“Los habitantes de los planetas Gamea y Henzai han comenzado a reportar extraños sonidos en sus cielos. Lo más siniestro del caso es que sus descripciones coinciden entre sí, quedando descartadas causas atmosféricas. ‘Como un terrible y agónico tenor, combinado con un escalofriante rechinar metálico. Ni los dragones de Amero producen semejantes ecos.’ Expertos de Henzai, sin hacer totalmente públicas sus hipótesis aún, aseguran haber encontrado patrones de altos y bajos, así como tiempos exactos y medidos entre sonidos… tienen miedo de asegurar que se trata de un lenguaje… de un intento de comunicación… Pero, ¿de quiénes?”
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De las opiniones más compartidas entre sus colegas y semejantes de profesión está la idea de que ‘La Ventana’ ha sido producto de la casualidad. Doctor Asimov, en esta conferencia de prensa donde sus declaraciones serán tomadas como oficiales, ¿cuál es su postura? ¿Es esto un evento casual? ¿Una anomalía repentina? ¿Algo premeditado?
Sí… Verá… Estamos ante una situación semejante a lo ocurrido hace poco más de siete siglos. Las doctrinas de la generación espontánea fueron refutadas ante lo observado por el microscopio. Tal como en su época, no podíamos especular con la razón. Fue imprescindible la observación para que un hombre se convenciera de que al manipular la forma de una lente y hacer un juego con éstas, se tuviera la oportunidad de conocer un nuevo mundo con explicaciones. Desde ese momento continuamos ‘mirando hacia abajo’… ‘Ellos’ también miraron hacia abajo… Disculpe, me desvío. Si bien ‘La Ventana’, siendo sincero, no formaba parte de los objetivos principales del proyecto, tampoco podemos decir que su hallazgo fue casualidad… ¿Siguiente pregunta?
¡Yo! Gracias. De la prensa ‘Amero’. Siguiendo con el contexto anterior. ¿Qué fue entonces lo que su equipo pretendía encontrar? De acuerdo con el reporte de las especificaciones técnicas de su instrumento de… llamémosle, medición, este no estaba diseñado para ir más allá del gravitón, o como para detectar la sexta fuerza fundamental. ¿Cuáles eran sus verdaderos argumentos iniciales con los que pretendía arrebatar la atención puesta en el Gran Colisionador de Marte? ¡Pues vaya! Ni siquiera está construido con la intención de buscar al taquión, promesa que usted hizo al momento de solicitar los recursos…
¡La respuesta…! La respuesta más sincera… Hace ciento cincuenta años, como recordarán algunos, la conmoción por haber sido contactados fue devastadora. Nos costó, mental, espiritual, materialmente y en el orgullo, aceptar que no éramos la forma de vida más inteligente en el Universo. Verán… Estamos intentando liberar la información gradualmente para que pueda ser digerida. Preguntas como la tuya lloverán y… No… No puedo seguir con este teatro. Antes de que vengan a quitarme del podio, tienen derecho a saber: Tal como hace ciento cincuenta años, no estamos preparados como sociedad para recibir la verdad de todo lo que hay detrás de ‘La Ventana’. ¡Hay seres infinitamente más inteligentes que los mismos Heizanos o los Seikanos! Piénsenlo, si ‘La Ventana’ nos permite ‘ver hacia abajo’, alguien tiene la capacidad de observarnos desde más arriba. ¡Ellos nos dijeron cómo construir ‘La Ventana’! ¡Hay más quienes miran hacia abajo!
