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Como mexicanos, vivir junto a los gringos nos hace olvidar que hay otras identidades en el mundo.
Hay un movimiento muy fuerte de parte de los africanos y afroamericanos (nuestra tercera raíz también es africana) no sólo dentro del cosplay y cultura geek, sino de la ciencia ficción.
Así que en el nombre del conocimiento, voy a dedicar el mes de octubre a dar a conocer una pequeña nota acerca de este movimiento cultural, sobre todo en la ciencia ficción.
Porque no podemos tampoco olvidar que en México surgió la primera colonia de esclavos libres en América; que en nuestro continente no sólo se habla inglés, español y portugués, sino francés; y que las Antillas también son América.
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Tal vez uno de los autores negros de ciencia ficción más conocidos sea Samuel R. Delany.
Hijo de un funerario, sobrino de activistas por los derechos de la mujer, y nieto del primer obispo negro de la iglesia episcopal, este autor neoyorkino ganó el premio Nébula en 1966 por «Babel-17», volvió a ganarlo el año siguiente por «La intersección Einstein» y ambas fueron nominadas al Hugo. Entre sus otras novelas populares están «En Ciron vuelan», «Nova» y «Tritón».
Los temas que aborda son la limpieza étnica, las relaciones sociales (y eróticas) entre humanos y extraterrestres y la colonización del espacio.
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Octavia Butler es un nombre que tal vez hayas escuchado más de una vez.
Nacida en California y criada por su madre y su abuela, desde la adolescencia se aficionó a las revistas de CF de la post guerra. Asisitir al Open Door Workshop del Screenwriters’ Guild of America y al Clarion Science Fiction Writers Workshop a principios de los 70’s la impulsarían a escribir «Kindred», una novela de viajes en el tiempo que se convertiría en best seller. A finales de esa década y principios de la siguiente, desarrolló las series «Patternists» (donde explora a una raza inmortal que cría humanos) y «Xenogénesis». Su cuento «Bloodchild» fue ganador de los premios Nébula, Hugo y Locus en 1985.
Actualmente, las novelas «La parábola del sembrador» y «La parábola de los talentos» (premio Nébula 1999) son consideradas fundamentales para el movimiento Solarpunk.
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El 22 de noviembre de 1968, un actor blanco besaba a una actriz negra por primera vez en la TV: Eran el capitán Kirk (William Shatner) y La Oficial Nyota Uhura (Nichelle Nichols) de la serie de ciencia ficción Star Trek.
El movimiento de derechos civiles de los afroamericanos tuvo sus época mas intensa entre 1954 y ese año, en el que concluyó cuando se abolió el segregacionismo (al menos en papel) en el mes de abril.
Star Trek dijo «no hay marcha atrás» y continuó yendo valientemente hasta donde ningún otro show había ido jamás. En este futuro equitativo, ha habido varios capitanes de color: Clark Terrell (Paul Winfield) en «Star Trek 2», Silva LaForge en «The next generation» (Madge Sinclair), Benjamin Sisko el comandante de la Deep Space Nine (Avery Brooks)
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Dentro de la ciencia ficción, el steampunk es un subgénero bastante popular en la actualidad. Sin embargo hoy voy a hablar del STEAMFUNK. En 2013, Milton J, Davis y Balogun Ojetade (de Atlanta, Georgia) editaron una antología retrofuturista en la que se presentan varias ucronías donde la cultura afroamericana permea: encontramos en este libro a: brujas cyborg en Chicago; al legendario John Henry luchando contra zombies; «Freedonia» un país creado en los estados sureños de EUA y mucho más en esta publicación indie de casi 500 páginas.
Dentro del movimiento también han publicado las novelas «La rosa de matanzas» y «From here to Timbuktu» que exploran ucronías tanto en Cuba como en Mali.
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Hace un par de años, tuve la oportunidad de ver en el Museo Marco una exposición que incluía las fotos de un supuesto viaje al sol.
Se trata de la serie «Icarus 13: El primer viaje al sol» (2006) de Kiluanji Kai Henda, artista radicado en Luanda, en la que nos muestra las instalaciones de la primera base espacial africana, el cohete que llevó a la tripulación a la estrella, e imágenes de los helionautas recolectando muestras.
Esto no es acerca de precisión científica, sino de como el arte inspira nuestros sueños y entonces sí, son la ciencia y la tecnología las que nos dan las herramientas para realizarlos.
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Nnedi Okorafor nació en Estados Unidos en 1974, de padres nigerianos. Pertenece a la generación de vanguardia de escritoras africanas. Aunque inició como autora de novela para jóvenes como «Zahrah The Windseeker» y «The Shadow Speaker», su primera novela para adultos, nominada al premio Nébula en 2010, «Who fears death» será adaptada a serie de TV, y el año pasado ganó tanto el Hugo como el Nébula por su novela «Binti». Sus obras dan protagonismo a la cultura africana, escenificando las historias en ese continente, lo que la convierte en una de las puntas de lanza del Afrofuturismo.
