1
Tus ojos en mis manos. En el rostro dos oquedades. En ellas el mundo que busco.
2
La luz es carnívora. El sol es un gran ano. En la oscuridad los que quieren, huelen la sangre.
3
Venus, si tuvieras brazos, los grajos de la niebla se posarían en ellos; dejarían de picotear estas heridas eternas, ya no robarían trozos de piel y de carne.
4
¿A qué sabe la sangre? Tiene el sabor de este filo que corta la noche.
5
Este día de polvo estático y de rictus fijo, el ocaso es tan rojizo como tu sangre menstrual.
6
No hay gritos que valgan, sin garganta. No hay dolor que valga, sin tus huesos. Te espero con tres pares de patas o con cola de escorpión.
7
Este guante negro. Esta navaja de barbero. Un corte congelado en el tiempo. Unas lágrimas cristalizadas en la eternidad del momento.
8
La mano que se introduce en la vagina, era la mano yerma. La mano que tocaba tus pechos, era la mano punitiva.
9
La sombra crece como el eclipse que te corta. No mueras, mi baby. Deja que beba aún de las gotas.
10
El accidente produjo nuevas simetrías de carne fusionada con chatarra deformada. Una mano pendía con la palma ensangrentada, balanceándose. Flores de almendros flotaban en la mañana caliente.
Joan Baldre