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Recuerdo la naturaleza de mis pesadillas antes de aquella conferencia: una neoplasia producida por el parásito de Gamea, un mundo consumido en apatía e indiferencia, mi familia en gran sufrimiento por las súper bacterias del norte. Pero esa tarde, después de aquella declaración comprendí la insignificancia de mis temores. En esa tarde supe, con la sangre helada fluyendo por mi espalda, que la pérdida tan repentina y espeluznante de la cordura de aquel hombre de temple inquebrantable y respetable, rebajándose a regateos y forcejeos propios de un niño, era el verdadero umbral de la demencia que se creía ya habíamos cruzado en varias ocasiones. Me atrevo a comparar el suceso con la llegada de la flotilla espacial del Dictador Ókuma a nuestro sistema solar, o cuando el Imperio de Kodán devastó a Eurasia con la primera bomba de antimateria, e incluso con el día en que Los Colosos de la verde Antártica declararon guerra sobre la Humanidad; pues el Doctor Frederick Asimov siempre se mostró impávido y bravo ante estos eventos. Y en aquel día, a sus ciento treintaisiete años, echó por la borda toda la madurez y el respeto que se le pudieron haber atribuido a uno de los mejores hombres del milenio.
Toda esta demencia germinó cuando una anomalía fue detectada en los restos del ‘Man-of-war’ del Dictador Ókuma, naufragio que ya deambulaba en las cercanías del cinturón de asteroides, dando así el banderazo de salida a la carrera por ser el primero en comprobar la presencia de lo que parecían ser taquiones. El Doctor Asimov por supuesto, fue el primero en establecer un observatorio en tal lugar. Desde aquel día en que tuvo contacto con ‘La Primera Ventana’ se inclinó en obsesión casi macabra hacia una investigación por replicar lo que observó pues, según él, dicho fenómeno no duró mucho. Se las arregló para conseguir los recursos materiales y humanos, bajo la promesa de poder detectar los dichosos taquiones. Y seguimos sus órdenes. Montamos el laboratorio en la Sección Euroasiática de la estación lunar. Todos sus planos, todas las especificaciones… aunque fuese el Doctor Asimov, tales cálculos no podían haber sido concebidos por una mente humana. Aquel laboratorio tenía la capacidad de competir contra investigaciones hechas en el planeta Seika.
El viaje se torna cada ‘minuto’ más pesado. No sé cuánto falte para mi llegada, y si llegaré en el tiempo correcto… Después fue la época de asombro. ‘La Ventana’ ya estaba abierta. El Doctor Asimov, ahora en el buen sentido de la expresión, parecía un niño emocionado por lo que observaba. Recuerdo sus entusiasmadas palabras: “Verá, Doctor George, hemos llegado al punto en que podemos asegurar la existencia de dos fuerzas fundamentales en este ‘espacio’. Venga, deduzca cuáles son. Exacto, la electromagnética y la nuclear fuerte. Dudo mucho que la gravitacional pueda darse. Efectos como la relatividad quedarían descartados. Por supuesto no podríamos llamarle materia estrictamente, ni mucho menos decir que es un nuevo estado… Es increíble indiscutiblemente. Las leyes termodinámicas gobiernan de la misma manera. Tienen analogía con los sistemas de acá… ‘Y la entropía crece, anormalmente sin piedad’… El equipo de biólogos propone que los organismos se alimentan mediante un intercambio iónico de partículas cargadas, similar a lo que ocurre en una bomba de sodio-potasio… Su espacio bidimensional parece ser capaz de propagar perturbaciones análogas a una electromagnética… Para describir su ‘materia’ tenemos que quitar la masa de toda ecuación, algo paradójico, sí, pero así es… Algunos fenómenos no pueden ser extrapolados ni deducidos de nuestras leyes, o sea, parecen existir partículas y fuerzas fundamentales propias de su espacio, aun más elementales que las que explican nuestro Universo…”
Es imposible describir cómo se pudo desarrollar tal instrumento que nos permitiera ‘ver’ aquel nuevo mundo, pues algo como la luz simplemente no existe en ese espacio. Fue eso el verdadero milagro de ‘La Ventana’. Y como encantado por un obsceno sacrilegio, Asimov seguía expresando su fascinación reverencial: “¿No le asombra, George? ¿Recuerdas la primera vez que viste una E. Coli? Mírelos, ¡en verdad están vivos!” Sí, me pasmó tal descubrimiento. Fui sorprendido, pero con un tinte más de horror que de inocente maravilla. Hasta este momento me cuesta todavía comprender, pues rompe todo esquema de realidad y de verdad que conocía. Deseo negarlo, deseo no haber ‘visto’ semejante mundo, tal fragilidad de un universo cuyos habitantes ni siquiera tienen la capacidad de cuestionar. No puedo aceptarlo. ¡Simplemente no! ¡Cómo puede existir vida en semejantes condiciones!
