Las increíbles, incongruentes e incróspitas aventuras del Marqués de Topochico (1745-1777)

1745.- Gracias a su preclaro ingenio y audacia sin cuento, el Marqués de Topochico logró hallar a la Nao de la China en su viaje de regreso a Acapulco, aceptando trabajar como grumete para así regresar a su añorada Monterrey, tierra infestada de comanches y mezquites.
Como todo buen ocultista y estudioso de la cábala, el Marqués de Topochico conoce a la perfección los ritos israelitas, reuniéndose con protervos judaizantes para estudiar la llamada Torá o el laberíntico Talmud y conocer así la historia de este pueblo tan maltratado a lo largo de los siglos. Sólo se separó de estos doctos hijos del desierto cuando le exigieron que se circuncidara y hasta trajéronle un rabino para que llevará a cabo la terrorífica tradición por lo que nuestro héroe renunció a la sabiduría milenaria por su lindo prepucio. Así fue.

1748.- El Marqués de Topochico se unió a la expedición de José de Escandón para poblar Nuevo Santander, separándolo así del Nuevo Reino de León y ayudando a fundar diversas villas y ciudades como Mier, Soto La Marina, Camargo, Reynosa o Laredo aunque él hubiera preferido matar a los legendarios y temibles chichimecas de la Sierra Gorda, más no se le hizo.
Chacahua es una playa a la que acostumbra ir el Marqués de Topochico acompañado en bola de todo su séquito cuando necesita reencontrarse a sí mismo, un lugar paradisíaco en donde milenarias palapas de pescadores surcan el Océano Pacífico (¡que de pacífico no tiene nada!). Aquí nuestro amigo es tratado a cuerpo de rey por los naturales del lugar, ya que desde las épocas épicas el Technicolor del Marqués del Valle de Oaxaca ha tenido este lugar como encomendero. Es en este lugar es donde ha encontrado la paz que le ha sido negada y en donde las naturales le muestran sus pechos opulentos sin ningún pudor. ¡Cosa magnífica es estar en un lugar así aunque sea dos semanas al año, por Santiago!

1751.-  Comenzaron las incursiones apaches al norte de la Nueva Vizcaya debido a las reformas hechas a los presidios por lo que El Marqués de Topochico decidió armar una partida de valientes a enfrentarlos. Por desgracia, todos los que lo acompañaron lo dejaron solo segundos antes de la primera batalla. Gracias a sus dotes de gran comediante y a su diaria dotación de peyote logró escapar con vida de los indios. A veces es bueno ser un adicto.
Sin duda el Marqués de Topochico es un goloso impenitente que gusta de los placeres de la mesa, siendo los postres su especial debilidad… el saborear unos mostachones junto a unas esplendorosas rosquillas de almendra de las monjas Carmelitas regadas de un soberbio rosoli de la garapiñera del señor Oidor Rolando Corcuera de la Matapasión hacen de él el ser más feliz en la creación. Nada más que luego no se ande quejando de que parece un tamal mal amarrado debido al continuo consumo de confituras.

1754.- El Marqués de Topochico conoció al recién desembarcado Juan Antonio de Mendoza, Capitán General de Sonora y Sinaloa quien practicó una política de “línea dura” con los indios Seris de aquella región. Tanto llegó a impresionarle su habilidad que decide aplicarlas con sus sirvientes de la hacienda pero con tan mal tino que fue sólo un milagro que no lo lincharan por ojete.

Y ahora, un devaneo poético dedicado a vosotros, cortesía del poeta Baltasar de Alcázar, compadre del Marqués de Topochico:

 

Tres cosas me tienen preso

Tres cosas me tienen preso
de amores el corazón,
la bella Inés, el jamón
y berenjenas con queso.

Esta Inés (amante) es
quien tuvo en mí tal poder,
que me hizo aborrecer
todo lo que no era Inés.

Trájome un año sin seso,
hasta que en una ocasión
me dio a merendar jamón
y berenjenas con queso.

Fue de Inés la primer palma,
pero ya juzgase mal
entre todos ellos cuál
tiene más parte en mi alma.

En gusto, medida y peso
no le hallo distinción,
ya quiero Inés, ya jamón,
ya berenjenas con queso.

Alega Inés su beldad,
el jamón que es de Aracena,
el queso y berenjena
la española antigüedad.

Y está tan en fil el peso
que juzgado sin pasión
todo es uno, Inés, jamón,
y berenjenas con queso.

A lo menos este trato
de estos mis nuevos amores,
hará que Inés sus favores,
me los venda más barato.

Pues tendrá por contrapeso
si no hiciere razón,
una lonja de jamón
y berenjenas con queso.