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Nacida en Kingston (Jamaica) y radicada de Canadá, Nalo Hopkinson ha cosechado prestigiosos premios por sus novelas de ciencia ficción: «Brown Girl in the ring» (Locus 1999), «Skin Folk» (World Fantasy Award, 2002), «The salt roads» (Gaylactic Spectrum Award 2004), «The new moon’s arms» (Sunburts 2008) y «Sister Mine» (Andre Norton 2013). En su obra podremos encontrar space opera con planetas colonizados por naciones caribeñas, ciudades divididas por la desigualdad social y la rica tradición mitológica antillana.
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Solemos pensar que si eres escritor de ciencia ficción, es porque dedicas tu tiempo sólo a escribir prosa para revistas o publicaciones.
Lo cierto es que muchos escritores son también guionistas de series de TV o películas (recordemos a George R. R. Martin en «La bella y la bestia», a Richard Matheson en «Amazing Stories) como Steven Barnes.
Nacido en LA, escribió el episodio «Para ver al hombre invisible» de la serie «Dimensión Desconocida», en la serie animada de los cazafantasmas nos dio a conocer a Shimbabuku (por supuesto, hablando de la herencia afroamericana de Winston) en «Las piedras que gimen»; en «Stargate SG1» escribió dos capítulos y entre sus créditos también están capítulos de «Baywatch», «The outer limits» y «Ben 10».
Por supuesto, también ha escrito prosa: tiene varias novelas, algunos colaborando con Larry Niven.
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En la historia de la ciencia ficción, ha habido publicaciones que marcan un importante parteaguas entre géneros. Podemos mencionar entre ellos «Dangerous Visions» y «New Worlds» a mediados de los 60’s como el inicio del New Wave; y «Ribofunk» de 1996 que lanzaría la propuesta de un biopunk.
Dentro del afrofuturismo, «Dark Matter: A century of speculative fiction from the african diaspora» (2000) podría ser considerada de igual magnitud para el movimiento: se trata de una antología editada por Sheree Thomas que reune a varios de los autores mas destacados del género.
Desde 1887 con el cuento «The goophered grapevine» de Charles Chestnutt hasta el presente, reúne cinco ensayos, dos extractos de novelas y veintiséis relatos.
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Dentro del afrofuturismo, el cine ha encontrado un terreno fértil para experimentar. La referencia más inmediata cuando pensamos en cine africano de CF es Neill Blomkamp, pero no es el único autor y tendríamos que ver esa otra perspectiva que tienen los habitantes de otros países del continente.
Génesis Williams dirigió en 2013 el cortometraje «El día que llegaron». Ella es nigeriana y su cortometraje ocurre en la ciudad de Lagos.
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Otro ejemplo de cine afrofuturista: En un mundo desértico y distópico, una habitante de un bunker subterráneo desea el regreso de los árboles.
«Pumzi» es un cortometraje escrito y dirigido por Wanuri Kahiu, que le dio a su autora el premio del festival de cine de Venecia en 2010.
Además de este corto, ella ha dirigido dos película más.
Nativa de Kenia, realizó sus estudios en la Universidad de California y la de Warwick.
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Nacido en Benin, el cineasta Sylvestre Amoussou ha dirgido algunas series de TV y cortometrajes.
La razón para citarlo el día de hoy en este recuento del afrofuturismo, es la película «Paraíso Africano» en el que diseña un continente unido bajo una sola bandera, donde rige un solo sistema económico y cuya prosperidad atrae a miles de inmigrantes europeos.
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A fines de los 70’s y principios de los 80’s, Vangelis creó un sonido con sintetizador que definiría nuestra audición del futuro (baste ver de nuevo «Blade Runner»).
Ya he hablado de escultura, cine, literatura y hasta cosplay; ahora voy a mencionar la música.
Nacido en Chad, Caleb Rimtobaye se dio cuenta que para el resto del mundo la música africana parecía tratarse sólo de tam-tams y boubous. Así que desarrolló Afrotronix, con la idea de ser la música futurista que hablara por el continente.
«Nosotros africanos, podemos dibujar nuestro futuro» dice, y no podría estar más de acuerdo con él.
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Imagina que eres omnisciente, que puedes saber todo de todo lo que te rodea, y de repente te vuelves consciente del racismo, del sexismo y de la gentrificaci{on.
Esta es la premisa del proyecto «Little Apple» de Riley S. Wilson, una serie que se fondeó en Kickstarter, que busca entretener y además concientizar sobre estos problemas.
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Ytasha Womack nació en Chicago. Coreógrafa, cineasta, periodista y escritora; sus ensayos sobre la cultura negra actual han recibido elogios y premios. En 2014, «Afrofuturism: the world of black sci fi and fantasy» fue nominado al premio Locus. En este libro ella nos muestra la comunidad creativa detrás del movimiento: desde Samuel R. Delany y Ocatvia Butler hasta la música de Sun Ra y Will.I.Am; y las instalaciones multimedia inspiradas por los mitos Dogon y Egipcios.
Analizando el movimiento desde la óptica de ser un extranjero en tierra extraña, pasando por los gritos de libertad y equidad, en esta obra ella busca iluminar y entretener al lector para derribar las barreras de que limitan social, racial y étnicamente a los individuos, y empoderarlos.
