Sé qué habita y qué no habita este bosque, desde lo más pequeño hasta lo más grande, también recuerdo cada nombre real y otorgado; se podría decir que soy la memoria de este lugar, nací con el bosque y, tal vez, muera con él. A veces llegan seres de otros bosques hechos de piedra y metal a cortar árboles, otros a cazar a los animales, otros a caminar entre los pasillos arbóreos y dejar sus desechos, otros, que son muy pocos, vienen a sembrar nuevos árboles y hay otros que invocan la energía del bosque y, en ocasiones, derraman sangre de otro para invocar mis poderes: «El velo que te separa de nosotros se romperá y pronto te contemplaremos en todo tu esplendor, oh, Gran Dios Pan” y cosas similares; jamás volverán a ser dignos de contemplarme y menos bajo esa forma, sus pequeñas mentes se desintegrarían si ve vieran. Recuerdo cuando el hombre blanco y delgado empezó a rondar por este bosque, si al verlo quedan infectados por las pesadillas de las que esta hecho, al verme sus mentes volverían a su estado primitivo. La primera vez que vi a ese hombre blanco y sin rostro le dejé en claro que este bosque era mi territorio, le pregunté quién era y respondió que no recordaba su nombre, solamente sabe que fue castigado por los antiguos dioses por escribir historias y revelarle al mundo la existencia del libro antiguo dictado al árabe loco y por ello debería alimentarse del miedo y la locura de otros seres.
A veces llegan entes que han atravesado el gran bosque oscuro que separa nuestros mundos, vienen a cazar o a estudiar este lugar, aunque igual caen por accidente; mientras están aquí no interfiero con ellos, es lo mejor, pero los humanos son seres torpes y vienen a investigar qué ha sucedido y es cuando los problemas realmente comienzan, siempre destruyen parte de mi bosque, humanos mueren y las entidades terminan masacradas; no me molesta, mi bosque se alimenta de ellos.
Pero, todo ha cambiado, hay algo azul y frío que se oculta en mi bosque, que se está alimentando de las antiguas fuerzas de mi vientre, siento como me drena; lo he buscado, es escurridizo. El hombre delgado y de tentáculos negros ha huido; los humanos que han venido a indagar qué cosa es, han desaparecido sin gritar y sin dejar sus huesos. Quizás el bosque oscuro está listo para atacar y acabar con todo lo qué hay en este mundo, quizás ha llegado el tiempo en que mi bosque caiga otoñalmente para dormir bajo la oscura nieve de la muerte; ¿qué haces cuando el miedo te invade? No a la muerte, sino al olvido.
Eduardo Vardheren