¡Por fin he regresado!
Me tenía presa de sus dulces palabras, de sus tiernas promesas y de su encantadora sonrisa.
¡Salté por la ventana que dejó abierta en una mentira y al caer me di cuenta que era fácil dejarlo! ¡Corrí para que no me atrapara!
¡Alcanzó a rozarme con besos y caricias dolorosas que hoy por fin han dejado de dañar!
¡Por fin he regresado!
Es verdad, estoy sin nada, incluso sin amigos, pero con la frente en alto, desposada con la verdad y con la honra que merece mi nombre, mi género, mi ser.
¡Ya no me dolerá más el adiós!
No me dolerán sus tiernos besos en la despedida rápida de viernes robados, ni sus cuerdas haciéndome melodías mientras ahogaba mi existencia…. lentamente, fríamente, apasionadamente.
¡Por fin he regresado!
Y me observo en el espejo roto que cayó en nuestro adiós,
hay cachitos de mi rostro, pedazos que lloran y sonríen, pero que son sólo eso: un espejo roto.
¡Por fin he regresado!
Herida, callada, pero viva… más viva que él.
Verónica Miranda Maldoror