¡Dígame señora!
aunque le cueste trabajo,
por los malos ratos que he aguantado
y los bellos momentos que he disfrutado,
pues mis ganas se han vaciado
en los días más amargos
donde pierdo la nostalgia
donde guardo mis halagos ;
en las noches,
en los días
en mis insomnios desolados,
donde escondo mis manías,
mis recuerdos,
mis temores más frustrados ,
en el baúl de las heridas,
de los años perdidos,
de amores desahuciados,
donde desperdicio la primicia de un amor casi alcanzado,
donde tejen mis caricias ese rostro que he olvidado .
Pero dejo en las ignominias de mi lucidez la esperanza que he anhelado.
Dígame usted Señora que lo tengo bien ganado.
Claudia Flores