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Dentro de las artes plásticas, encontramos la ilustración digital.
Roger Patterson es un artista que encontré en deviantart mientras buscaba «afrofuturismo».
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No podríamos hablar de música afrofuturista sin mencionar al jazzista Herman Sonny Blount, mejor conocido como Sun Ra.
Nacido en Alabama en 1914, fundó la Sun Ra Arkestra. Pionero en el uso de instrumentos electrónicos como el piano eléctrico, entre su discografía, encontraremos «The nubians of Plutonia» (1959), «Atlantis» (1967), «Space is the place» (1972), «Sunrise in different dimensions» (1980) entre muchos otros.
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Tananarive Due nació en Tallahassee Florida. Hija de activistas por los derechos civiles, inició su carrera como periodista para el Miami Herald, y si bien es más conocida por su literatura fantástica como la saga «African Immortals» y «Naked came the manatee», ha incursionado exitósamente en la ciencia ficción con las novelas «The Between», «The good house» y «Joplin’s ghost».
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Andrea Hairston es dramaturga, productora de teatro y maestra de literatura en la Universidad de Smith. Su primera novela (Mindscape) recibió el premio Carl Brandon Parrallax y «Redwood and fire» ganó el premio James Tiptree en 2011.
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¡Wakanda Forever!
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Charles Saunders nació en Pennsylvania, pero emigró a Canadá en 1970, donde inició su carrera en publicaciones de literatura fantástica.
Es muy conocido por su saga «Imaro» que tiene cuatro partes, la última publicada de forma independiente.
En 1986 y 1987 escribió los guiones de las cintas argentinas de fantasía «Amazonas» y «Stormquest»
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Kai Ashante Wilson es un reconocido autor de la editorial Tor, su novela «The devil in America» fue nominada al Nébula y varias de sus obras se pueden leer online. Participó en la antología homenaje a Delany «Stories for Chip» con el cuento «Légendaire».
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Minister Faust es un autor canadiense que acuñó el término «Imhotep-Hop» para referirse a su literatura.
Activista, peridoista, escritor, orador y artista marcial, este influencer refleja en sus historias la realidad africana, su rico pasado y analiza un futuro en el que el tercer mundo lucha no sólo por su supervivencia sino por alcanzar las estrellas.
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Generalmente decimos que «Frankenstein o el moderno prometeo» de Mary W. Shelley es la primer obra de ciencia ficción.
Han pasado 199 años desde su publicación y esta entrada sobre afrofuturismo tiene mucho que ver con ella: Los últimos descendientes de Victor Frankenstein son afroamericanos y tienen que encarar de nuevo al monstruo, en una miniserie de seis números publicada por Boom! Cómic titulada «Destroyer».
Su guionista, Victor Lavalle, nació en Queens NY y actualmente vive en Washington, ha recibido diferentes premios por su prosa y ocupa este espacio por su trabajo en este cómic.
Conclusión
¿Qué grupo étnico ha sido discriminado desde hace siglos por los países del primer mundo? ¿Qué grupo étnico ha visto su cultura diluída frente a los valores de quienes lo han colonizado tanto geográficamente como económicamente? ¿Qué grupo ha sido ocultado en los medios masivos de comunicación o reducido a clichés, sobre todo por su color de piel? Ya no estoy hablando de los afroamericanos, estoy hablando de nosotros, los latinos.
Y si padecemos el mismo problema que la gente de color, ¿no podríamos voltear a ver qué están haciendo ellos respecto a sí mismos, aparte de imitar lo que norteamericanos o europeos van diciendo que es «la vanguardia» de la ciencia ficción? No se que tanto impacto hayan tenido mis breves comentarios diarios, pero al menos a mí como autor latinoamericano de CF, me han surgido ideas.
El segundo tema, es el de la apropiación.
En general, como mexicano, no veo nada de malo en que si algo de otra cultura te gusta, lo tomes y lo añadas a la tuya. Me refiero al «Halloween», al puerco en el pozole, a la harina de trigo para hacer pan dulce, a la influencia del árabe en el castellano y al mestizaje en general.
Sin embargo el fenómeno de la apropiación se refiere a un uso no del todo comprendido de los orígenes de algo, y que se utiliza de manera frívola.
Y volviendo al tema del afrofuturismo, es curioso que mi primer contacto con él haya sido en 1994 a través del BD «Dayak» escrito por Philipe Adamov, y publicado en Heavy Metal.
Y no me malinterpreten, es un comic muy bueno con arte espléndido, pero que tristemente y para agradar al mercado francobelga, presenta el mismo problema de Tarzán: el héroe es rubio de ojos azules (con piel morena, eso sí) en una Africa postapocalíptica donde los villanos son… los locales.
¿Qué tan lejos va a llegar el afrofuturismo? No lo sé, ¿Qué tanto va a ser colonizado por los «dueños de los dineros» del arte, la cultura y los medios masivos? Tampoco lo sé. Lo que sí sé es que está ahí, que hay que voltear a verlo, y en el movimiento, reflejarnos como seres humanos.
Abraham Martínez Azuara