Cuando ya no quieras
escuchar mis congojas,
y mi amor cual espina
te hiera y te lastime,
con tus ojos que siempre
reflejan tu dulzura,
romperas el hechizo
cuando ya no me miren.
Si mi necia costumbre
de decir que te quiero,
escuchar ya no quieres;
con tus labios divinos
cual tenues mariposas
me dirás que me calle.
Y en la vacía noche
de mi ingrato secreto
se perderá mi alma
pues ya nada me importa.
Adán Azuara Espinoza