Susan Calvin no está muerta

A Issac Asimov 1920-1992.

Susan Calvin por fin pudo pestañear.
La última vez que lo hizo fue hace tres días; para ella. En realidad han pasado ciento treinta y cinco años. El líquido en el que está sumergida hace ver su piel de un color magenta claro. Sus arrugas han desaparecido. Su cerebro sigue funcionando.

La primera y más celebre robopsicóloga fue abducida en algún momento de la historia que no importa. Que no tiene relevancia. Lo que sí la tiene es que Susan Calvin no está muerta. Frente a ella, un robot, SA-10, la observa desde su cápsula personal. Los dos se comunican por medio de telepatía: algo que Susan ha logrado perfeccionar.

Él es quizá su último paciente.

“Supongo que por tus siglas debo de considerar que esto es el Infierno”. Ese fue el último pensamiento de Susan. El robot sonrío. Mientras que los dos seres humanoides de ojos enormes y tres dedos en cada mano jugaban tranquilamente en una mesa de ping-pong esperando el relevo del siguiente  turno.

 

Antonio Carlin Lynch

 

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