Sapo”. Le muestra un muñeco vudú que le ha mandado su hermana y la página concluye con un barco y gaviotas. Escena propia de Hugo Pratt que también heredó Milo Manara. Es aquí donde comienza la siguiente aventura que da por llamarse “Cita en Bahía”. La incertidumbre de Tristán es grande, pues desea conocer a su hermana, hay empatía con Steiner sobre el reino de Mu. Seguían navegando hasta llegar a una isla en la que un hombre pide auxilio antes de ser muerto a flechazos. Corto saltó con su revólver y otro hombre blanco aparece y le expresa que fue justo lo ocurrido, pues el recién asesinado mató a dos chicas de la tribu india de la isla. Él es un ex convicto francés que huye de Paramarimbo. Ya en convivencia hay una muy fuerte escena de misticismo y sabiduría amerindia, el jefe de la tribu identifica a Tristán Bantam leyendo el fuego y hablando su lengua, de la misma forma en que en la versión de reo, también lo ha hecho en ruso y árabe a tal grado que cita la aventura del mar salado, la isla del monje y la cicatriz que se hizo con la navaja de su padre, el reo sube al barco y descubre que “Ojos de Sapo” y “Garfío” fueron los asesinos de sus amigos. En la siguiente escena aparece Morgana, una bella joven de raza negra que sí se parece mucho a su hermano Tristán, está frente a otra mujer de su raza que entra en el cliché en cuestiones de apariencia y que incluso en México estuvo presente en Eufrosina, la mamá de Memín Pingüín. En este caso se tratan de echadoras de cartas, curanderas y brujas, aspecto que tampoco dejó de estar presente en las viñetas mexicanas con el personaje de “Hermelinda Linda”. Además de un elemento radical en este personaje, el Tarot (a tal grado que cuenta con el suyo propio). Por lo que al echar los arcanos, ambas mujeres ven llegar al marino y saben que no deben alterar el destino pues no es necesario. A la llegada de su hermano, la fraternidad no se hace esperar y lo hospeda para que descanse. Pese a la sorpresa del joven londinense al descubrir que su hermana es negra. A continuación viene una de las mejores escenas de fantasía que haya ilustrado Hugo Pratt.

De buenas a primeras, Tristán Bantam aparece en medio de esculturas que no son sino referencias a los “Atlantes de Tula” del estado mexicano de Hidalgo. La sombra del joven le habla y se agiganta como fuerte recurso onírico que siempre utilizó este autor heredaron otros coterráneos como el no menos famoso Guido Crepax. El aterrado adolescente corre a una notoria escultura circular con fuertes referencias al calendario maya que dice ser (pues un globo sale del mismo) la entrada al reino del Mu. Al pasar en medio del anillo, hay una notable referencia al Dios “Mictlán”, ahora de los aztecas que alarga su mano y lo toma para luego verse frente a frente con él mismo. Vale la pena transcribir el diálogo de dicho ente:

Tú no eres solamente “uno”…
Tú eres también todos aquellos que
Han vivido en la otra vida… Y
Estarás también en el futuro…

 Sobresale después el comentario de que no hay tesoros en esta tierra que se puedan comparar con el cráneo del Dios Azteca “Tezcaltlipoca”. Para luegoapuntar y decir que ahí está Quetzalcoalt, aunque la imagen posterior es un tanto más incaica, para en otra viñeta aparecer un personaje que gráficamente no es otro sino “Pakal” el legendario rey maya al que se le modificó el cráneo tal cual la estética maya y que en un buen lenguaje historietistico, “Rius” lo narra en “México a Través de los Popolucos”. Esta deidad del legendario monarca de forma un tanto estrambótica invoca al más arquetípico de los dioses aztecas, el ya mencionado “Espejo Humeante” o “Tezcaltlipoca”. Le dice a Tristán Bantam que ha sido elegido para quedar en contacto entre esa dimensión y la del futuro. A continuación otra deidad que gráficamente representa a Mictlán, llama “Serpiente Emplumada” a “Pakal” y dice que para volver a su mundo, Tristán Bantam debe de ser sacrificado. Y viene una persecución del joven británico para su sacrificio, en una tradición azteca que se narra en el libro “El Pueblo del Sol”, autoría de otro importante investigador de la cultura prehispánica como lo fue Alfonso Caso.  Es evidente que Pratt se capacitó arduamente en lo relativo al período prehispánico de México para dicha escena, con los típicos errores propios de los europeos al confundir a los mayas con los aztecas, aunque lo que sí es de mención es el respeto que este autor mostró por nuestra cultura ancestral que siempre ha sido una temática recurrente en las viñetas del viejo continente. Es incluso criticable la postura de algunos otros artistas, como lo fue el caso del francés Jean Giraud que en una primera faceta, se dejó llevar por la postura colonialista  norteamericana al mostrar a los indios y mexicanos como villanos en un típico cliché Western, todo esto en “Las Aventuras del Teniente Blueberry”, es bien sabido que parte de su niñez la pasó en territorio mexicano y se contaminó arduamente de nuestra cultura. Volviendo a la narración, al despertar de su pesadilla o visión, Tristán Bantam se ve frente a frente con su nefasto tutor londinense, que le declara que ha llegado a Bahía por su hermana chocolate y confiesa de forma sarcástica que sí envío a “Ojos de Sapo” y que prefiere quedarse con la herencia del padre del muchacho a tener dignidad, por lo que éste lo abofetea sin moverlo siquiera, le dice que desearía que Corto Maltese estuviera ahí, el cobarde jurista identifica al marino como el que le envío un muñeco vudú a Londrés por lo que le encantaría encontrarlo. Al instante el susodicho aparece de una puerta con una sarcástica sonrisa muy propia de su personalidad. El abogado, pese a nunca cambiar su semblante expresa que le sorprende su aparición pues puso a varios hombres en la puerta, él respondió que ya estaba en la casa, pese a que el pomposo hombre de leyes comenta que inspeccionaron toda la casa e hicieron prisioneros a los que encontraron en ella. ¿Dónde se escondió? Corto no responde, le pone una daga en el cuello y ordena que tire el dinero a sus hombres y que ya no los necesita más durante esa noche. Bajan y todos están jugando a las cartas de forma muy mesurada y Maltese le pregunta a las brujas el por qué se dejaron sorprender y simplemente  corroboraron que los arcanos les indicaron que no era necesario forzar el destino. El abogado es forzado a sentarse  y participar en una partida de póquer con las siguientes condiciones: si gana, lo deja marchar después de que haya hecho las confesiones de sus crímenes… Si pierde lo mete en una caja de hierro con agujeros y acaba en el océano. Como buen tahúr, Corto Maltese gana y decide ponerlo a la disposición de Cayenna, el ex convicto que recordó que uno de sus amigos murió por su culpa, por lo que jura darle su merecido castigo. Luego Morgana le entrega a su hermano los documentos de su padre para encontrar el reino de Mu. Se escucha llaman a la puerta y sólo hay un saco con el cráneo de “Tezcaltlipoca”. Steiner comenta que nuestro mundo y nuestra visión de la realidad limitada en un largo discurso con globos extremadamente grandes, repletos de palabras y que fueron arquetípicos en el cómic europeo. Por lo que el protagonista propone un paseo en su barco. Ya sobre el navío Corto le comenta al Profesor sobre un galeón cargado de oro hundido y comenta que Cleopatra fue quien se lo dijo. La última viñeta sólo muestra el barco y concluye con sus irónicas palabras que dice que fueron ellos, tanto Tristán como Steiner quienes empezaron a contar cuentos de fantasmas. Aquí termina “Cita en Bahía”.