“‘La Ventana’ sólo nos permite observar y estudiar. Cualquier interacción directa que quisiéramos establecer con ellos sería catastrófica. ¡Vaya! Incluso la luz, un sólo fotón, podría crear algo similar a lo que tenemos como agujero negro… No temas, George. Hay cosas más increíbles… No es correcto decir que están allá afuera… Sólo te puedo decir que ‘Ellos’ nos observan… tal como nosotros los observamos a ‘ellos’”.
Después de haber sido retirado del podio por tres humanoides en aquella conferencia de prensa, no supe nada acerca del paradero de Asimov. La piel de ese pobre diablo debió comenzar a descomponerse esa misma noche en algún calabozo. Sin embargo, aquel no fue su último mensaje, al menos no para mí. En una inusual carta, escrita en papel y con grafito, me confirmó lo que sus frases codificadas e incompletas inconscientemente pretendían advertirme, esclareciendo esa siniestra y perversa realidad que siempre supuse, pero que nunca me atreví a aceptar: “Querido Doctor George, hoy será el último día en que nos veamos. Seré breve. ‘La Ventana’ ciertamente no es un producto humano, ni siquiera de alguna otra raza inteligente del Universo. Imagínese nuestra posición sobre ‘ellos’. Para los ‘seres inferiores’ nosotros somos inconcebibles en su imaginación. Ahora pongámonos en la posición de ‘ellos’. ¿Quién o qué cree que está más arriba? Así es, ‘Ellos’ me explicaron y me guiaron. ‘Ellos’ me convencieron de emprender esta búsqueda con el argumento de que hay una perturbación en los niveles más elementales de la existencia, una anomalía que ‘Ellos’ temen y que se han propuesto corregir. La orden pudo venir desde más arriba todavía. Las voces en los cielos de todos los mundos comienzan articular. Todo ser inteligente al escucharlas cae en un estado de demencia, obsesión y locura. Todos perderemos la cabeza a causa de las voces de ‘los dioses sin forma’. George, aquella ‘Primera Ventana’, cerca de los restos de la nave de Ókuma, fue una ventana que ‘Ellos’ abrieron. No hay más tiempo. Use la máquina ‘Yikan’ de la estación lunar. Vaya mucho más atrás y advierta de esto, pues ‘Ellos’ ya habían comenzado a manifestarse desde antes. Alguien ya había sido contactado y les ayudó a abrir una ventana mucho tiempo atrás en nuestro mismo Sistema Solar.”
Creo que he llegado. Espero este sea el tiempo exacto. Si ya se ha escrito, aunque sea lo más mínimo, acerca de ‘Ellos’, entonces llegué tarde. Sirvan estos recuerdos, en caso de que mi cuerpo no hubiese soportado el viaje, como la advertencia a la que fui encomendado dar…
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Querido Doctor George, para nosotros su limitación del tiempo nos es trivial, tal como lo es para ustedes el ‘fondo’ en comparación con los Seres de Dos Dimensiones. Es fútil intentar detener nuestra noble misión. La locura es un precio bastante barato. Una vez abierta cualquier ‘Ventana’, siempre ha estado, está y estará abierta. Pero todo esto es ya irrelevante, pues ‘es tarde’, sí, incluso para Nosotros… nunca pudimos llegar al fondo, al ‘Universo Elemental’… No pudimos detener la anomalía.
Fabián Sánchez Ramírez