—¿Qué pasó con el primer astrónomo que lo vio?
—También muerto, señor.

La noticia ya era global, la primera imagen de un hoyo negro será transmitida mañana por la mañana.

—¿Mismos síntomas que al equipo de investigación? —preguntó el director del programa del EHT (The Event Horizon Telescope).
—Así es —indicó el Doctor Sheperd—. Lo mismo que captaron las cámaras de la sala de control.

El director cubrió su boca con la mano derecha para evitar que se notará como le temblaba la quijada, tan sólo recordar el video le daba pánico. La noche anterior, todo era celebración y alegría, «¡Al fin lo logramos! ¡Tenemos la primera fotografía!» Gritaban todos los miembros del equipo de investigación. Lo anunciaron rápidamente a los medios de comunicación ya que necesitaban hacer mucho rating para que aumentarán los presupuestos al programa.

Los astrónomos principales, científicos y técnicos se reunieron en la sala principal descorchando la champaña y preparados para ver la imagen en su máxima resolución en la mega pantalla 16K que tenían en el centro de comando, en el cual se llevaba todo el monitoreo espacial en las múltiples pantallas que albergaba este recinto casi futurista. Sirviendo las copas, el doctor Stuart, jefe de operación, iba agradeciendo a cada uno de los asistentes a la ceremonia y a los muchos otros que estaban al teléfono debido a la hora y espontaneidad del evento. Todos los asistentes miraban con ansias y sonrisas a la pantalla mientras el técnico daba la cuenta regresiva para proyectar la imagen, tres… dos… uno…

Por lo que vemos por las cámaras de circuito cerrado, los asistentes se quedaron viendo la imagen en silencio, pasó un minuto sin que ningún asistente hiciera ningún movimiento, la sensación que provocaba ver esas imágenes era realmente incómoda, algo iba mal, eso no era normal.

Las sonrisas captadas por las cámaras de algunos de los asistentes empezaron a verse antinaturales, alguien no podría sonreír tanto tiempo.

—¿Aló? —dijo el doctor Hernández de Argentina por el teléfono— ¿Están ahí?, se escucha un sonidito muy molesto en la línea, ¿qué está pasando? voy a colgar.

Diez minutos llevaba esta escena surrealista del grupo de personas en bata blanca de pie sin hacer ningún movimiento, algunos con la copa de champaña en mano sin dejar de ver la pantalla. De pronto el silencio de la sala fue quebrado por la voz de la doctora Lizbeth: «Es tan hermoso» dijo con una voz llena de ternura mientras se veía como tenía sus ojos de un color rojo de los cuales empezó a brotar sangre como si fuera un río de lágrimas manchando su rostro.

—Es la eternidad— se escuchó decir al doctor Stuart también con la cara dividida por las líneas rojas de sangre que salían de sus ojos.

De pronto cada uno de los asistentes de la sala de control se fueron derrumbando quedando inertes en el suelo con la cara empapada de rojo.

—Como sabrá, Doctor Sheperd, ya tenemos comprometido con el mundo estas imágenes, por obvias razones no podremos presentar lo que encontramos hasta que termine la investigación correspondiente de lo que sucedió en el evento de anoche —mencionó el director volteando a ver con amenazadora mirada al que hasta hace unas horas era un participante en el proyecto con muy baja relevancia pero que ahora llevaba el título de jefe de operación.
—¿Sugiere que publiquemos otras imágenes? Pero en esas se ve todo borroso, fueron las primeras pruebas —respondió Shepard—. No creo que sea lo correcto, debemos de decir la verdad.
—Doctor Sheperd, le reitero que la noticia del fallecimiento de sus compañeros la mantendremos en secreto hasta nuevo aviso y si le es muy difícil llevar el rol de jefe de operación estoy seguro de que algún otro de sus compañeros puede ejercerlo sin problemas —le contestó el director dándole a entender que no era un diálogo sino una orden.

Eduardo Nápoles