Sé que es imposible escribir objetivamente sobre México y sus tradiciones siendo mexicano. Discúlpome por ello. Pero creo que todo mundo, la Unesco incluida, reconoce su riqueza cultural y entre eso van sus tradiciones.
La película que me toca reseñar, producida por Guillermo del Toro, estrenada en 2014 (tres años antes de «Coco»), y vista recientemente por tu reseñador, toca varias de esas tradiciones sumamente arraigadas en el pueblo mexicano, entre ellas sólo mencionaré dos: La festividad del día de muertos. Y el machismo. Arrancamos.
Debo reconocerle a la cinta su esfuerzo por mostrar las tradiciones mexicanas a un mundo sajón, ya que la película está hecha para un público norteamericano; el inicio en un universo gringo con personajes gringos (bastante… ¿inclusivos?), haciendo cosas gringas e introducidos al misticismo de la fiesta del día de muertos sin ningún preámbulo, ese inicio es flojito pero simpático.
La producción, el diseño de los personajes, la animación en sí, lo colorido de los mundos, todo tiene un toque muy particular, no alcanza la formalidad mostrada en otras cintas del productor (El laberinto del fauno, La forma del agua o incluso Hell Boy) y es entendible ya que el recurso del 3D requiere otro sistema constructivo. Pese a ello podría decirse que la cinta muestra un muy buen trabajo en el manejo del recurso con su muy personal estilo. A mucha gente no le gustó ya que se aleja bastante de las animaciones a las que nos tienen acostumbrados Pixar o Disney. Todo el monte es orégano. Usted elija.
Los cinco niños malportados del inicio son llevados a un museo. Su guía los ataja sin empacho y los introduce en la historia mostrándoles primero el Árbol de la vida, (abro paréntesis, literal, el árbol de la vida es una artesanía muy típica, muy elaborada y muy hermosa, del centro del país, hecha principalmente de barro y coloreada como sólo México sabe colorear. Esa artesanía nació como un método de evangelización ya que el árbol mostraba escenas bíblicas, como Adán y Evá, el bien, el mal, y, obviamente a dios. Actualmente la iconografía de los árboles se aleja un poco de los temas religiosos. Cierro paréntesis, literal), en esta representación del árbol, interpretada libremente, conocemos a La Catrina («es muy bonita» dice uno de los niños), a Xibalbá («es tan apuesto» dice el mismo niño con voz preorgásmica. Te dije que la cinta es muy inclusiva.) y al Hombre de Cera que es quien maneja el libro de la vida.
De ahí pasamos a la historia de Manolo, Joaquín y María a quienes conocemos desde que son niños, en una celebración del día de muertos, hasta cuando ya pueden tener un triángulo amoroso.
El arranque de esta historia en la historia se da gracias a una apuesta entre los gobernantes del «la tierra de lo recordados» y «la tierra de los olvidados» (hola, Buñuel): La Catrina y Xibalbá respectivamente. Ya sabes, los dioses sí juegan a los dados con los juguetitos de madera que somos los mortales.
La apuesta es quién se queda con María. Aceptan y habrá que esperar el desenlace de la vida. En el inter vemos, y creo que esto es un acierto enorme de la cinta, la otra tradición tan arraigada en nuestro país: el machismo. Ese machismo heteropatriarcalfálicoopresor que jode todo lo que toca. (Aplausos feministas, sí, sí lo sé, conozco la salida).
La vida de Manolo está presionada por las expectativas de su patriarcado «eres un Sánchez y por tanto debes…» renunciar a tu vida y hacer y ser lo que yo te diga: torero.
La vida de Joaquín está ensombrecida por el recuerdo de su padre inmortalizado en la estatua de la plaza del pueblo: un valiente caudillo héroe de la nación.
La vida de María está regida por el patriarcado que manda y dispone de lo que ella debe hacer a lo largo de toda su vida.
Ese machismo cultural lo vemos sembrado en los dos niños: ya se disputan «la propiedad» de la chica, reflejan en ella su destino de mamácocineramucamacargadaenunrincón.
El punto bueno para María, y para la cinta, es que María es muy empoderada desde pequeña y sabe reconocer ese machismo y lo combate con inteligencia y decisión. Ella lee («y por gusto» dicen sus coterraneas con disgusto), se va a estudiar (por decisión del padre), viaja, aprende, crece y regresa al pueblo.
Aquí es donde la historia del triángulo amoroso nace. Ella no soporta el machismo, es animalista, lectora, sabe esgrima, kug fu, apostaría que vegana, y arriesgaría a que contempla el poliamor como opción y mil cosas más. Batalla un poco para decidirse entre el «valeroso» Joaquín, o el «fracasado» torero Manolo. Aunque después de la corrida de toros ya tenemos una idea clara hacia qué lado masca la vaca.
Todo marcha pero claro que el maloso tiene que hacer trampa y eso da pie a que Manolo visite «la tierra de los recordados». Primero.
Manolo, cual Romeo, muere al ver a su amada muerta. Vamos al inframundo y allá abajo todo es pachanga. Igual que acá arriba pero con muchos muertos. Mira, igual que acá arriba. El pretexto perfecto para seguir mostrando el abigarrado diseño de producción y a los ancestros de Manolo.
En el mundo «real» San Ángel, el pueblito, tiene que enfrentarse a el Chacal, el malo del pueblo. Acá continuamos con el machismo impositivo que exige el sacrificio de la mujer para el beneficio de alguien más. Boda a webo a la que María accede, Joaquín dice sí, y el Xibalbá celebra ya que con ello él ganará la apuesta.
Como muchas cintas, sobre todo de animación, esta tiene múltiples referencias al cine en general: Puedes ver a Macario con su cueva de velas. A Indiana Jones perseguido por la roca. A Romeo, claro, con Julieta. A Coco no porque aún estaba en preproducción. Al Club de los cinco, El señor de los anillos. En fin, la cinta abreva de la cultura cinematográfica mundial, no sólo de las tradiciones mexicanas. No es queja.
Tras una escena redentora, para todos, las cosas son como finalmente deberían de ser. El torero ahora es cantante; el falso héroe ahora es verdadero; la chica frágil es ayudada a rescatarse y se queda con lo que quiere. Las familias entienden que estaban equivocadas. Y los perros dioses seguirán haciendo con nosotros lo que les de su regalada gana. Igual que Guillermo del Toro.
¿Vale la pena verla? Sí. Es muy entretenida, muy educativa a pesar de todas sus libertades creativas, tiene unos chistes gráficos geniales (el padrecito entrándole a los guamazos con mitra y máscara de luchador. Un Quijote de ópera a quien le da voz Plácido Domingo, churros glaseados, monjas cantoras, mariachis típicos y los siempre cahcondillos Catrina y Xibalbá que exudan tensión sexual. Ya sabes, las muertes pequeñas).
Si no le pides mucho tal vez obtengas más de lo que esperabas.
Eso debería decir el Libro de la Vida de la vida misma.
Samuel Carvajal Rangel
Me encanta tu manera de describir lo que muchos hemos visto y que por tu escrito nos permite ver cómo grandes detalles.
Gracias!!!
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Gracias a ti por tu lectura y tus comentarios, Erika.
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