A manera de conclusión es inminente la importancia de este personaje no sólo en las viñetas de Europa, sino de la narrativa gráfica a nivel mundial. No por nada el cantante argentino Jairo le dedicó una canción llamada, “La Balada de Corto Maltese”:

Corto Maltese es un marinero, con larga fama de aventurero,
Mucha mujeres, muchos tatuajes, toda una vida de viaje en viaje,
Cruzó a caballo el mar salado, la causa de los desesperados,
Vivió en la China Nacionalista, peleando a muerte con los fascistas,
No digo nada que no se sepa, todo está escrito en la biblioteca,
Su poderosa melancolía, sus cicatrices, su puntería,
Son conocidas sus correrías con los gitanos de Andalucía,
Sus Performances entres las minas cuando hizo escala en la Argentina…

 La canción habla del hijo perdido de Corto Maltese que no aparece en las historietas de Hugo Pratt. En la actualidad y ahora que legalmente se ha recuperado al personaje para que tenga nuevas aventuras, precisamente dos españoles, el ya famoso guionista Díaz Canales y el dibujante Rubén Pellejero se han encargado de aclarar muchas dudas del mismo que dejó su creador. Y además del progenitor del personaje es probable que sepamos algo sobre su misteriosa muerte durante la Guerra Civil Española. He irónicamente sin caer en los clichés de la inmortalidad del personaje propios del Súper Héroe estadounidense el cómic europeo nos promete más para saber algo de este tan interesante personaje que en su estilo histórico, romántico y reflexivo ha logrado en términos estéticos, lo que ningún personaje de Japón o Estados Unidos han conseguido. Ir más allá de las viñetas y ser aceptado en las duras academias literarias como un personaje de ficción casi a la altura de los clásicos europeos de finales del Siglo XIX y principios del XX. Lugar que dentro de muy poco ya tendrá ahora que verdaderamente se está aceptando a la narrativa gráfica como una de las bellas artes que siempre ha sido, por lo que lo más probable es que pronto Corto Maltese será recordado como otro Sherlock Homes, otro Augusto Dupain u otro héroe clásico de la literatura. Lugar que como autor Hugo Pratt pronto tendrá al lado de otros como H.G. Wells, Arthur Conan Doyle o en específico, merece estar a la altura de grandes intelectuales coterráneos del Siglo XX como Pier Paolo Pasolini, Darío Fo, Italo Calvino o el ya tan mencionado Umberto Eco que tanto dijo sobre “La Balada del Mar Salado”.

De forma indirecta hay algo que podemos concluir y que tuvieron en común tanto Pasolini, Calvino, Fo, Pratt, Eco y el mismísimo Corto. ¡Todos ellos tuvieron la camisa roja! ¡En pocas palabras nunca se pusieron la negra!

Nota: Desde hace ya mucho deseaba escribir una reseña de este marinero italiano que al igual que yo ha padecido muchas duras caídas, pero como en su tiempo fue un ejemplo a seguir para concluir mi licenciatura cuando las circunstancias no parecían ser favorables para hacerlo, ahora lo fue para volverme a levantar de la peor caída por la que he tenido que pasar. ¡Gracias, Corto Maltese!

                                                                        Gerardo Martínez Acevedo.
“Efrén Bantú”

 

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