El cerebro del individuo escogido se encuentra intacto. [01Zeitgeist]. Las probabilidades de restablecer la operatividad de dicho órgano son altas. [01Ragnarök]. El sujeto de prueba, en adelante El Elegido, proviene de la unidad Criogenia Lumpen; División A.R.K. [01Apocalipsis]. La tibia y nacarada luz de la máquina resplandece sobre su rostro. Parece un ser inmaculado. [01Armagedón].
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El “Despertar Colectivo” devastó, principalmente, el centro de la ciudad. La sórdida postal urbana, el espectáculo nacional, se viralizó en internet, utilizando la imagen de un niño calvo con una patriótica camiseta de fútbol llena de barro. En ese tiempo, la fetidez cubría las húmedas mañanas, y las noches eran invadidas por el caos de la incertidumbre. El gobierno debió poner en marcha un improvisado plan de emergencia; se decretó un absurdo estado de sitio. Inmundos cadáveres, extremidades y órganos esparcidos por la localidad se acumulaban y mezclaban con cuerpos acribillados a sangre fría debido a las revueltas ciudadanas.
Los sobrevivientes observaban deslumbrados como los cuerpos-sin-vida eran apilados sobre colosales estructuras metálicas oxidadas. Era tanta la cantidad de fallecidos, la paranoia, las posibles consecuencias a la salud de los sobrevivientes y la pobreza, que nadie reclamaba sus familiares. La carne-muerta era elevada y trasladada, mediante ruidosas naves militares a La Hoguera, instalación gubernamental ubicada en el altiplano que tiempo atrás sirvió como unidad de entrenamiento, ahora reacondicionada, habilitada y resguardada por militares con el propósito de incinerar químicamente los remanentes biológicos causados por el “Despertar Colectivo”. Una niña de sonrisa atemporal se pregunta para sus adentros por qué no puede ir al cielo.
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El Elegido, ahogado bajo ruinas despavimentadas, desfallece por tres días y tres noches; con el torso carbonizado, piernas y brazos reducidos a cenizas, la sangre hirviendo a borbotones por la boca rasgada y cristalizados ojos negroplasmáticos irradiando el fulgor de la desintegración.
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Una aeronave se posiciona y aterriza cerca de las coordenadas brindadas por El Cabo 2do y su tropa de conscriptos. A lo lejos, un cuerpo revestido de un traje blanco y gafas oscuras, acompañado de una máquina de arácnido movimiento, se aproxima.
—Pónganlo con cuidado en la máquina, caballeros. Son órdenes de El Hombre Amarillo[1]— agrega el sujeto de gafas oscuras. A cada uno de los cinco militares se le entregan vestimentas de seguridad. Cargan cuidadosamente el chamuscado cuerpo de El Elegido hasta depositarlo en la cilíndrica máquina cristalizada llena de líquido verde. Cada conscripto observa los restos de ajena piel quemada en sus guantes. Un rostro descompuesto pidiendo ayuda fue la última imagen mental que procesaron. Con El Elegido ya resguardado, el sujeto de blanco saca un arma y dispara en el cráneo de cada uniformado. Realiza un llamado. Señala que hay cinco cuerpos afectados con necesidad de ser derivados a La Hoguera.
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Se inicia el proceso de regeneración biológica. Previamente, se estableció un patrón, en base al ADN de El Elegido. Se sintetizaron cadenas polinucleótidas, decodificándose proteínas en base a dicho patrón. El procedimiento durará nueve meses. El útero, un blanco salón oval, vigilado por personal militar armado.
Huesos, ligamentos, tendones, músculos, órganos palpitantes, un semi-cuerpo inconsciente que comienza a adquirir forma homínida. La sangre fluye por el cuerpo de manera natural.
El procedimiento se desarrolla exitosamente. Poco a poco, el endurecimiento epitelial establece la forma humana definitiva. La actividad cerebral se reanuda.
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El Elegido es examinado en detalle por el equipo de especialistas de la División A.R.K. Definen los alcances del experimento, y concluyen que fue exitoso. Al contar con capacidades físicas y cognitivas desarrolladas, proceden a torturarlo y humillarlo para potenciar capacidades emocionales, siendo visitado por un tierno perro, un quiltro, cada una hora. Luego de veinticuatro horas de procedimiento, El Elegido toma el animal y lo destripa con sus dientes. Un shock eléctrico masivo invade el cuarto donde se encuentra recluido. Cae inconsciente.
Desnudo y aturdido, su nuevo-cuerpo amanece en pleno centro de la ciudad.
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El Elegido, ahora llamado El Profeta, vive bajo el puente del Río San José, entre carcomidas islas de basura orgánica y tecnológica. Durante horas, camina restregando sus ideas sobre el violentado rostro del presente. Su fama inició cuando, sentado en medio del paseo peatonal de la ciudad, se comió las uñas de los pies, tomó una siesta; al despertar, dejó caer sus viejos pantalones y defecó, exactamente a mediodía. Arrodillado, se alimentaba de su propia mierda, enseñando de esta manera la lógica del eterno retorno, el bucle temporal maldito.
Cuando concurre a la casa de alguno de sus discípulos, El Profeta exige el pubis de una virgen con nueve dedos en las manos. Penetra y sacude su bendecido falo dentro de la joven, mientras recita un triste poema refiriéndose al inherente dolor existente en la vida.
El Profeta habla sin pronombres señalando de esta manera la multiplicidad del ser, y a la vez su insignificancia en el mundo.
Últimamente, a diez años de conmemorar la catástrofe del “Despertar Colectivo”, se le ha visto cargar un viejo televisor sobre un coche de bebé, siendo esta una alegoría al génesis del proto-humano reciclable, según sus más acérrimos seguidores.
[01Alea iacta est].
[1] El patito feo esperó siempre, acurrucado en un rincón de su pequeña habitación, la llegada del Hombre Amarillo. Y, sin embargo, en la escuela le prometieron que, en cualquier encrucijada, el Hombre Amarillo puede tenderte la mano. También le prometieron -sus padres, pobre chico- que algún día llegaría a ser un cisne. Pero sus plumas perdían, poco a poco, el color y un buen (?) día desapareció sin dejar rastro; quién sabe qué habrá sido de él. [Leopoldo María Panero]
Daniel Alejandro Olcay Jeneral
Ciudad Arica, Chile
Texto ganador del 1er lugar en la categoría de cuento del
5to Concurso de Cuento y Poesía de Ciencia Ficción
“José María Mendiola” 2018
Me sigo quedando con “Za Sbychu Mecht” y “Mis primeras palabras” como las grandes joyas que han salido de este certamen literario. Y eso que “Mis primeras palabras” no es un cuento de ciencia ficción, sino de fantasía (a saber que pasó ahí con el jurado, pero de que merecía un primer lugar, lo merecía).
En cambio con este cuento, no sé, esta narrado de manera tan frívola, algunos párrafos parecen más un manual técnico que una narración literaria, que rápidamente perdí el interés en seguir la historia.No sé si los cuentos anteriormente citados habrán dejado el listón muy alto o qué, pero me parece que los ganadores de los dos últimos años no han estado a la altura.
En fin, cuestión de gustos.
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