 

1756.- La Corona reitera que los indios americanos no pueden ser esclavizados “en ningún caso, lugar ni tiempo” Con la posterior excepción de los caribes la orden se mantendrá hasta el fin de la colonia. El documento en el que venía esta ley lo compró el Marqués de Topochico y por muchos años disfrutó de leerlo diciendo que era “la mejor obra de comedia de nuestros tiempos”. Y luego se preguntan porque los indios lo odiaban. Pues por culero.
Desde que era un cándido mozalbete, el Marqués de Topochico ha tenido ingenio para hacer reír a la demás gente, siempre en busca de chascos, algaradas, chuscadas y facecias para hacerle la vida más llevadera a propios y extraños. A lo largo de su vida se creó fama de ser al payaso del grupo, cuyas triscas eran celebradas por todos, llegando a ser un experto en burlarse de sí mismo, característica que le traería muchos sinsabores a lo largo de su vida pero que acepta con resignación, ya que es su sino.

1760.- En un arranque psicópata, el Marqués de Topochico decidió declararle la guerra a los franceses nada más porque hablaban con la “g”, además de que estaba seguro –según unos estudios cabalísticos que realizó- de que en unos años la sociedad francesa se vería enfrascada en una revolución que sería fatal para las monarquías de todo el mundo.
La primera vez que el Marqués de Topochico abordó uno de esos artefactos futuristas de nombre “elevador” en el cual nada más fue pisar el piso de mármol de Castalaviesta de dicho artefacto le dieron ganas de descomer y como el pobrecillo es muy frágil de sus tripas con todo el dolor del mundo tuvo que soltar un gas que provocó tal hedentina en ese espacio que todos los ahí presentes se encarcavinaban y no faltó uno que se descrismarió hacia el vacío al saltar por la ventana, tratando escapar de tal peste peor que la del río Estigia. Cuando uno muere ya no huele. Amén.

1764.- Surgió el conflicto entre Inglaterra y sus colonias americanas debido a las medidas fiscales tomadas por la metrópoli para resarcirse de los gastos causados durante la famosa Guerra de los Siete Años con Francia. La oposición de los colonos de ser gravados sin su consentimiento por la Corona culminaría con la Independencia de los Estados Unidos de Norteamérica. En ese año, el Marqués de Topochico se encerró sin salir en la hacienda por seis meses asegurando que “se avecinaban años más oscuros que el mismísimo Yanga”, más como todo lo decía en clave, sospechaban de su salud mental, por lo que fue remitido al Hospital de San Hipólito para un “retiro espiritual” por tres años.
El Duque de Urdangarín es una de las personas que más ojeriza le tiene a nuestro héroe el Marqués de Topochico, siempre probando acíbares y celos, este caballero de fina estampa y bucles angélicos no le perdona el que nuestro lúbrico Marqués se haya pasado por las armas a la cortesana Laurita Pinga del Papayón.

1767.- Se dijo en los corros del Coliseo y se anotó en las crónicas de la época de que El Marqués de Topochico fue el causante de que expulsaran a los jesuitas de todas las colonias americanas debido a una indiscreción que cometió con una de las hijas del rey de España disfrazado de representante de esa orden religiosa…
Son pocos los que saben esto pero el Marqués de Topochico tiene dos tatuajes en su atlético cuerpo: uno en el brazo derecho de cuando tomó parte en la pacificación de los vikingos de Reykiavik y el otro, en el omóplato izquierdo, de cuando le dio por ser misionero en Tonkín y lo único que pescó fue chancro filipino con cierta nativa de grandes caderas… ¡Pillastre él!

1777.- El Marqués de Topochico decidió donar una cuantiosa parte de su infinita fortuna para crear el obispado de Linares nada más porque le encantan sus Glorias. ¡Goloso impenitente él!

Disfruten de este sofisticado ejercicio poético dedicado al Marqués de Topochico por Luis de Góngora y Argote, con quien se iba de francachelas de cuando en cuando:

Ándeme yo caliente

Ándeme yo caliente
y ríase la gente.

Traten otros del gobierno
del mundo y sus monarquías,
mientras gobiernan mis días
mantequillas y pan tierno,
Y las mañanas de invierno
naranjada y aguardiente,
y ríase la gente.

Coma en dorada vajilla
el Príncipe mil cuidados,
como píldoras dorados;
que yo en mi pobre mesilla
quiero más una morcilla
que en el asador reviente,
y ríase la gente.

Cuando cubra las montañas
de blanca nieve el enero,
tenga yo lleno el brasero
de bellotas y castañas,
y quien las dulces patrañas
del Rey que rabió le cuente,
y ríase la gente.

Busque muy en hora buena
el mercader nuevos soles;
yo conchas y caracoles
entre la menuda arena,
escuchando a Filomena
sobre el chopo de la fuente,
y ríase la gente.

Pase a media noche el mar,
y arda en amorosa llama
Leandro por ver su Dama;
que yo más quiero pasar
del golfo de mi lagar
la blanca o roja corriente,
y ríase la gente.

Pues Amor es tan cruel,
que de Píramo y su amada
hace tálamo una espada,
do se junten ella y él,
sea mi Tisbe un pastel,
y la espada sea mi diente,
y ríase la gente.

El Marqués de Topochico inventó el concepto de «calzón chino» cuando andaba de campaña contra los Triglicéridos de Tangamanga.

 

Gerardo De La Garza

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