Los días en familia son excelentes.
Amo a mis padres más que a nada en éste mundo, porque ellos me aman. Ellos me quieren y me cuidan. Mamá siempre canta canciones por las noches para que pueda dormir bien ¡Tiene una hermosa voz! Papá me cuenta cuentos, me encantan sus historias. Siempre habla de la bondad, de Dios y las cosas buenas. Pero también que Dios a veces se enoja y pasan cosas malas. Y ahora mismo Dios está enojado y no voy a poder comer esta noche. Le pido por favor que no me castigue de esta manera, pero se van sin tan solo escuchar mis súplicas. Mañana me voy a portar mejor.

Al día siguiente Mamá me canta canciones pero su voz ya no es tan hermosa. Ella está preocupada. Me dice que esta noche no podré comer otra vez. ¡Prometo portarme bien! ¡Seré obediente y bueno como Dios quiere! ¡Lo juro!

Ya van dos días. Papá me cuenta sus cuentos pero no me entretienen. Tengo mucha hambre y no puedo pensar. Luego me dice que ya no podré tener luz porque Dios lo quiso así ¡Le tengo miedo a la oscuridad!

Al tercer día no puedo ver y el hambre me consume. Papá con voz temblorosa me dice que no va a traerme nunca más algo de comida, y nunca más podrá encender la luz. Pero que no es una elección suya. Que me ama muchísimo y que lo siente en lo mas profundo de su alma. Me dice que Dios me va a acompañar el resto del tiempo, porque nadie vendrá a verme. Entonces, accidentalmente resbala y cae dentro de mi habitación. Cae sobre los antiguos huesos que descansan sobre la tierra adornada por sangre seca. Sus ojos se abren grandes como platos y comienza a llorar y suplicar, pero yo le digo que va a estar bien y que no le va a doler.

Porque esa es la voluntad de Dios.

Marcos Mignola

(Cuento ganador del Primer Lugar del 5to concurso La Cabra Negra y sus Mil Relatos 2019)