Nos regalaron juguetes
dentro de una hermosa caja,
la volvimos un cohete
que del cielo nunca baja.
La caja era de cartón,
la pintamos de colores,
en un teatro guiñol
se convirtió, señores.
La olvidamos unos días,
sola estaba en un rincón,
ideamos melodías
y la usamos de tambor.
Ya la caja va que salta,
pintada de barco en olas,
solamente hicieron falta
papel maché y crayolas.
Con unos cuantos recortes
un adulto abre unas puertas,
es estadio de deportes
o una casa de muñecas.
Casi va a desbaratarse,
no la vamos a tirar,
porque puede reciclarse,
y volverse a utilizar.
Don Patotas