Cuando te pones a pensar si en realidad existe la esperanza, muchas veces terminas lamentando el haber sido tan ingenuo.
Todo empezó un verano cualquiera, era el fin de curso y había muchas personas emocionadas por la graduación, fiestas por todas partes y chicas gastando dinero para el baile; para todos era felicidad y diversión, excepto para mí. Me llamo Mariale y actualmente estoy cursando el último año de universidad pero por una materia me será imposible el lograr graduarme, esa materia la impartía una maestra demasiado estricta y me comentó que si quería lograr pasar la materia tenía que tener al menos un tutor para asesoría. El alumno que me recomendó pertenecía a otro grado y casualmente era el chico del que estaba enamorada desde primer año, así que no me negué y acepté.
Gracias a la ayuda del tutor y su enorme paciencia, logré pasar la materia de química; estaba muy feliz ya que por fin no debería ninguna materia y finalmente lograría graduarme. Quería agradecer tanto a mi tutor, así que lo invité a ver una película el fin de semana que se venía, lo cual el aceptó sin dudar. Quedamos de vernos en el centro comercial cerca del cine para evitar las tardanzas, y cuando por fin llegó la hora acordada y nos encontramos, nos dispusimos a ir de una vez al cine. Todo iba bien, buenos asientos, deliciosas golosinas y sin nadie que nos molestaran, se podría decir que era la cita perfecta que alguien siempre se imaginaría, o al menos eso creí.
Se llegaba la mitad de la película y mi “cita” salió para ir al baño, pasaban los minutos y no regresaba, todo estaba en silencio y era la única persona en la sala del cine, todo eso era tan extraño y no lograba entender porqué no había nadie y el porqué se tardaba tanto en volver. No soporte más y me dispuse a salir de la sala, no había nadie, todo estaba con un silencio tenebroso, había palomitas por todas partes y mesas tiradas, no lograba descifrar lo que había pasado, empecé a sentir miedo y un sentimiento de preocupación empezó a recorrer todo mi cuerpo.
Salí del cine y no podía creer lo que estaba viendo: gente desplomada y con mucha sangre a su alrededor, coches destruidos e incendios por todas partes, parecía una escena de una película de terror, Intenté desesperadamente de encontrar a mi cita pero lo único que encontraba era sangre y personas muertas. Era tan horrible ver aquella escena por todas partes y a la vez estar sola, me dispuse a comunicarme con mi familia, nadie contestaba, no sabía qué estaba pasando y porqué todo eso ocurría, quería creer fuertemente que todo era una pesadilla y en algún momento despertar y ver a toda mi gente querida ahí pero por más que intentaba despertar nada funcionaba.
Busqué por todos lados a mi cita incluso en las oficinas, todo estaba vacío no había ni un alma ahí, sólo desorden y silencio hasta que escuché ruidos de pasos y como si alguien tosiera fuertemente, bajé rápidamente y para sorpresa mía era mi cita pero algo estaba mal en él, lucía pálido, caminaba con dificultad y se tapaba la boca con las manos. No entendía qué le ocurría, me acerqué y cuando él removió sus manos para hablarme vomitó litros de sangre, su nariz empezó a sangrar, incluso lograba ver que le sangraban los oídos; era como si se estuviera deshaciendo por dentro, no podía hacer nada, sólo vi cómo se desplomó al suelo y dio su último suspiro.
Salí rápido, estaba muy asustada, esa era la razón por la cual mucha gente se encontraba desplomada en el suelo cubiertos de sangre; corrí rápido hacia mi casa, en todo el camino lograba ver a la gente en pánico corriendo, se ocultaban en sus hogares creyendo que estarían seguros, pero sospechaba que ni en casa estarían a salvo de tal atrocidad, probablemente todo esto se ocasionaba por algo en el aire lo que significaba que en algún momento sería mi hora.
Llegué a mi hogar pero no había nadie, temía que sus cuerpos se encontraran en sus cuartos desangrándose, exploré toda la casa y no estaban, tal vez habrían salido mientras yo no me encontraba en casa, pero no importaba cuantas veces llamara al celular de mis padres, no me contestaban. No tenía otra opción más que salir de la ciudad y encontrar ayuda, podía ver muchos autos conduciendo a máxima velocidad y salir de la ciudad, pero al parecer la enfermedad los alcanzó y mientras conducían, los síntomas los atacaban y al final se desplomaban haciendo que estos chocasen con otros autos o salieran del camino para al final detenerse y morir.
Sabía que nada iba a ir bien de camino a las afueras de la ciudad, había tanto caos que las personas ya no pensaban en sus acciones y comenzaban a comportarse muy salvajemente, ya no sabía de quién escapaba y eso me hacía dudar si en realidad era seguro en otros lados. De alguna manera logré pasar la gran multitud de gente que había y cuando por fin me disponía a salir de la ciudad una gran luz frente a mí me cegó completamente, no sabía qué era y por inercia me tiré al suelo, todo era tan confuso… Justo cuando pensaba que por fin iba a librarme de toda esa locura, un hombre con una máscara de gas se acercó a mí y me dijo que no podía salir de la ciudad, era muy peligroso dejar salir a las personas, así que sólo había una manera de controlar toda una ciudad completa sin que las personas escapasen. Sigo preguntándome si en realidad la esperanza todavía existe en un mundo como este, pero sólo es cuestión de tiempo para que termine todo.
Andrea Cecilia Adame Parra, Carolina Salas Esquivel y Lili Marlene Ramírez Bautista