Alucinadas es una antología de relatos de ciencia ficción en español escritos por mujeres. Desde ahí ya hace diferencia y se destaca por mostrar el lado femenino del género. La antología ya abarca varios números y parece que continuará fungiendo como bastión de la ciencia ficción femenina escrita en español.
Un gran acierto es el nombre: mujeres que escriben ciencia ficción alucinante, de un contenido profundo e innovador. Mujeres capaces de deslumbrar, de mostrar nuevas perspectivas en temas comunes o que ya han sido tratados con anterioridad en el género: viajes en el espacio-tiempo, invasiones alienígenas, inmersión virtual, entre otros, pero con la diferencia, en la mayoría de los relatos, de su originalidad a la hora de utilizar estos temas; es el ejemplo de La Plaga, de Felicidad Martínez, muy al estilo de Aliens II pero narrado con desparpajo y humor, planteando cuestiones sobre la colonización, la afectación de especies indígenas y sus mecanismos de defensa como posibles repercusiones a la invasión humana.
Para esta entrada comienzo por el relato ganador de la antología: “La Terpsícore” de Teresa P. Mira de Echeverría, un relato con perspectivas filosóficas respecto a las realidades paralelas, sus posibilidades aunadas a un viaje estático que no por esto, deja de ser un viaje en todo sentido, donde la exploración rompe los límites de la realidad personal y del espacio-tiempo.
La idea novedosa del relato es el viaje estático y la posibilidad de hacer coincidir en un solo plano las posibilidades vivenciales de un individuo, sus otros yo potenciales. En San Petersburgo, en pleno Festival de las Noches Blancas, se realizará el primer viaje de la Terpsícore, la nave que le permitirá a la capitana Stephana Levitánova, confluir con versiones de sí misma procedentes de otras realidades, y esto debido a que la nave no se desplaza en el espacio, no recorre una distancia, sino que se encarga de desdoblar a su tripulante para hacerlo coincidir con su esencia múltiple. El viaje lo realiza con la ayuda del prósopon, la inteligencia artificial de la nave contenida en el cuerpo de un joven ya muerto, animado por esta, permitiendo que la capitana se comunique con la nave, pero lo más importante, le ayuda a coincidir con sus otros yo, compartir conocimientos y lo que representa para cada una de ellas, o él, el viaje.
Levitánova, la original o por lo menos la que seguimos en este relato, se presenta con el nombre clave de “Salmón” —la que vuelve al origen—, y esto debido a que es la única que no viaja realmente, su nave permanece estática en San Petersburgo mientras las otras, Pantera, Lobo, Serpiente, Lagartija y también Aguila-Dmitri, su versión masculina (las posibilidades se abren en un racimo que no se limita al sexo del tripulante), además de Cisne, Ballena y Hormiga, son catapultadas a puntos específicos del espacio, a lugares inexplorados.
El uso de nombres clave es relevante pues permite identificar a las diferentes versiones de la capitana (sumado a que sus vestimentas y comportamientos son un reflejo de estos). Es así que la capitana se vislumbra desde condiciones diferentes, lo que no fue o pudo ser de acuerdo a las decisiones que tomó o tomaron sus familiares, la sociedad particular en la que vive; el prósopon se encarga de barajar estas posibilidades y traer a las otras capitanas al mismo espacio o realidad. El relato es espectacular en ese sentido: un viaje estático que se desarrolla en un nivel de posibilidad, las otras realidades o universos de un individuo, además de la idea de una inteligencia artificial capaz de prever estas posibilidades y traerlas a un mismo punto, intersectarlas.
Desde una perspectiva de escritura, es interesante ver como un personaje se puede desarrollar de múltiples maneras, su personalidad puede abarcar un espectro ilimitado. Me recuerda a “Replay” de Ken Grimwood, donde el personaje principal es obligado a repetir su vida desde un punto determinado sin perder la conciencia de las vidas que ya vivió y así, tiene la posibilidad de tomar diferentes caminos y actuar según su conveniencia y conocimientos anteriores. Acá sucede lo contrario, estos caminos confluyen y se intersectan, la capitana es una y todas las demás al mismo tiempo.
El relato permite vislumbrar el universo de posibilidades que dejamos a un lado y que otro “yo” podría desarrollar, universos que como burbujas sobreviven y en este caso, confluyen por un instante para ahondar en la maravilla que plantea la multiplicidad. El final es abierto, tipo Neon Genesis Evangelion, donde el presente se deshace o se libera de la carga del futuro, de su continuidad, la capitana sobrevive transformada, se fusiona con sus versiones y es otra gracias a la experiencia.
Por último, el lenguaje que utiliza la autora tiene calidez, originalidad y gran fluidez, despierta la maravilla, la sensación de adentrarse en lo desconocido que al final, es lo que debe generar, entre otras múltiples sensaciones y potencialidades, la ciencia ficción.
Julián Reyna